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Sábado 07 de septiembre de 2019
Tensiones y enigmas de la reunificación peronista (referencia al gobernador de Entre Ríos)
Peronismo

Alberto Fernández puede considerarse una rara avis dentro del universo peronista. Sin un carisma rutilante ni votos propios, el candidato del Frente de Todos se convirtió, paradójicamente, en el vaso comunicante de los distintos sectores que se declaman herederos y exégetas de Juan Perón pero, amparados bajo ese rótulo genérico, profesan posturas ideológicas distintas, hasta antagónicas. Esta situación ciertamente inédita en la historia del peronismo despierta un sinnúmero de dudas e inquietudes sobre cómo será la interacción de estos sectores y, por ende, cómo se reconfigurará el mapa político argentino si Fernández replica en octubre el triunfo contundente obtenido en las primarias y accede a la presidencia el 10 de diciembre próximo.

Para plantearlo sin vueltas: ¿ quién manejará la lapicera del poder, Alberto Fernández o Cristina Kirchner, la figura que le cedió el protagonismo en la fórmula presidencial y, por ende, a quien le debería el acceso a la Casa Rosada? ¿Con Fernández regresará el kirchnerismo al poder o bien fundará una nueva corriente, el "albertismo"? ¿Será el nuevo presidente -si Fernández resulta elegido- el conductor natural del peronismo o deberá dirimir la jefatura como lo hizo Néstor Kirchner con Eduardo Duhalde en las elecciones legislativas de 2005? Cualquier respuesta taxativa a estos interrogantes, cuando todavía no se resolvió la compulsa general de octubre, sonaría quimérica. El resultado de las elecciones será clave como punto de arranque para el análisis y, posteriormente, para empezar a sacar las primeras conclusiones. No será lo mismo que Fernández, si gana en octubre, obtenga un porcentaje todavía mayor al que cosechó en las primarias o si, por el contrario, Cambiemos logra acortar la brecha de 16 puntos que lo separó del Frente de Todos. Otra variable fundamental será el desempeño de Axel Kicillof en Buenos Aires: buena parte de la atención se focalizará en ver si el candidato a gobernador y favorito de Cristina Kirchner saca más o menos votos que Fernández. Y cuántas bancas en la Cámara de Diputados cosechará la expresidenta en el principal distrito del país.

Posturas antagónicas

Hasta tanto estas cuestiones se develen, la incertidumbre da rienda suelta a todo tipo de elucubraciones. Las posturas, antagónicas, se resumen en dos: hay quienes, dentro y fuera del peronismo, afirman que Fernández será un títere de Cristina Kirchner y que la expresidenta será quien maneje el poder real, mientras que Fernández tendrá solo el poder formal. En la otra vereda, quienes hoy rodean al candidato del Frente de Todos aseveran que la decisión de Cristina Kirchner de correrse a un lado en la fórmula no es una impostura. Insisten en que ella no interferirá en la gestión y que si decidió no ser candidata fue porque entendió que, ante el rechazo que despierta en un sector de la sociedad, no podía ser la convocante de una coalición opositora amplia capaz de vencer a Mauricio Macri en las urnas.

Fernández, con su discurso de que no replicará el reinado kirchnerista si él accede a la presidencia, convenció a los distintos sectores del peronismo, otrora enfrentados, a que confluyeran en el mismo espacio como única posibilidad de recuperar el poder perdido. Uno de los rasgos distintivos que a priori se puede observar de esta nueva amalgama peronista es que los sectores que la componen no parecen dispuestos a ceder su autonomía y su identidad, es decir, su poder propio. La dinámica se insinúa distinta a la del kirchnerismo, donde a fuerza de "látigo y billetera", se instauró un liderazgo vertical y sin dobleces. Dicho de otra manera, los socios de Fernández en el Frente de Todos imaginan un liderazgo más horizontal en el que ellos tendrán el papel de aliados, no de súbditos.

Antes de avanzar, conviene identificar esos sectores que orbitan en torno de Fernández. Están, por caso, los gobernadores peronistas. Algunos de ellos, como Gustavo Bordet (Entre Ríos), Juan Manzur (Tucumán), Sergio Uñac (San Juan) y Domingo Peppo (Chaco), fueron activos refractarios de una posible candidatura de Cristina Kirchner, pero aceptaron de buena gana apoyar a Fernández ante la expectativa de retomar las riendas del poder nacional. Así fue como el postulante del Frente de Todos logró reunir, en un mismo escenario, a una docena de gobernadores peronistas junto a la expresidenta en el acto de cierre de campaña previo a las primarias, en Rosario.

"Vamos a construir un país donde el sistema federal funcione. Vamos a tener un gobierno donde gobiernen 24 gobernadores con un presidente", exclamó el candidato. Música para los oídos de los mandatarios provinciales.

Nada es tan lineal

Otro sector peronista aliado de Fernández es el sindicalismo. La mayoría de los gremios se acomodó detrás de la candidatura de Fernández y de su promesa de que no instrumentará una reforma estructural de las leyes laborales. Sin embargo, no todo es tan lineal y los matices auguran futuras tensiones. En efecto, dos eternos rivales, el jefe de la CGT Héctor Daer, y el líder de los camioneros Hugo Moyano, junto con el jefe de los bancarios Sergio Palazzo, se disputan las preferencias de Fernández. A priori, el camionero parece llevar ventaja: días atrás cenaron juntos y se mostraron para la foto con la camiseta de Independiente, el club de los amores de Moyano. Igualmente, nada está dicho aún: la reunión de Fernández con Marcos Galperin, el fundador de Mercado Libre con quien Moyano se enfrentó en más de una oportunidad, encendió las alarmas sindicales. Galperin es, además, uno de los más activos promotores de una reforma laboral. Fernández ya desechó esa posibilidad, pero sí se mostró dispuesto a aceptar la flexibilización de los convenios colectivos siempre y cuando exista el aval de los sindicatos. "No puede ser que para una pyme contratar gente sea una hipoteca", tradujo Sergio Massa, uno de los aliados de Fernández.

Massa, líder del Frente Renovador, es un referente clave del entorno de Fernández. Su aporte consolidó la unidad del peronismo en detrimento de la tercera vía, encarnada en Roberto Lavagna, que terminó por diluirse. La unificación del peronismo explica, en buena parte, el abultado triunfo de Fernández sobre Macri en las primarias, y Massa se atribuye parte de ese logro. El tigrense, sin embargo, no se dice "albertista" ni está dispuesto a ceder su autonomía; esa fue una de las condiciones para el acuerdo con Fernández. Massa será, seguramente, el futuro presidente de la Cámara de Diputados; desde este sitial buscará articular una base política amplia, con peronistas y aliados, que allane la sanción de las leyes del eventual gobierno peronista. En el Congreso deberá convivir con Cristina Kirchner, a quien enfrentó y derrotó en las elecciones de 2013. Si bien la distancia entre ambos se acortó desde que comparten la misma boleta electoral, las desconfianzas todavía persisten, pese a los buenos oficios de Eduardo "Wado" de Pedro y Máximo Kirchner, los interlocutores entre ambos.

Además del Frente Renovador, el Frente de Todos también incorporó a un sector del progresismo. Entre ellos, Libres del Sur, con Fernando "Pino" Solanas como primer candidato a diputado nacional; el Movimiento Evita, con Fernando "Chino" Navarro y Leonardo Grosso como sus principales referentes, y la agrupación Patria Grande, que lidera Juan Grabois -el mismo que reclama un debate sobre la reforma agraria- y que lleva a Itaí Hagman como candidato a la Cámara baja. Estos sectores, que hacen de la movilización y la protesta callejera su ejercicio de poder, accedieron a converger con el peronismo ortodoxo con el solo objetivo de derrotar a Macri, pero no parecen dispuestos a postrarse ante el altar de Fernández. Uno de los desafíos del candidato, si resulta electo, será contener los bríos de estas agrupaciones si la economía no muestra signos vitales de crecimiento.

Por último, el kirchnerismo. El liderazgo de la expresidenta quedó expuesto con el apabullante triunfo de su principal referente, Kicillof, en Buenos Aires. ¿Será el territorio bonaerense el bastión donde se acaudillará el kirchnerismo para condicionar la gestión de Fernández? Esa es una de las dudas principales. También, la relación de Kicillof con los intendentes peronistas: el economista y los nuevos barones del conurbano parecen tallados en distinta madera. Pero la gran incógnita es qué dinámica tendrá la relación entre Fernández y la expresidenta si resultan electos. Las declaraciones públicas del candidato después de las primarias y en medio del tembladeral económico y financiero no hicieron sino ahondar las dudas. ¿Cuál de los dos es el verdadero Alberto Fernández: el candidato con discurso moderado en el Malba que garantizó, frente a un auditorio repleto de empresarios, que no promovería el default de la deuda, o el que embistió, incendiario, contra el Fondo Monetario Internacional por su supuesta complicidad con el gobierno macrista para endeudar a la Argentina? No son pocos quienes creyeron escuchar, detrás de estas últimas declaraciones, la voz de Cristina.

"En este caso, el poder se llama Cristina Fernández de Kirchner -reflexiona el filósofo Santiago Kovadloff-. Creo que [Alberto Fernández] no va a tener posibilidades de ejercer un gobierno independiente de las presiones kirchneristas y sindicales. El abrazo con los Moyano es un indicio que revela un posicionamiento ineludible por parte de Fernández. La heterogeneidad aparente del peronismo encuentra su espacio de convergencia en la hegemonía kirchnerista. Finalmente, la palabra 'Kirchner' es más poderosa que la palabra 'Fernández'".

Miguel Pichetto no es solo candidato a vicepresidente de Macri; es, también, un peronista veterano que conoce como pocos el paño por haber mantenido durante años trato directo con ambos actores, Fernández y Cristina Kirchner. "No es que no le crea a Alberto Fernández, es que el poder está en otro lado -insiste Pichetto-. Esa fuerza política tiene un liderazgo claro, nítido, fortalecido por el resultado y hasta también por sus ideas. La expresidenta cree que ganaron sus ideas".

Otro veterano del peronismo, Julio Bárbaro, un crítico consuetudinario del kirchnerismo, sostiene lo contrario. "Alberto no es un títere, es hijo del poder. No es [Oscar] Parrilli, no es [Daniel] Scioli: es otra cosa. Es lo más parecido a Néstor Kirchner en lo que se refiere a la concepción de poder. El suyo no será un gobierno kirchnerista; será un gobierno peronista", asevera.

Final abierto

Los que frecuentan el búnker de Fernández en la calle México coinciden. "Cristina está corrida y descansa en la conducción de Alberto, que es el que toma las decisiones. No veo tensiones entre ellos, al contrario. Si se gana la Nación y la provincia de Buenos Aires, habrá cargos para todos los sectores y los melones se van a acomodar en el carro. Pero a lo que hay que prestar atención es a la calle, a la movilización popular si la economía no se encauza", advierte un peronista muy cercano al candidato.

La economía es el primer gran desafío que deberá afrontar Fernández, de ser electo. "El escenario va a ser tan complejo que no habrá lugar ni tiempo para tensiones intestinas: habrá que gobernar para sacar al país adelante. Por eso Alberto, si gana, va a convocar a todos, además del peronismo: va a llamar a Lavagna, al radicalismo. Eso es lo que se viene", augura Carlos Castagneto, diputado cercano a Fernández.

Ana María Mustapic, politóloga, magíster en filosofía política y autora de numerosos ensayos sobre el peronismo, tampoco vislumbra en lo inmediato una tensión entre Fernández y la expresidenta. Sostiene que la complejidad de la crisis que enfrentará el eventual gobierno peronista será el factor que mantendrá aglutinados a los distintos sectores y solapadas sus diferencias hasta que pase la tormenta. En el ínterin, Fernández procurará consolidar su base de poder interno. "Si la economía se encauza y crece, será otra la historia. Entonces habrá que prestar atención a la actitud que adopten los actores que ahora acompañan a Fernández pero que, eventualmente, podrían disputarle el poder. Podría ser Cristina, pero también Massa, que nunca depuso sus ambiciones presidenciales", auguró.

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