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Miércoles 19 de junio de 2019
A la caza de “Los tres mosqueteros” (referencia al gobernador de Entre Ríos)
CaricaturaFrigerio

Por: Eduardo Van Der Kooy

Faltan cuatro días para el cierre de las candidaturas. Están a la vista todas las fórmulas presidenciales. Sergio Massa despejó una duda cuando anunció que será primer candidato a diputado en Buenos Aires representando al kirchnerismo. Nada de las PASO para competir con Alberto y Cristina Fernández. Se mantiene el enigma, en cambio, acerca de quién peleará en nombre de Roberto Lavagna el principal distrito electoral. Allí aguardan ya María Eugenia Vidal y Axel Kicillof.

Los trazos importantes de la escena están delimitados. Resta el armado de las listas legislativas cuya misión consiste siempre en potenciar a las fórmulas presidenciales. Por esa razón desde el Gobierno, el kirchnerismo y Alternativa Federal, están dedicados a otra tarea fatigante: el tramado con los gobernadores. En especial, de las provincias administradas por partidos provinciales (Neuquén y Río Negro) o caciques peronistas que tienen asegurado el territorio.

Se votó, incluyendo el último domingo, en 14 provincias. Cerca del 38% del padrón. Un volumen similar al que representa Buenos Aires. El total de las provincias completará el calendario entre las PASO del 11 de agosto (el mismo día se elegirá mandatario en Santa Cruz) y el 10 de noviembre, fecha estipulada para Salta. Dos semanas antes del programado balotaje presidencial.

Rogelio Frigerio, el ministro del Interior, diseñó una mini-gira por Río Negro, Neuquén, Córdoba y Chaco. Será acompañado por el candidato a vicepresidente de Mauricio Macri, el senador Miguel Pichetto. Antes, el legislador patagónico hará una incursión inaugural en Buenos Aires. Se ha convertido, en apenas una semana, en hombre orquesta. Habla, intenta articular y se muestra.

Ningún territorio, dada la estrechez del Gobierno, sería para descuidar. A la oposición K y no K le sucede lo mismo. Pero después de las votaciones del domingo existe una vidriera especial: la ocupa Omar Perotti, el ex intendente de Rafaela, que puso fin a doce años de dominio socialista en Santa Fe. Tampoco aparece sólo en aquella exhibición. Una línea política imaginaria –o no tanto-- lo vincula con Juan Schiaretti, de Córdoba, y Gustavo Bordet, de Entre Ríos. Los tres tuvieron una particularidad: triunfaron luego de una unificación de las corrientes peronistas. En el caso de Perotti por necesidad imperiosa. Fortalecerse ante el férreo sistema socialista. Bordet, evitó correr riesgo en un distrito donde la alianza Cambiemos se había hecho fuerte en 2015 y 2017. En cambio, Schiaretti selló la unión tras la rendición kirchnerista. Cristina Fernández ordenó bajar a su candidato luego de las malas experiencias previas que tuvo en Neuquén y Rio Negro.

Perotti, Schiaretti y Bordet representarían varias cosas. Por empezar, algo más del 20% del padrón nacional en juego. También, el núcleo del poderoso eje agro-industrial del país. Al margen de lo que significa el interior bonaerense. En esa región podría encontrarse buena parte de las explicaciones que coronaron a Macri presidente. También, su revalidación en las legislativas del 2017. Frigerio tiene una estadística a mano que comparte con Pichetto: en las tres provincias, con los recientes resultados, el Gobierno vio mermar de modo preocupante su caudal electoral.

Hay un ejemplo que demuestra cómo los tiempos políticos mutaron con sorprendente rapidez. Quizás al ritmo de la crisis económica. En 2017, ante la perplejidad de Cambiemos, el Presidente ungió al entonces desconocido Albor “Ricky” Cantard como primer candidato a diputado por Santa Fe. El radical trabajaba como secretario de Políticas Universitarias de la UNL. Le ganó por amplio margen al kirchnerista Agustín Rossi y dejó tercero al socialismo.

Cantard se presentó el último domingo para disputar la intendencia de Santa Fe. En reemplazo del candidato a gobernador, José Corral.Quedó segundo, pero muy lejos, del periodista Emilio Jatón.Lanzado al ruedo por el Frente Progresista Cívico y Social, cuya columna vertebral es el socialismo. El diputado obtuvo apenas el 20% de los votos.

Frigerio y Pichetto tendrían una meta política de máxima con aquel grupo de mandatarios provinciales, a los cuales se empieza a bautizar como “Los tres mosqueteros”. Quizás una irreverencia para la historia escrita por Alejandro Dumas. La idea consiste que en octubre se puedan presentar con la llamada “lista corta”. Es decir, sin preferencia por algún binomio presidencial. El plan podría estar dentro del menú de Schiaretti. Su autonomía y la identidad definidamente antikirchnerista que en la provincia mediterránea posee el peronismo lo avalan. Las facilidades no serían similares para Bordet o Perotti.

El entrerriano fue un entusiasta impulsor de Alternativa Federal. Ese entusiasmo empalideció por dos razones. La resistencia de Lavagna a participar en internas para dirimir candidaturas. La vaporosidad que siempre exhibió Massa. A partir de dichas evidencias abrió un canal de diálogo con Alberto Fernández. Clave para que el ex gobernador K, Sergio Urribarri, declinara su espíritu de combate. La conexión se mantiene. Aunque no incluye hasta ahora otro compromiso.

Perotti asoma en una situación de mucha mayor complejidad. Ganó por sólo cuatro puntos de ventaja sobre los socialistas con una alianza donde el kirchnerismo tiene músculo. Varios integrantes de esa fuerza integran su lista de diputados. Selló, por otra parte, un acuerdo con la ex vicegobernadora María Eugenia Bielsa. Que en las PASO le arrimó casi 14 puntos. Decisivos, por lo visto, para la victoria del domingo pasado. La arquitecta, enemistada con Rossi, realizó una amalgama entre kirchneristas y sectores de la izquierda. Bielsa, más allá de muchas críticas, nunca ocultó sus preferencias por Cristina.

Muchos asimilan cierta vaguedad pública de Perotti a la escuela que supo imponer en su tiempo Carlos Reutemann. Por lo pronto, el gobernador electo tomó recaudos la misma noche del triunfo. Lo celebró sin compañías incómodas. Rossi aguardó en Rosario la posibilidad del éxito de su pupilo, Roberto Sukerman. Su gran votación, sin embargo, no le alcanzó para arrebatarle la intendencia de Rosario al radical Pablo Javkin. Un dirigente que arrancó su trayectoria en la militancia estudiantil. En las PASO desplazó a la socialista Verónica Irízar. Aquella ciudad resulta esquiva al peronismo desde que en 1983 regresó la democracia. Su último representante data de 1973.

La caída de Sukerman puede haber significado, al final, un alivio para Perotti. No le hubiera resultado sencillo congeniar su administración central con la intendencia provincial más importante en manos de un kirchnerista. El gobernador electo posee otros desafíos y recelos para superar. Bielsa ha sabido cuestionarlo por su abstención en el Senado cuando se votó el año pasado la despenalización del aborto. En las últimas horas, la modelo y panelista Amalia Granata salió a torearlo. Desde el extremo opuesto de la controversia.

Dijo que estaba aguardando el llamado de Perotti por su postura antiabortista. Granata fue electa diputada provincial con 280 mil votos por la agrupación UNITE, cuya plataforma excluyente es por ahora el rechazo al aborto.

La propia vicegobernadora electa, la jueza Alejandra Rodenas, le recordó este martes a Perotti el presunto compromiso con la fórmula de los Fernández. El senador aún no abrió la boca. Ni siquiera se sabe si estará el jueves próximo en Rosario en la presentación de “Sinceramente”, el libro de Cristina. La dura campaña podría inducirlo a tomar, quizás, unos días de vacaciones.

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