Los clientes de Hilda Knaeblein -abogada penalista instalada en Santa Fe desde hace 20 años- saben de antemano tres cosas: que no van a firmar ningún abreviado beneficioso, que van a enfrentar un, quizá, prolongado juicio oral y que el proceso tendrá mucha, mucha publicidad. Las condiciones las impone el tipo de delito que la Justicia les imputa, porque Knaeblein se especializa en defender a narcos y sicarios. Y le va muy bien.
El último "triunfo" resonante, casi un
"batacazo", lo consiguió con la absolución de Milton Damario, que
llegó a juicio acusado de acribillar a Claudio "Pájaro" Cantero, el
líder de Los Monos, la organización narco que decidía la vida y la muerte en
Rosario y alrededores.
"Sabíamos que era una causa en la que iban a estar
puestos los ojos de todo el país, pero no había pruebas para condenarlo. Ni
siquiera lo tendrían que haber procesado. En esta causa, como en las otras en
las que se lo involucró, Milton fue el gran chivo expiatorio de las fiscalías y
de la policía", sostuvo.
Su última presencia rutilante en los medios se produjo en
diciembre pasado. Esa vez fue un "gol en contra", aunque totalmente
ajeno a su voluntad. Fue en los tribunales de Rafaela, cuando Elvio
"Yiyo" Ramallo, su cliente, por quien acababa de empezar a alegar en
la audiencia en la que se definiría su situación procesal en una causa que lo
tiene acusado por instigación de un homicidio, se levantó intempestivamente de
su silla y le arrojó un cesto metálico al fiscal Guillermo Loyola, a quien le
causó una herida en la frente.
Esa reacción derrumbó cualquier estrategia que hubiese podido desplegar Knaeblein en su defensa, y ya no hubo caso: el juez Alejandro Mognaschi dictó la prisión preventiva de Ramallo, quien ya purga en la cárcel de Coronda una condena que lo tendrá tras las rejas hasta 2032.
La abogada no habló de ese episodio, aunque sí de su ejercicio de la profesión y de las circunstancias que la colocan al frente de la defensa letrada de presuntos narcos, supuestos sicarios e, incluso, barras bravas santafesinos.
"No se puede sindicar a alguien ante la Justicia como
un asesino si no se tienen pruebas. Creo que conceptualizar o ponerles motes a
determinadas personas porque son de clase baja o porque viven en lugares
marginales es peligroso. Pero el principal problema es otro: estuve en las
causas más emblemáticas de la provincia y en todas la policía investigó en
contra", sostiene.
Knaeblein es también defensora de Marcelo Acosta, el exchofer oficial de la gobernación de Entre Ríos detenido en 2014 cuando transportaba 20 kilos de cocaína por la autopista Santa Fe-Rosario. Otro de sus clientes fue Daniel "Tuerto" Mendoza, el narco "protegido" por el exjefe de la Policía de Santa Fe Hugo Tognoli, condenados en el mismo juicio, en 2015. El Tuerto se profugó durante una salida transitoria en 2017 y fue recapturado el mes pasado en Córdoba.
"En todas las grandes causas -reflexiona Knaeblein- aparecen fuerzas de seguridad conectadas con grupos delictivos. Creo que la violencia que la provincia sufrió en los últimos tiempos está directamente relacionada con una cuestión de seguridad. Si las fuerzas policiales hubiesen actuado de la forma debida, esto no hubiera ocurrido".
"El límite es la violencia machista. La mayoría de los abogados son hombres. Las mujeres somos muy poquitas y en las causas en las que trabajo casi no figuran. Pero eso no me condiciona, al contrario, me da una ventaja porque las mujeres tenemos un sexto sentido", dice Knaeblein.
-¿Cómo se gana la confianza de un narco?
-Yo no les miento a mis clientes. Les informo cómo marcha la causa y cuáles son los resultados posibles. Por eso nada los sorprende. Dejo todo en los expedientes, con mi equipo estudiamos la causa hasta el último detalle. El 99% de los detenidos cuando se van de la sala, aun sin saber la sentencia, me reconocen que estuve impecable y eso me hace sentir muy tranquila, no tiene precio.
-¿Es una abogada cara?
-No me considero una abogada cara, pero mi trabajo vale.
Algunos piensan que no tomo ciertas causas porque no tienen magnitud mediática,
pero para mí son todas iguales, aún sabiendo que a la sociedad le puede
importar más o menos. El precio tiene que ver con mi trabajo y es alto porque
somos varios abogados trabajando. De todas formas, una sabe que más allá de lo
que pueda encontrar dentro del expediente, hay otros factores que pueden
influir en la decisión de la Justicia, y que tienen que ver con una cuestión
política o social.
-¿Saca provecho de eso?
-El poder político no me influye para nada. Soy una abogada
independiente, a mí no me van a marcar qué hacer o no.
-¿Hay casos que no acepta?
-No tomo causas de delitos sexuales ni de violencia de
género. Por más dinero que haya. Y no por ser mujer, sino porque puedo elegir a
mis clientes.
"La mala fama no prueba nada en un tribunal"
El 12 de mayo de 2012, a la salida del partido entre Newell's y Unión de Santa Fe, en Rosario, Sergio Fernández, de 31 años, fue asesinado a tiros. Los testigos señalaron que las balas homicidas habían partido del ómnibus que trasladaba hacia el Coloso del Parque Independencia a una facción de la barra brava del Tatengue, conocida como La Bomba. Hilda Knaeblein asumió la defensa de los 90 hinchas que viajaban en ese micro atestado de barras.
Como en otras causas, la abogada consideró que "la mala fama no prueba nada en un tribunal". Y ganó: "Pude demostrar que no tenían ninguna vinculación con aquel hecho. Todavía hoy sigo siendo la abogada de esa facción de la hinchada de Unión e incluso algunos de ellos me llaman por causas relacionadas con divorcios o provisión de alimentos para la manutención de hijos", cuenta orgullosa la abogada.