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Miércoles 13 de junio de 2018
El Mundial que soñó Willy Caballero: "A veces, la cabeza puede hacer lo que las piernas no" (entrevista al arquero entrerriano)
Caballero

Viaje al futuro inmediato: sábado 16 de junio, estadio del Spartak de Moscú. Las selecciones de la Argentina e Islandia están a punto de debutar en el Mundial, se viene la ceremonia de los himnos: la cámara de la transmisión de TV va recorriendo uno a uno las caras de los 22 jugadores, perfectamente alineados hasta que uno rompe el molde. Es Willy Caballero , que tiene el cuerpo corrido levemente hacia un costado, sus ojos fijos: está mirando la bandera celeste y blanca que lleva un sol en el centro. Pasaron 17 años desde la primera vez que vio (y copió) ese ritual. No lo olvidó más: "Se lo noté a Fabricio Coloccini, en el Mundial juvenil que ganamos en 2001. Me gusta mirar la bandera cuando canto el himno. En la cancha de Boca me quedé buscándola antes del partido contra Haití, pero no estaba. Me parece un gesto que dice mucho", le cuenta a LA NACION, encendido por la inminencia de su debut en una Copa del Mundo , a tres meses de cumplir 37 años.

-La última vez fue en una Sub 23, imaginate... Mucho tiempo. Volver a sentir eso es único. Muchos dicen que escuchar el himno de la Champions tiene el mismo sabor. Y sí, la musiquita está buena, pero escuchar tu himno te pone la piel de gallina, el cuerpo se te llena de emoción. Supongo que el sábado se parecerá a lo de la cancha de Boca.

-Pasaste demasiado tiempo sin poder pararte de frente a la bandera.

-¿Cuál fue tu primer Mundial?

-El del '90, tenía 9 años y empecé a brotarme de la pasión por el fútbol y los colores de Argentina. Lo viví muy metido, fue el que más me marcó. Fue el Mundial de Goycochea, que encima arrancó de suplente. Era mi reflejo, yo jugaba con mis amigos y relataba como si fuera él: "¡El Goyco, el Goyco!", igual que lo que escuchaba en la tele. Era quien me inspiraba, por él me enamoré del fútbol. Una vez estuvimos en un mismo lugar y no me animé a decírselo, me dio vergüenza.

-Sampaoli te sorprendió cuando te dijo que ibas a estar en la lista de 23...

-No lo estaba esperando. Nos juntamos a charlar en Londres sobre el Chelsea, la selección, un montón de cosas... Cuando me lo dijo fue una sensación placentera, porque es mejor que una noticia así te la digan a la cara, y se lo agradecí. Le dije que no me iba a conformar con estar entre los 23, que iba decidido a pelear por jugar.

-¿Para una competencia así se preparan más las manos, el cuerpo, los pies o la cabeza?

-¡La cabeza! Hay que llegar físicamente bien, eso es obvio, pero la cabeza influye mucho. La necesitás para decidir y concentrarte, pero también para manejar las buenas y malas decisiones que tomás durante el partido. Puede pasar que empieces perdiendo, pero si estás bien de la cabeza podés contagiar al resto de algo bueno. A veces, la cabeza puede hacer lo que las piernas no.

-Deseaste mucho llegar a la selección, ¿por qué creés que te llegó por primera vez a tres meses de un Mundial recién?

-Porque no me rendí nunca, siempre seguí trabajando, añadiendo cosas por fuera del entrenamiento, no solo de fútbol: cuando estaba en España, por ejemplo, me puse a estudiar inglés, mucho antes de que me buscara el Manchester City, para ser más completo. Y nunca perdí la fe: si tenés fe, no necesitás ver las cosas para creer en ellas. Están ahí y van a llegar.

Este entrerriano nacido en Santa Elena ya es el futbolista en debutar a mayor edad en la historia de la selección nacional, pero dice que ese dato no le importa. Lo consiguió el 23 de marzo, en el 2-0 contra Italia justo en el estadio del City, el club en el que jugó tres años. Su buen rendimiento esa noche lo metió en la carrera para llegar a Rusia, antes de que se sucedieran episodios en continuado: los cinco goles que le hizo España unos días después, la convocatoria definitiva, la lesión e inmediata desafectación de Chiquito Romero, la llegada de Patón Guzmán, el ruido mediático alrededor de Franco Armani y la decisión de Sampaoli, no escrita, de darle el arco.

En ese sinfín, lo que más lo marcó fue ese martes en que Romero encendió la alarma, tirado en el piso del predio de Ezeiza: "Él se dio cuenta enseguida de que le había pasado algo raro. Nosotros soportamos montones de dolores para entrenarnos y para jugar. Cuando se quejaba, ya parecía que era algo serio. Hablamos con Martín (Tocalli, el entrenador de arqueros) y paramos el entrenamiento. Todos lo apoyamos, pero el momento difícil queda para él y para la familia. Es durísimo", recrea ahora, serio, un rato después de haberse exigido en la sesión matutina de entrenamiento.

-Difícil saber cómo contener al otro en una situación así...

-A veces, cuando un jugador se lesiona está tan negativo que no se abre para recibir el apoyo, pero en este caso fue especial. Chiquito sentía que la lesión lo dejaba afuera, pero era él quien me daba ánimo a mí. Él me apoyaba. Eso lo hace mejor persona: no solo te estás enterando de que te perdés el Mundial, sino que le das un abrazo y le deseás lo mejor al que puede ocupar tu lugar.

-¿Volvieron a hablar?

-Sí, cuando estábamos en Barcelona, después de que lo operaron. Estaba tranquilo, ya enfocado en recuperarse.

-¿En qué son mejores que vos Armani y Guzmán?

-Pfff, no sé. Somos los tres distintos. Yo soy pelado, ellos usan gel (se ríe)... Nos paramos distinto, caminamos distinto el arco, hablamos distinto, nos movemos distinto en el área... A Franco lo conocí el día que llegó a Ezeiza, y desde entonces compartimos la habitación. Con Nahuel siempre nos estamos riendo, nos llevamos bien. Gente de provincia, como yo.

-Burruchaga dice que lo peor de la previa de un debut es pensar demasiado...

-Si le das 10 días de información a la cabeza antes de que llegue el momento, lo que único que lográs es confundirte, porque tu cuerpo no es una computadora. Tiene que reaccionar ante las acciones del rival, no antes. Se puede hacer una activación de media hora la noche anterior y con eso es suficiente.

-Después del partido contra Italia, Buffon te pidió el buzo, ¿vos a quién se lo cambiarías ahora?

-A nadie, es un Mundial, quiero guardarme todos los recuerdos. Jugando con el club sí, pero no con la selección. Hay un montón de gente a la que quisiera darle mi camiseta, personas que me han ayudado en mi vida.

-¿Y si Messi te dice "Willy, atajaste dos penales, nos salvaste, dame tu camiseta"?

-Le digo: "Dale, dame dos tuyas y te doy la mía"... No me creas, a él si que se la doy

La paradoja de Willy

El sábado, cuando la selección enfrente a Islandia, Caballero se convertirá en el arquero argentino en debutar en un Mundial a mayor edad: tendrá 36 años, 8 meses y 19 días. El dato no lo convertirá en récord porque ese lugar lo ocupa Ángel Labruna, que tenía 39 años en Suecia '58. Lo curioso, en el caso del arquero de Chelsea, es que llegará a ese hito después de haber atajado apenas tres veces para la selección: ante Italia y España (en la gira de marzo de este año) y contra Haití, el 29 de mayo en la Bombonera.

Igual que Caballero, los antecedentes de los otros dos arqueros del plantel son mínimos. Nahuel Guzmán, que fue citado por primera vez en el ciclo de Tata Martino, atajó seis veces desde 2014 hasta acá. El caso de Franco Armani es todavía más llamativo: su primera convocatoria a la selección fue para este Mundial, sin haber tenido ninguna participación previa, ni siquiera en entrenamientos.

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