Marcos Peña perdió las riendas del Gobierno. No se trata de un trascendido, una operación o de una especulación política. La experiencia de los últimos ocho meses de gestión lo demuestra. Y la interna expuesta ayer en el gabinete lo ratifica. La eventual decisión de Mauricio Macri de sostenerlo, o removerlo, del cargo devino abstracta. El jefe de Ministros no sólo perdió la confianza de sus compañeros (María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta) en la santísima trinidad del PRO, sino también de sus subordinados. Los gobernadores del peronismo, incluida el ala "racional" de Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti, se quejan fuera de micrófonos de la falta de gestión y conducción política en la cúspide del gabinete. La UCR, socio fundador de la coalición de gobierno y columna territorial del oficialismo, también palpita un fin de ciclo para Peña, tal cual le transmitió Alfredo Cornejo ayer a diputados y senadores radicales en un hermético encuentro en el hotel NH a metros de la Casa Rosada.
Minutos después de que el jefe de Gabinete ratificara el "rumbo", el staff de Gobierno y descartara la existencia de una crisis económica en el Council of the Americas en el Hotel Alvear, Rogelio Frigerio se despegó de ese discurso y aseguró ante el mismo auditorio de empresarios que "nadie es imprescindible". Cuando consultaron a María Eugenia Vidal sobre las declaraciones del jefe de Gabinete, la gobernadora también se diferenció. "Creo que estamos ante una dificultad y no reconocerlo sería no entender qué es lo que le pasa a la gente", respondió Vidal.
La corrida cambiaria no se detuvo ayer y sus efectos también son inevitablemente políticos. La crisis licuó al gabinete y destrozó la confianza interna, del macrismo, en Peña.
Ayer, en Casa Rosada, el Presidente se resistía a desplazar a su jefe de Gabinete. Quedaron entonces Nicolás Dujovne y Luis Caputo como los fusibles más expuestos en medio de la corrida. El ministro de Hacienda no es más que el ejecutor del recorte fiscal y llegó a su cargo gracias a Peña. Es, además, el interlocutor con Christine Lagarde. Caputo sólo recibe órdenes y después de la salida de Federico Sturzenegger, quedó sometido a los designios del dúo Peña-Dujovne sin poder de maniobra propio. Todos dependen de las decisiones de la jefatura de gabinete.
Por la tarde, circularon versiones que ubicaban a Frigerio como sucesor de Peña, un gesto para enterrar la doctrina del "peronismo enemigo" en medio de una corrida cambiaria que comienza a afectar la gobernabilidad. Pero la megadevaluación tornó abstracto cualquier debate sobre el futuro del actual jefe de Gabinete. Su continuidad, o no, ya es anecdótica. La agenda del Gobierno se licuó con la corrida.
Hace una semana, la principal preocupación del Ministerio del Interior era cómo compensar en el Presupuesto 2019 a las provincias, y a los municipios, por la eliminación del fondo sojero destinado a obra pública. Esa negociación quedó ahora sepultada y el peronismo directamente ya redacta su propio proyecto de Presupuesto para imponérselo a la Casa Rosada en tándem con Sergio Massa y Miguel Pichetto.
La proyección de inflación, según consultoras privadas, quedaría desmadrada por encima del 40% anual. La corrida, otra vez, licuó las negociaciones paritarias que llevó adelante el Ministerio de Trabajo de Jorge Triaca justo cuando la CGT anuncia el cuarto paro general contra Macri. Y termina de complicar también a Vidal en su pelea con los gremios docentes que mantiene paralizada la educación en la provincia de Buenos Aires. Lo mismo le ocurre a Dante Sica en el Ministerio de la Producción, quien carece ahora más que nunca de recursos para reactivar la actividad en las pymes.
El debate por la continuidad, o no, de Peña se volvió así abstracto. La dimensión de la corrida afectó no sólo su conducción política dentro y fuera de Cambiemos, sino que también licuó el trabajo de todos los ministerios. El único ministro que pareció no sufrir la crisis fue Sergio Bergman, quien el miércoles se dedicó a plantar un árbol en Misiones. Anoche en Casa Rosada, el Presidente y su jefe de Gabinete evaluaban un recorte de carteras para concentrar el poder como gesto a de "austeridad" política.