Hay un hilo común que conecta a la localidad de Colonia
Merou, en Entre Ríos y a Hannover, en Alemania. Aunque haya miles y miles de
kilómetros de distancia ambos lugares, en los últimos días ambos fueron
protagonistas de actos de protesta de productores agropecuarios con un mensaje
similar: ser escuchados cuando se toman medidas en favor del medio ambiente.
En el caso de los productores entrerrianos, se trata de un reclamo para que la justicia provincial determine un criterio claro sobre las distancias mínimas a partir de las cuales se pueden hacer aplicaciones terrestres y aéreas. Un decreto del Ejecutivo provincial había establecido en 100 metros para las terrestres y 500 para las aéreas, pero un juez, Virgilio Galanti, determinó que eran inconstitucionales e ilegales los artículos del decreto que redujeron las distancias de aplicación.
Sostuvo que debía tomarse como válida la decisión del
Superior Tribunal de Justicia de establecer una distancia mínima de 1000 metros
para las terrestres y 3000 para las aéreas. Los productores entrerrianos
advierten que, de adoptarse definitivamente ese criterio, está en riesgo el 35%
de la producción agrícola de la provincia ya que quedarían unas 300.000
hectáreas sin posibilidad de producir. Piden que el Superior Tribunal se vuelva
a expedir. Obviamente que no solicitan "carta blanca" para aplicar de
cualquier forma y en cualquier lugar.
Sobre el tema, vale recordar la resolución conjunta 1/2018 de los entonces ministerios de Medio Ambiente y Agroindustria sobre Buenas Prácticas en materia de productos fitosanitarios. Recomienda "especial atención sobre las aplicaciones en zonas de amortiguamiento o "buffer" adyacentes a áreas que requieren especial protección". Y, al respecto propone a las jurisdicciones provinciales "formular recomendaciones respecto de cómo mejorar la adopción de las buenas prácticas de aplicación de fitosanitarios" y "fortalecer los sistemas de control y monitoreo".
En cuanto a las distancias no fija una cantidad de metros
determinada sino que "los metros de retiro pueden ser de unas pocas
unidades bajo ciertas circunstancias, o de unos cientos bajo otras, o puede no
ser necesario fijar una distancia sino restricciones fundadas en los tipos de
productos o condiciones meteorológicas". Además, dice que "el proceso
de diseño e implementación debe realizarse de manera participativa y sobre la
base de información científica y tecnológica relevante, disponible, adecuada y
actualizada".
Esta norma, de febrero del año pasado, contiene también una serie de recomendaciones a municipios y provincias sobre cómo trabajar en un sistema de monitoreo y control con todas las partes involucradas. Quien quiera hacer un trabajo serio tiene una referencia por dónde empezar.
En Alemania, además de Hannover, hubo protestas en otras 16 ciudades con miles de productores que sacaron sus tractores a la ruta para expresarle al gobierno de Angela Merkel que no estaban de acuerdo con una serie de cambios recientes de la política agrícola con argumentos ambientales. "No somos contaminantes ni depredadores de animales", fue una de las consignas de los productores alemanes que formaron una coalición nacional llamada "el campo une". Hace unas semanas hubo también una propuesta similar en Holanda. Los productores europeos están cansados de que se los acuse de ser los culpables por el cambio climático.
Las inquietudes de entrerrianos y alemanes reflejan la
necesidad de que la política pública tenga en cuenta a la producción
agropecuaria en sus decisiones. En el XXIV congreso de Aapresid, realizado en
2016, un senador norteamericano por el Estado de Nebraska, John Kuhen, hablaba
de la necesidad de establecer una norma para asegurar el "derecho a
producir", para que las medidas de protección ambiental tengan base
científica. ¿Habrá que discutir también ese derecho?
Hoy la preocupación por el cuidado del medio ambiente está en el tope de la agenda pública, aunque en la mayoría de los casos con argumentos contradictorios. Para la clase política es más fácil inclinarse por quien presenta el argumento más emocional posible que por quien recurre a las evidencias técnicas. El atajo de la decisión demagógica está siempre a mano. La voz de la producción tiene que ser escuchada.