El disparador de su obra más conocida y recordada fue un estreno de la ópera Fausto de Gounod, con libreto de Michel Carrié y J. Barbier, en el Teatro Colón, al que el poeta y escritor asistió el 24 de agosto de 1866 (se publicaron, entonces, resúmenes en los periódicos y se hicieron traducciones del libreto). Aquella experiencia dio pie a Fausto, Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta Ópera, popularmente llamada El Fausto de Estanislao del Campo o El Fausto Criollo, que tras su publicación alcanzó casi de inmediato una enorme popularidad; una popularidad que ha persistido y aumentado, si cabe, hasta nuestros días.
Con el mismo espíritu festivo que transmite la lectura del poema, Fundación Alon para las Artes presenta por estos días una edición celebratoria de esa obra, de factura exquisita y que incluye las pinturas Benicio Núñez (Argentina,1924-1997), ilustrador eximio, aunque no reconocido en vida por la crítica en su justa dimensión.
Durante los años 80, Núñez fue conocido en todo el ambiente cultural. Sin embargo, fue “uno de los tantos artistas argentinos no reconocidos. Su arte consistió en transformar simples dibujos en obras admirables”, recuerda Jacobo Fiterman, coordinador general de la Fundación Alon, que ahora le rinde homenaje con esta obra en papel.
En el poema, el Pollo cuenta que llegó a la ciudad a cobrar una deuda y terminó entrando al Teatro Colón: un sitio inédito para el gaucho, que percibe con literalidad un espectáculo al punto de que la aparición del mismísimo Diablo es considerada un hecho cierto.
En ese marco, destaca la especialista, “la figura del Demonio de Núñez resulta escenográfica y sorprendente, acaso porque como él mismo contaba al evocar su infancia, debía exorcizarse de su propia mitología: ‘Los cuentos de aparecidos que se adueñaban del espacio, (...) y los feudos de La mujer sin cabeza, La llorona, El Lobizón’”.
El color juega, en este sentido, un papel crucial para la expresividad del artista que supo mirar con humor, pero también con amor, el mundo de esos dos gauchos 'conversadores': “El rojo ‘endemoniado’ y también apasionado, se bate a duelo con el azul de los uniformes militares y el amarillo radiante de los soles; el blanco y negro brinda forma y, a la vez, un tono emotivo, a la inmensidad del campo, las escenas del calvario de la prisión y la muerte de la protagonista y la imagen del Fausto arrepentido y el Diablo por fin vencido”, describe Martínez Quijano. “En suma, las palabras de Estanislao Del Campo y también de las pinturas de Benicio Núñez se confabulan para rescatar los valores –tapados y menospreciados- de la cultura popular argentina.”