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Viernes 17 de julio de 2020
Gloria, descenso y reconstrucción: a 20 años de la última foto de Ferro en primera (recuerdan declaración del entrerriano Ayala)
Ferro

Era el final. Atrás se desdibujaba una temporada tortuosa, reflejada en una estadística famélica. Lejos quedaban los títulos celebrados a partir de un modelo institucional que marcó una era. Ahora, un grupo de futbolistas jóvenes protagonizaba la postal de la despedida. Miradas fuera de foco, brazos ondulantes como flecos y piernas cansadas que marcaban el camino al vestuario. Así se despedía Ferro de la primera división. Hace 20 años, el conjunto de Caballito dejaba la máxima categoría del fútbol argentino y caía en un laberinto del cual todavía no encontró la salida.

El 17 de julio de 2000 Ferro disputó su último encuentro en primera. Roberto Galant; Rodrigo Lagos, Juan Pablo Cracco, Cristian Tula, Maximiliano Velázquez; Agustín De la Canal, Félix Décima, Diego González; Andrés Grande, Fernando Sanjurjo y Nicolás Hernández integraron la formación (luego ingresaron Walter González y Diego Velázquez) del equipo que dirigía Claudio Argüeso. Newell´s lo derrotó 2-0 con los goles de Cobelli y Raúl Damiani y el debut de Leonardo Ponzio. El descenso era una sentencia que arrastraba hacía cinco fechas, cuando Lanús lo había apabullado 7-0 en el estadio Arquitecto Ricardo Etcheverri.

"Fue un partido triste, pero a la edad que teníamos, porque éramos todos chicos, queríamos jugar. Recuerdo que tenía esa mezcla de sensaciones. Terminamos tirándoles las camisetas a los hinchas que habían ido hasta Rosario", recuerda Velázquez. Para cerrar el círculo, en 2018 se calzó nuevamente la camiseta verde pero tampoco resultó un ciclo con satisfacciones: "Me duele que Ferro no se haya podido recuperar, porque merece estar en primera por todo lo que consiguió y representa. De un tiempo a esta parte las cosas se vienen haciendo mejor, así que espero que pronto se pueda conseguir lo que deseamos todos los que queremos al club".

Tula coincide con Velázquez al señalar que "no dejaba de ser una oportunidad más para mostrarse en un equipo de jóvenes, a pesar de que era la despedida de primera". A los 42 años todavía sigue en actividad en Dock Sud, aunque con "la espina clavada de no haber podido volver a Ferro para dejar de jugar con esa camiseta". "Es difícil aceptar que Ferro no haya podido volver a primera. A los 11 años llegué a un club de elite, que era impresionante lo que significaba. Todo eso fue cambiando mucho y terminó en una crisis enorme".

"Ferro para mí fue la familia que deje en Paraná cuando llegué a Capital; la contención y la continuidad de la crianza con valores. El club ha crecido en infraestructura y sigue con muchos deportes", dijo Roberto Ayala.

El peor de todos

En el Clausura del año 2000, Ferro protagonizó la peor campaña en torneos cortos. Ganó apenas dos partidos (a Racing y Chacarita en la cuarta y quinta fecha, respectivamente), empató otros dos y perdió 15; marcó solamente nueve goles y recibió 46. Juan Domingo Rocchia y Jorge Brandoni dirigieron en dupla las primeras 12 fechas, Rocchia continuó solo un partido más, luego Antonio Garavajal se sentó en el banco en la derrota frente a Lanús y posteriormente Argüeso tomó la conducción hasta el final. Culminó la campaña 1999-2000 con 17 puntos y 90 goles recibidos en 38 fechas.

La temporada anterior a la de la pérdida de la categoría, Ferro había establecido una sequía que todavía resulta récord: 873 minutos sin convertir. Quizás con tanto de ironía como de ruego, en un partido en Caballito apareció una bandera que colgada de un alambrado rezaba "hagan un gol". Esa sequía resultó la cruel contracara para el club que había establecido una inmejorable marca de imbatibilidad, también aun vigente, con los 1075 minutos en los que Carlos Barisio mantuvo el arco cerrado.

Aquellos buenos viejos tiempos

En la década del 80 Ferro se paró a la par y por encima de los grandes. Era la locomotora del fútbol argentino. Después de los subcampeonatos de 1981, cuando quedó detrás de Boca en el torneo Metropolitano (a un punto) y de River en el Nacional (perdió 1-0 en la definición), en 1982 consiguió su primer título al quedarse con el Nacional. Volvió a dar la vuelta olímpica en la edición 1984 del mismo certamen (en el Meropolitano quedó segundo) ganándole 3-0 la final a River. Adolfino Cañete, Mario Gómez, Héctor Cúper, Gerónimo Saccardi, Oscar Garré, Alberto Márcico, Rocchia, Víctor Hugo Marchesini y Miguel Ángel Juárez eran algunos de los nombres de aquellos equipos de Carlos Timoteo Griguol. En la tabla acumulada entre los años 1980 y 1989, se ubica tercero con 533 puntos (fue primero hasta diciembre de 1988), detrás de Independiente (538) y River (550).

En paralelo con el fútbol, los éxitos se replicaban en otros deportes y el gimnasio Héctor Etchart era un bastión. El básquetbol marcaba el pulso con León Najnudel como estratega y Miguel Cortijo en la cancha, en el voleibol Julio Velasco dirigía al equipo que tenía a Hugo Conte y Carlos Getzelevich, los conjuntos masculino y femenino de handball descollaban y diversos atletas de otras disciplinas que representaban a la Argentina internacionalmente prolongaban la dinastía verde. El corazón del deporte porteño latía con el tránsito continuo de más de 55.000 hombres y mujeres en las distintas sedes. En 1988, la UNESCO lo premió por ser "ejemplo de solidaridad y principios internacionales realizando actividades concretas de mejoramiento de los recursos humanos para la difusión del deporte y la educación física", una distinción que solo recibieron Ferro y Milan, de Italia.

El descenso en el arranque del nuevo milenio no significaría tocar fondo. Lo esperaba otro subsuelo, más profundo y peligroso. La caída fue tan estruendosa que apenas ocho meses después del encuentro en Rosario ante Newell´s y tras 24 fechas en el Nacional B se desplomó a la tercera categoría del fútbol argentino. Para Maxi Velázquez "resultó algo inentendible, fue un golpe mucho más duro que el primer descenso; resultó muy difícil de asimilar". "Esa caída tremenda se dio porque en el club se siguieron haciendo las cosas mal. Habían traído a muchos jugadores, dejándonos de lado a los que veníamos de inferiores. Fueron dos temporadas muy difíciles y nos costó mucho asimilar un deterioro tan brusco".

El socio número 1

Ángel Roberto Rosso tiene 96 años, es socio desde marzo de 1947 y hoy se enorgullece de tener uno de los primeros carnets con el escudo del club. Pese a su edad, está en la cancha cada vez que juega Ferro. "Me duele enormemente no estar en primera. Nos encontramos en una divisional que no nos corresponde porque Ferro es una gloria del fútbol argentino. Es imposible de olvidar la época esplendorosa de los 80", comenta apasionado. Repasa con la misma lucidez torneos de hace medio siglo y la reciente temporada suspendida por la pandemia. Todavía lo apena el penal que Luis Salmerón erró contra Santamarina en las semifinales del Reducido de 2015 porque cree que aquella vez el ascenso era posible. Lleva más de siete décadas siguiendo al club que ama y no tiene pensado dejarlo: "Arriesgué mi vida subiéndome a una lancha para ir a verlo a la Isla Maciel, pero yo por Ferro arriesgo todo, lo voy a seguir hasta la muerte. Tengo la sangre verde".

La reconstrucción

Con menos del 10 por ciento de la masa societaria que había tenido en el esplendor de los 80 y el encadenamiento de malas administraciones, en la víspera de la Navidad de 2002 la Justicia bajó el martillo para declarar la quiebra del club. Organizados para defender el patrimonio de una sociedad civil sin fines de lucro, los socios y socias lograron preservar los terrenos codiciados por el mercado inmobiliario. Rodolfo Herrera, el juez que había sentenciado a Ferro como un club quebrado, luego resultó destituido por armar una falsa licitación que pretendía liquidar las instalaciones deportivas para la construcción de un centro comercial.

Deportivo Español frustró el ascenso en la primera temporada en la B Metro. Para la siguiente, mientras el órgano fiduciario ocupaba el lugar de la comisión directiva, el desembarco de Gustavo Mascardi como gerenciador posibilitó el armado de un equipo estelar para la divisional y en 2003 regresó a la segunda categoría, pero la salida del empresario resultó escandalosa por la acusación de defraudación. La ilusión de volver a primera no encontró sustento en las temporadas que fueron sucediéndose sin protagonismo en los primeros lugares. Viendo a distancia la primera división, en 2014 celebró la recuperación institucional con el levantamiento de la quiebra lograda gracias a las donaciones de los socios y socias, los eventos para recaudar fondos y la venta de Federico Fazio al Sevilla.

"Los 12 años de intervención judicial fueron nefastos, el club se vino abajo y tenía menos personas 7.000 asociadas. Hoy son casi 18.000, se sumaron muchos metros cuadrados de infraestructura, obras en las tribunas del estadio, una pensión y un proyecto educativo. Queremos volver a ser esa institución los 80", explica Daniel Pandolfi, presidente del club desde las primeras elecciones tras la intervención. Pese a la política de una institución multideportiva, sabe que el fútbol tiene una significación especial: "Es la gran materia pendiente que tiene esta Comisión Directiva. Sentimos la obligación de devolver a Ferro a primera. Es una gran decepción y una tristeza que sean tantos años en el ascenso. Nos pone mal no conseguirlo pero no queremos cometer errores por la ansiedad. Desde hace ya tres años entendimos que lo mejor era volver a las fuentes, con una estructura integral con gente criada y crecida en el club para recuperar equipos con jugadores de la casa. Estamos seguros que vamos a volver a primera, el lugar que Ferro merece por toda su historia".

Garré conduce la secretaría técnica junto con Alejandro Saccardi, hijo de Cacho, y desde ahí trabaja en un proyecto que repare errores del pasado y replique aspectos de la década gloriosa: "A mediados de los 90 hubo un cambio generacional en la dirigencia y quienes llegaron no tomaron dimensión de lo que significaba manejar el tamaño de un club que era protagonista en muchas disciplinas. Hoy se están haciendo las cosas bien, por ese mismo camino que se recorrió para llegar a lo que fue Ferro en la década del 80. En el fútbol hay que volver a primera. Estamos haciendo un buen trabajo en inferiores para fortalecernos con jugadores formados acá. Tal vez nos lleve más tiempo que el que todos quisiéramos, pero estamos seguros que es el camino correcto". El futbolista con más partidos en la historia del club (616 entre 1976 y 1994) sufre el largo período de traspiés: "A nivel personal me resulta un dolor muy grande. Es una pena enorme que hayan pasado 20 años sin poder volver a primera división. Y cuando estás tanto tiempo en segunda división, se hace cada vez más difícil ascender. El club lo necesita, los hinchas lo esperan hace mucho y para el fútbol argentino sería muy bueno tener otra vez a Ferro en el lugar donde merece estar".

Cada nueva ilusión decantó en otra frustración. Centenares de futbolistas y decenas de técnicos pasaron uno tras otro. Los comienzos permanentes apilaron finales precipitados. Querer y no poder. Intentar y no saber cómo. Enojos. Insultos. Enfrentamientos. Quiebra. Errores. Recuperación. Nostalgia. Una meta que fue alejándose cada vez más. Hace 20 años Ferro se despedía de la primera división, en un adiós que todavía no tiene reencuentro.

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