y hasta se animan a pedir algunas cabezas. Sampaoli La invasión albiceleste empieza a desaparecer. Algunos emprenden el regreso a Moscú, mientras que otros deciden pasar el fin de semana aquí para luego seguir hacia San Petersburgo. Turismo futbolero, con hoteles y traslados pagos desde hace meses. Los que se quedan se pasean con algunas banderas y camisetas. Y comparten idéntica opinión: a nadie le gustó el rendimiento. No coinciden con la idea de
"Messi está solo. no sabe dónde están sus compañeros. Nadie lo ayuda. Así no se puede", dice Carlos, quien a los 33 años viaja por el mundo. Hace dos años se fue del país y, con un grupo de argentinos e italianos, se dedican a conocer diferentes países. "La selección es un desastre. Mascherano es el único que podemos rescatar. Y qué decir de Sampaoli, no tiene idea para dónde salir", agrega Pablo, de 30 años, uno de los compañeros de Carlos.
Fueron unos 20 mil hinchas argentinos los que estuvieron en el estadio. Un poco menos de lo que se vio en Moscú, pero necesarios para ser mayoría en las tribunas. Más allá del empate ante Islandia, había optimismo y todo estaba preparado para una fiesta, para la resurrección de un equipo que necesitaba tomar aire. Se mimetizaban los colores de las camisetas argentinas con los del estadio. "A mis nietos les hablaré de ustedes", se leía en una bandera colgada detrás del arco en el que Caballero erró su pase y terminó en gol de Croacia. Con el escudo de Talleres, a los costados de la frase se le suman las imágenes deLionel Messi y Pablo Guiñazú .
En la previa sonó "La Nueva Luna", mientras los jugadores se movían en el campo de juego. Instantes en los que todavía había ilusión. Se multiplicaban las caretas de Messi, los gorros soviéticos y las remeras de Messi y Maradona. El exentrenador de la selección apareció desde temprano, revoleando una de las camisetas suplentes que usa actualmente la Argentina.
Ya con el inicio del partido cambiaron los ánimos. La historia dio un vuelco con el error de Caballero . Despertó la bronca de los argentinos. A partir de allí, cada vez que Willy tocó la pelota, una silbatina cayó desde las cuatro tribunas. Le reprobación se hizo sentir.
Mientras tanto, a solo unas cuadras, el que hasta ayer era el búnker temporal de la selección luce con extrema seguridad. El equipo argentino no pasó la noche en la ciudad, pese a que algún desprevenido quiso acercarse a ver qué podía suceder allí. "Ahora nos vamos a Moscú para recorrer y de ahí a San Petersburgo para ver la clasificación. Vamos a ganarle a Nigeria y después eliminamos a Francia", dice un hincha, oriundo de Tierra del Fuego, en una cuadra en la que ya no quedan banderas ni las casas rodantes de quienes viajan de ciudad en ciudad para alentar a la selección.
"Más allá de los jugadores, hay fallas técnicas. Tocamos fondo, este presente es un fiel reflejo del desastre que es el fútbol argentino. Hay un problema de fondo que habrá que resolver", dice Fabián, de 40 años, quien viajó al Mundial con doce amigos, "de Racing e Independiente", que esperan el milagro en San Petersburgo. "Estoy devastado, arruinado. ¿Vos sabés lo que nos costó llegar hasta acá?, al menos que respeten a la gente que hace este esfuerzo. La gente es la que siempre está", reclama Yany Rosetti.