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Domingo 24 de noviembre de 2019
Mantener la unidad e impulsar la agenda oficial, los nuevos desafíos de Máximo Kirchner (referencia a diputado entrerriano electo)
MaximoKirchner

El 25 de agosto de 2016, en los albores del gobierno de Mauricio Macri, Alberto Fernández llamó por teléfono a Máximo Kirchner. "No hagas una locura mañana. Sos un dirigente con mucho futuro", le dijo, con tono preocupado. Fue un día antes del cierre de la "marcha de la resistencia", una protesta que protagonizaron el hijo de la expresidenta y Hebe de Bonafini, en la Plaza de Mayo. A contramano de algunos pronósticos, el acto concluyó sin incidencias.

Pese a que hacía ocho años que no hablaba con Cristina Kirchner, Fernández no perdió el contacto con Máximo. El líder de La Cámpora fue desde octubre de 2017 una pieza clave en el reencuentro de la expresidenta y de su exjefe de Gabinete, y resultó decisivo en la reconciliación del kirchnerismo con Sergio Massa. "Hablá con todos", fue lo primero que Fernández le pidió esta semana, después de que, en el reparto de piezas acordado con Cristina, Máximo quedó ungido como jefe de la bancada del Frente de Todos en la Cámara de Diputados.

El hijo de la expresidenta asegura que la última palabra la tuvo el presidente electo y que, lejos de significar un límite para el poder presidencial, su designación apunta a fortalecer la construcción del Frente de Todos y expresa la voluntad de atar la suerte del kirchnerismo al éxito de la gestión de Fernández. "Este es nuestro gobierno. No nos vamos a recluir en la provincia de Buenos Aires, ni la vamos a mirar desde afuera para señalar con el dedo lo que salió mal", dijo Máximo el viernes, en un despacho del tercer piso de Diputados, antes de asumir el mayor desafío de su trayectoria política.

El hijo de la expresidenta no niega que la incidencia que tendrá Cristina excede por lejos la de sus antecesores y representa una experiencia sin precedentes en la Argentina. Pero reniega de los pronósticos sobre una disputa segura entre Fernández y su vicepresidenta. "Lo peor que nos puede pasar es pelearnos entre nosotros. No hay margen para una cosa así", dice, antes de hacer un repaso por las crisis políticas que azotan a distintos países de la región. Explica además que para encarar las urgencias económicas y sostener la unidad de la coalición de gobierno es conveniente tener una bancada unificada, y no un interbloque.

El líder de La Cámpora y el presidente electo hablan casi todos los días vía Whatsapp. El diálogo se intensificará a partir del 10 de diciembre, cuando Máximo debute en su nueva función. "La prioridad serán los proyectos del Poder Ejecutivo", responde, cuando le preguntan sobre la agenda legislativa que impulsará como jefe de bloque. ¿Estaría dispuesto a impulsar proyectos impopulares, como una reforma laboral, si el presidente se lo pide? "Eso no va a pasar. Habrá proyectos más o menos populares, pero Alberto no va a mandar proyectos impopulares. Si tuviera alguna duda, no habría aceptado ser jefe de bloque", sentencia, pero concede que la crisis económica acotará el margen de maniobra del nuevo oficialismo.

En paralelo a esa agenda prioritaria, el futuro jefe de bloque del Frente de Todos trabaja en dos iniciativas que pretende impulsar. La primera: una reforma a la ley de cannabis medicinal, para permitir el autocultivo a las familias que lo necesitan. "No puede ser que las madres de chiquitos con enfermedades estén con el corazón en la boca por el temor a que las manden presas", dijo, en un despacho del tercer piso de Diputados. La segunda: una ley de derecho al olvido en Internet, para la supresión de datos falsos que afecten la reputación de las personas.

La jefatura de bloque lo obligará a abandonar el bajo perfil y a hablar en público mucho más de lo que lo había hecho hasta ahora. Pero no se imagina como un jefe de bloque tradicional. Les comentó a sus colaboradores que quiere una bancada en la que el juego se reparta de manera más pareja, incluso en los discursos de cierre, espacio casi exclusivo de los presidentes de bloque. "No soy un todólogo. En determinados temas habrá gente más capacitada para hablar, diputados y diputadas que necesiten crecer y potenciarse", les anticipó. Con resignación, acepta también que deberá vestir más seguido de camisa. Pero avisa que seguirá sin probarse una corbata.

Para evitar "encerrarse" y mantener presencia territorial en la provincia de Buenos Aires, le pidió al secretario general de La Cámpora, el Cuervo Andrés Larroque, que organice actividades todas las semanas. "La idea es seguir haciendo actos como en los últimos años y también ir a las unidades básicas y hablar para 50 o 60 compañeros", le precisó.

En el reparto de funciones legislativas, Máximo imagina que Massa quedará a cargo de la obtención del quórum. El Frente de Todos empezará el gobierno con un bloque de 110 diputados, 19 menos que los necesarios para el inicio de las sesiones. "La oposición deberá hacerse cargo si decide paralizar el Congreso", advierte, anticipando algunas de las batallas que podrían librarse a partir del 10 de diciembre. Máximo tiene relación con Cristian Ritondo, futuro jefe de Pro, pero no habla con el radical Mario Negri ni con los diputados de la Coalición Cívica. Sospecha que estos últimos podrían convertirlo en banco permanente de denuncias de corrupción. "Si caen en eso, arrastro la marca", le resta importancia.

La tarea principal de Máximo será mantener la cohesión interna en la bancada oficialista y responder ante los pedidos de Fernández. Tendrá como principal sostén para el trabajo legislativo a Cristina Álvarez Rodríguez, que mantendrá su lugar como secretaria parlamentaria. El hijo de la expresidenta se apoyará también en el presidente del PJ, José Luis Gioja, y en tres gobernadores que el 10 de diciembre asumirán como diputados: Sergio Casas (La Rioja), Rosana Bertone (Tierra del Fuego) y Lucía Corpacci (Catamarca). También le genera expectativa compartir la cámara con Leopoldo Moreau; el actual vicegobernador de Santa Cruz, Pablo González; el Gallego Héctor Fernández, jefe de la agrupación Peronismo Militante, y el exministro de Economía de Entre Ríos, Marcelo Cassaretto. "Hay lugar para todos", dice, con el tono ecuménico, que ensaya para su nueva tarea.

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