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Viernes 09 de agosto de 2019
El entrenador xeneize que dice que River copió a Boca (trabajó en club entrerriano)
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El esfuerzo y la ilusión se resumen en una frase: "Dejé a mi familia y me vine a vivir acá por este sueño". Los afectos quedaron en Santa Fe, lejos del enorme y moderno predio que se levanta entre los bosques de Ezeiza. Ahí transcurren sus días, sus tardes y, muchas veces, también sus noches. Aunque bien podrían tratarse de las palabras de uno de los miles de pibes que sueñan con vestir la camiseta de Boca, quien las pronuncia es un hombre de 64 años: Oscar Regenhardt. Desde hace algunos meses se convirtió en el principal encargado de encontrar en los chicos que juegan a la pelota a los próximos futbolistas xeneizes. Captación, desarrollo y proyección son los ejes sobre los que inicia un trabajo con el que intentará volver a colocar en el primer equipo a jugadores surgidos de la cantera.

Cerca de la Navidad del año pasado recibió un llamado telefónico que lo sorprendió doblemente. La voz que lo saludaba, inesperadamente, era la de Nicolás Burdisso. En el avance de la conversación creyó adivinar el motivo del contacto. Al frente de las divisiones inferiores de Patronato, intuyó le pediría el pase de Mateo Burdisso, zaguero de la séptima división del club entrerriano. Pero el exjugador de Inter y la selección argentina no le hablaba por su hermano menor, sino para ofrecerle regresar a Boca y colocarse al frente del proyecto formativo del club.

"Me sorprendió cuando me dijo que había pensado en mí para que sea el coordinador de las inferiores. Fue una alegría total", recuerda. "Él vivió en la pensión y jugó en las inferiores. Además de haber ganado todo con Boca, de su carrera en Europa y de los Mundiales de Alemania y Sudáfrica, sabe lo que siente un chico en esta etapa. Conoce eso perfectamente y es algo que ayuda muchísimo".

En su primera etapa en Boca le daba indicaciones a Burdisso, de quien ahora recibe los lineamientos. Regenhardt había formado parte del proyecto juvenil que a mediados de los 90 lideraba Jorge Griffa. "En aquel momento, cuando llegamos, se creía poco en las divisiones inferiores", repasa. Hasta que un partido cambió la perspectiva y marcó un quiebre. En el verano del año 2000, un superclásico en Mar del Plata se pintó de azul y oro con un triunfo 2-1 conseguido por un equipo de jóvenes con goles de Alfredo Moreno y Sebastián Battaglia. "Desde ahí arrancó un proceso en el que los jugadores llegaban a primera, se vendían y ya había otros listos para reemplazarlos", recapitula quien dirigía la Reserva en el primer exitoso ciclo de Carlos Bianchi.

"Ahora no hay jugadores consolidados en la primera de Boca, salvo Carlitos (Tevez) que es de nuestra primera etapa. El mejor lugar de entrenamiento no te va a servir si no te enfocás en la captación; y en eso varios clubes nos han superado en el último tiempo. Se creció mucho en infraestructura y posibilidades de trabajo, pero hay que salir a buscar jugadores y en eso estamos, desde la base de los más chiquitos que juegan al futsal".

El grupo que encabeza y del que forman parte Abel Almada, Diego Mazzilli, Norberto Madurga y Roberto Passucci, en el primer cuatrimestre de 2019 observó a cerca de 15.000 chicos. Serán más de 30.000 cuando en octubre se complete el primer tramo de reclutamiento programado. Las pruebas en distintos puntos del país son el primer filtro para luego sí realizarlas en el complejo del sur bonaerense.

Lograr que un jugador con virtudes evolucione a una versión más completa requiere encontrar "el equilibrio entre el perfil apuntado y las aptitudes que ya tiene cada chico; eso se consigue en un contexto favorable, con compañeros de jerarquía". La meta es elevar la vara de exigencia: "Es importante que el primer rival, bien entendido, sea el compañero con el que pelea por la titularidad. No es buena la comodidad de saber que no hay otro detrás; y acá encontramos eso".

En su escritorio hay una computadora. Está apagada, no la usa. Todas sus anotaciones, los registros que lleva y los mapas de planificación están en carpetas bien organizadas. Pese a la brecha generacional tiene presente la implicancia de la tecnología en la vida de los jugadores juveniles. Por eso, "el celular es elemento que se integra como una herramienta más en lugar de combatirlo", en algunos casos con videos y como canal de comunicación con los cuerpos técnicos.

Regenhardt vive a pocas cuadras de la Bombonera y sus días comienzan antes de las 6 de la mañana. Ingresa bien temprano en el complejo de Ezeiza y ahí espera la llegada de los técnicos y preparadores físicos de cada división para un desayuno compartido en el que repasan lo sucedido el día anterior y la planificación semanal estipulada. Lo que sigue se reparte entre la oficina que ocupa y el constante recorrido por cada una de las canchas de entrenamiento.

Está convencido que hay una identidad boquense, la de "entrega y practicidad". "Sabemos cuál es el jugador para este club, no podemos mirar para otro lado. Hay un estilo de jugador de Boca, y hay que recuperarlo. En un momento la idea futbolística, no sé por qué, se cambió. Necesitamos jugadores con una entrega total y que jueguen bien, claro; pero lo fundamental es ese corazón que pide el hincha. Por eso hubo partidos en donde los más aplaudidos fueron (Naithan) Nandez y (Julio) Buffarini. Meter y jugar, de eso se trata. River copió a Boca y por eso logró todo lo que logró. Y Boca no sé qué quiso copiar", lanza.

Sin embargo, es un terreno en el que prefiere no ahondar y por eso cuando se le pregunta por el actual momento del equipo, con las críticas repartidas incluso por exjugadores, se excusa porque el fútbol profesional no lo involucra. Aunque aclara: "Tenemos una buena armonía de trabajo con Gustavo (Alfaro), estamos en contacto. No hay una gran cantidad de jugadores para tirar ya a la primera, pero el de a poco los va llevando".

"Desde la llegada de Nico hay cosas que se pueden hablar. No es un buen mensaje para los chicos que están en las inferiores que se traiga a un arquero suplente por dos partidos, como pasó. Pero eso tiene que ser una política del club. Si el técnico de primera no te abre la puerta, todo el proceso que hagas en inferiores no sirve".

La potencia económica de Boca para comprar y vender jugadores no excluye a las divisiones inferiores. Para Regenhardt, incorporar juveniles resulta indispensable en ciertas ocasiones para dar un salto de calidad, como cuando el club invirtió casi un millón de dólares en sumar desde Argentinos Juniors a Juan Román Riquelme, Fabricio Coloccini, César La Paglia, Carlos Marinelli, Emmanuel Ruiz y Pablo Islas. Del otro lado, entiende que transferencias como las de Leonardo Balerdi y Facundo Colidio son imposibles de evitar.

"Lo que hay que lograr es que detrás del jugador vendido haya otro que pueda ocupar su lugar. Hay que volver a generar esa continuidad, porque la cadena en algún momento se rompió. Es lo que vamos a intentar recuperar", se esperanza.

Cruzar la frontera del fútbol infantil al juvenil y más tarde migrar a la Reserva resultan tránsitos complejos. Las diferencias en el desarrollo físico y la maduración emocional deben ser atendidas en cada caso. "Les tenemos que inculcar a los chicos que no se desesperen. Ahí es determinante el entorno; primero, de los padres, que reclaman que jueguen sus hijos y, después, porque las carencias económicas de una familia son un elemento de presión para un chico que quiere jugar al fútbol".

Entre los tiempos que corren y la vuelta a las fuentes, Oscar Regenhardt confía en quebrar la lógica de los últimos años para que Boca vuelva a sacar jugadores de sus inferiores, futbolistas que se embanderen con su historia y sigan haciendo latir a la Bombonera.

Los ejemplos de Weigandt y Capaldo

Chicos que desplazaron a otros más experimentados: Gustavo Alfaro tomó decisiones importantes para los octavos de final de la Libertadores ante Paranaense. Y allí fue cuando aparecieron como titulares dos juveniles: Marcelo Weigandt (19 años) y Nicolás Capaldo (21), relegando a jugadores más experimentados como Julio Buffarini y Jorman Campuzano. Los dos respondieron tanto en Brasil como en la Bombonera, colaboraron para que la clasificación a cuartos de final sea sólida.

Almendra, Obando y otros casos: Agustín Almendra (19 años) tiene proyección, pero aún no termina de mostrar su potencial cuando Alfaro lo pone. Suma 28 partidos y un gol. Agustín Obando (19) es un volante zurdo que fue titular en la Superliga (7 partidos, 5 desde el arranque); Brandon Cortés (18) es un delantero que hace goles en la reserva y que el DT le dio minutos, pero con las llegadas de Hurtado y Soldano quedaría relegado. Manuel Roffo (19) es el tercer arquero del plantel.

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