¿Es la intervención e intento de expropiación de Vicentin equiparable a lo que fue la resolución 125 puertas adentro del peronismo? A 12 años de aquel conflicto, que implicó que algunos dirigentes del PJ abandonaran el kirchnerismo, desde los gobiernos provinciales de Córdoba y Santa Fe -donde la cerealera tiene fuerte incidencia- aseguran que no, que ambos hechos no son comparables, porque con Vicentin no se afecta "a todo el campo". Pero admiten que sus mandatarios quedaron en una posición incómoda frente al presidente Alberto Fernández.
"No es todo el campo pero genera ruidos y problemas que podrían evitarse. Otra vez los actores interesados se enteraron por los medios", describe un integrante del grupo más cercano al cordobés Juan Schiaretti.
El analista Sergio Berenztein advierte que la decisión de Fernández fue anunciada sin contar con consenso ni siquiera dentro del propio Frente de Todos: no era conocido por los gobernadores y terminó convirtiéndose en un "laberinto" para el propio Presidente . Entiende que la reacción social y de parte de la oposición le da más argumentos al Ejecutivo para dar un paso atrás en la estrategia, por los "costos" que terminó teniendo el anuncio.
El gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, quien pretendía una solución más local al conflicto, terminó siendo ambiguo. Primero apoyó la decisión de Fernández y después apostó a un rol de mediador. La reacción de la comunidad de Avellaneda impulsó ese cambio.
Ese objetivo se mancó rápidamente. La prolongación de la recesión debilitó las finanzas públicas y la irrupción del coronavirus terminó de dibujar un panorama complejo. La creciente dependencia financiera de la Nación recorta las chances de autonomía política. No hay ánimos de romper lanzas y avanzar en un enfrentamiento directo. Ninguno de los dirigentes que admite "incomodidad" por la intervención de Vicentin está dispuesto a dar el portazo.
Cuando Fernández ya se perfilaba para ganar la elección nacional, Perotti y Schiaretti suponían que podrían liderar a un grupo de gobernadores con fuerza para negociar con la Casa Rosada. El peso económico-productivo de sus provincias le daban plafón y, además, confiaban en poder sumar a otros mandatarios no enteramente identificados con el kirchnerismo.
"La relación de Fernández con los gobernadores -añade Bereztein- no es lineal: tiene momentos, espasmos. No se consolidó el bloque que él prometía en campaña. La figura de Cristina Kirchner juega un rol en ese sentido".
El entrerriano Gustavo Bordet -cercano a Schiaretti y Perotti- calificó de "estratégica" y "acertada" la decisión del Presidente.
Ni siquiera los gobernadores de distritos no vinculados estrechamente con el campo están organizados. El tucumano Juan Manzur, que aspiraba a liderar ese grupo y acompañó desde el minuto cero a Fernández, se vio desplazado rápidamente del círculo de poder. Los gobernadores se quedaron sin incidencia en las decisiones que prometió compartirles el Presidente.