CÓRDOBA.- El presidente electo, Alberto Fernández, logró
encolumnar a los gobernadores peronistas detrás de su candidatura, con
excepción del cordobés Juan Schiaretti. Pero, a la hora de gobernar, deberá
lidiar con un bloque heterogéneo, que arrastra diferencias internas desde hace
años, solo maquilladas por estar en la oposición a Mauricio Macri.
Esas brechas se vuelven evidentes en el flanco fiscal: las
provincias mineras y agrícolas no quieren un aumento en las retenciones, otros
distritos barajan la idea de un pacto productivo y un último grupo no descarta
la emisión monetaria como herramienta contra la recesión, tal como lo
plantearon algunos gremialistas la semana pasada.
Por ejemplo, Schiaretti, el electo Omar Perotti en Santa Fe
y Gustavo Bordet en Entre Ríos tienen diferencias importantes (y no solo
económicas) con el tándem que incluye a Juan Manzur y al formoseño Gildo
Insfrán. A Cristina Kirchner le responderán Axel Kicillof; el chaqueño Jorge
Capitanich, y su cuñada, Alicia Kirchner, en Santa Cruz.
La nueva configuración del PJ quebró al "club de
gobernadores" que trabajó en tándem en los últimos años, en especial para
sacar adelante el pacto fiscal firmado en 2017 y que está virtualmente frenado
de cara al año que viene, porque es casi seguro que no seguirán las bajas de
impuestos previstas (ver aparte). Las restricciones presupuestarias hacen
difícil que así sea.
Fernández insiste en que el 10 de diciembre "empieza
una Argentina gobernada por un presidente y 24 gobernadores", pero no
desconoce que deberá consensuar intereses e incluso pensar en alguna ley marco
que le permita, si es necesario, "disciplinar" a los mandatarios.
Distintas fuentes consultadas por LA NACION coincidieron en
que la mayoría de los gobernadores tienen en común el interés de plantarse como
una suerte de "contrapeso" al kirchnerismo duro. Pero, más allá de
eso, pesan los intereses de cada distrito y la diferente concepción de la
economía de los mandatarios.
Hay contactos informales tratando de coordinar una estrategia, pero en los distintos sectores admiten que avanzan sin conocer cuáles son los planes concretos de Fernández. Schiaretti, Bordet, Perotti y Uñac comparten que sin determinadas reformas y reconversiones en la producción la economía no arrancará y se estancarán los ingresos propios y los que reciben desde la administración central.
Para el presupuesto y los primeros paquetes de leyes, Sergio Massa deberá negociar con estos mandatarios y Fernández deberá pensar en esquemas de "compensación" si las normas que impulsa no favorecen a esas provincias.
Los gobernadores de economías altamente dependientes del
campo y la minería no comparten la suba de retenciones como fuente de
financiamiento, ya que no solo es una carga no coparticipable, sino que afecta
Ganancias, que sí se reparte. Una reprogramación de las deudas provinciales
acerca a algunos peronistas con quienes estarán en la oposición, como los
mandatarios de Mendoza y Jujuy.
En términos de decisiones económicas las provincias juegan
un rol clave: equivalen -junto con los municipios- a la mitad del gasto público
consolidado (18 puntos sobre 38 del PBI).
Desde el Ieral, y en línea con lo que sostienen algunos gobernadores, el economista Jorge Vasconcelos destaca que en la actual gestión hubo un "significativo incremento de transferencias automáticas" a las provincias (del 26% al 32%), con un fuerte sesgo federal en el plano fiscal, pero plantea que ahora se requiere un "nuevo" pacto, con perfil productivo.
"En 2017, los incentivos fiscales fueron filtrados por una visión de 'grieta' entre industria y servicios; la reconversión productiva necesita dejar atrás esa grieta", grafica Vasconcelos.