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Miércoles 05 de febrero de 2020
Embajadas como botín político (entrerriano ocupará una)
casarosada

Nuevamente, como sucede con cada cambio de gobierno, se reabre el tema en torno de la designación de los denominados embajadores políticos, es decir, funcionarios para las representaciones en el extranjero que no han sido formados en el Servicio Exterior de la Nación, invalorable creación del doctor Carlos Muñiz.

Desde estas columnas siempre hemos opinado que el nombramiento de embajadores políticos debería ser solo excepcional. Por una equivocada ley, el Poder Ejecutivo está habilitado para designar hasta un máximo de 25 representantes en el exterior dentro de esa controvertida categoría, pero de ningún modo el marco legal faculta a ocupar esos lugares con personas que no tengan experiencia, que carezcan de idoneidad para la trascendente labor de representar al país en el exterior. Menos aún, para que se asignen a esos puestos cuestionables personajes que, incluso, hayan dejado mal parado al país por su mal comportamiento en funciones pasadas.

Es muy cierto que ha habido algunos embajadores políticos que han hecho honor a sus designaciones.

Generalmente, estas se vinculan con la necesidad de los gobernantes de recompensar a determinadas personas con un nombramiento una vez en el poder, ya sea porque se les debe algún favor personal o partidario.

Los diplomáticos profesionales o "de carrera" se forman durante años en el ejercicio de esa difícil tarea y ascienden en el escalafón conforme su desempeño. Coronar sus esfuerzos con una designación como embajadores representa, además de una cuestión lógica, un aliciente para el diplomático, que ve alcanzadas así sus máximas aspiraciones de crecimiento personal y profesional. No están exentos de cometer errores, pero están formados para sortear dificultades y proceder en consecuencia, además de manejar mínimamente con solvencia otro idioma, un requisito ineludible en el mundo de hoy.

Hubo ya otras épocas como la que pareciera estar iniciándose hoy en que se abusó, lisa y llanamente, de la designación de allegados y amigos del poder como embajadores políticos. La década del 90 fue una de las más nefastas en ese sentido.

Los gobiernos no deberían apelar a esas designaciones, sino en circunstancias extraordinarias en las que razones estratégicas de Estado así lo requirieran.

Dos de los casos más lamentables del gobierno de Mauricio Macri han sido las designaciones como embajadores políticos en Panamá de Miguel del Sel y de Luis Juez, en Ecuador.

En cambio, tuvieron buenos desempeños en la era Macri los embajadores políticos Diego Guelar (China); Ramón Puerta (España), Marcelo Stubrin (Colombia), Mariano Caucino (Israel), Fernando Oris de Roa (Estados Unidos) y Octavio Bordón (Chile).

Durante el actual gobierno, empezaron a circular nombres de posibles embajadores políticos. Muchos ya fueron confirmados, aunque resta que sus pliegos sean aprobados por el Senado. Algunos merecen serios reparos, como por ejemplo:

Brasil: Daniel Scioli fue uno de los primeros en ser designado por Alberto Fernández. El exvicepresidente de la Nación cuenta con experiencia política, pero carece de solvencia técnica como para liderar una sede tan delicada y tan importante económica y políticamente como es Brasil para nuestro país. Por otro lado, la postura personal de Scioli como defensor de Lula da Silva, expresidente condenado a varios años de prisión por corrupción y enfrentado con la actual administración de Bolsonaro, agrava el desatino de esta postulación.

España: Ayer mismo, la opinión política del país fue sacudida por la novedad de que el exdiputado nacional Ricardo Alfonsín será embajador en España. No es que la trayectoria de este político bonaerense haya sido significativa. Significativo ha sido su apellido que, en una confirmación de la cultura necrófila argentina, lo impelió a la muerte del padre, el expresidente y líder radical, de un día para otro a aspiraciones de una altura reservadas en el viejo partido a figuras con otro tipo de servicios y trayectorias. Su disidencia con la conducción de la UCR desde la constitución de Cambiemos ha sido tan notoria como la representación que alegó de un grupo minoritario interno. Entre la vasta casuística de razones que llevan a abultar el servicio exterior con personas extrañas a la diplomacia, el caso de Alfonsín se ciñe al apellido al que responde y a la perplejidad inevitable que produce su designación.

China: Antes de designar al reconocido embajador de carrera Luis María Kreckler, el país estuvo a punto de poner en cabeza de semejante destino a Sabino Vaca Narvaja, un candidato que de ninguna manera da con el perfil de experiencia y de trayectoria que demanda el gobierno chino para un puesto de esa categoría. Vaca Narvaja ha quedado ahora como segundo de Kreckler.

Rusia: Es una muy mala señal para el mundo que se envíe a Alicia Castro a tan importante destino. Ha dejado una pésima imagen cuando fue embajadora en Londres. La virulencia de su lenguaje para con las autoridades británicas y la pobre actuación respecto del delicado reclamo de soberanía por las islas Malvinas deberían inhabilitarla para volver a ejercer el mismo rol en cualquier otro país.

Israel: Sergio Urribarri, de pésima gestión como gobernador de Entre Ríos, es otro de los confirmados para el cargo de embajador. No cuenta con antecedentes que lo habiliten y es bien conocida su falta de capacidades profesionales para la diplomacia.

México: Carlos Tomada es el candidato a embajador en ese destino. Exministro de Trabajo de Néstor y Cristina Kirchner, el Gobierno entiende que sería la persona adecuada para llevar adelante una relación ideológico-comercial productiva con el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Uruguay: El candidato es Alberto Iribarne, funcionario de Carlos Menem. Durante el gobierno de Néstor Kirchner fue jefe de la Sindicatura General de la Nación y ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.

Paraguay: Domingo Peppo, exgobernador del Chaco, cuya gestión provincial no es precisamente recordada por haber sido exitosa, resultó premiado con la embajada en el vecino país. Curiosa decisión de Alberto Fernández, quien en un tuit de 2017 tras la frustrada reforma jubilatoria de Macri, tildó a Peppo, sin ambages, de "pelotudo". A lo que el entonces gobernador le respondió con otro tuit en el que acusaba a Fernández de pertenecer a la "vieja política".

Bolivia: Versiones que indicaban que podría volver a ocupar esa sede el sindicalista aeronáutico Ariel Basteiro habrían quedado sin efecto tras haber sido designado titular de Astilleros Río Santiago. De lo contrario, sería otra lamentable postulación.

Perú: El gobierno argentino ha propuesto como embajador al exvicepresidente de la Alianza, Carlos "Chacho" Álvarez, quien actuó como presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur, en Montevideo, entre 2005 y 2009, y como secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), de 2011 a 2017.

Unesco: Faltan razones para justificar la postulación de Fernando "Pino" Solanas. Se impone pensar que responde a un agradecimiento al brusco viraje del cineasta devenido político, cuando decidió abandonar sus furibundas críticas contra el kirchnerismo para pasar a apoyar al actual oficialismo en las últimas elecciones.

Santa Sede : Debemos lamentar la forma en que se manejó la frustrada designación del embajador Luis Bellando. Esperemos que no se incurra en un nuevo error con la postulación de María Fernanda Silva.

Francia: Esperamos que las importantes designaciones que faltan, entre ellas, las de la sede en Francia, sean cubiertas por personas idóneas.

Lamentablemente, la lista es larga. En ella figuran también como cuestionables postulaciones las de Alberto Atanasoff (Bulgaria); Rodolfo Gil (Portugal); Carlos Raimundi (OEA), elegido para reemplazar a Daniel Raimondi, a quien el gobierno nacional acaba hacer cesar en su cargo en esa organización después de tan solo dos meses de haber asumido.

Por el contrario, hay que destacar las buenas designaciones de otros embajadores políticos de muy buena actuación en gestiones pasadas:

Estados Unidos: Jorge Argüello, quien cuenta con una larga y destacada experiencia como embajador en Washington, ante la ONU y en Portugal.

Chile: Rafael Bielsa, quien fue canciller durante el primer gobierno kirchnerista.

Se trata de evitar que estos nombramientos solo respondan a favores que no tomen en cuenta ni la idoneidad ni la importancia de la labor diplomática que los tiempos exigen. Como se puede apreciar, varios nombres conspiran contra estos principios operativos básicos al desconocer los requisitos mínimos que deben ser considerados en función del enorme gasto que hace el mismo Estado para instruir, preparar y actualizar a nuestros funcionarios de carrera, sin dudas, uno de los sectores profesionales mejor preparados dentro de la función pública.

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