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Sábado 25 de julio de 2020
La ley de teletrabajo perjudica a la industria del conocimiento (escribe entrerriano)
Teletrabajo

Se estima que, para el 2023, más de la mitad del PBI mundial provendrá de empresas digitalmente transformadas y que aquellas empresas que no se preparen para este futuro perderán la mitad de las oportunidades de negocios en su principal sector de mercado.

Más allá de lo sanitario, el contexto que estamos viviendo está generando cambios en todos los niveles sociales del mundo entero y, si bien ya estamos notando algunos, sólo representan el extremo visible del iceberg.

La nueva normalidad recién empieza y los cambios serán más contundentes en la medida que pase el tiempo.

Tenemos dos formas de tomar esta situación: ver el vaso medio vacío y dejar que fluya, o bien aprovechar la oportunidad de subirnos al tren de cambios para lograr un futuro próspero en nuestro país, utilizando el ingenio y el talento que tanto nos caracteriza como argentinos. 

En lo personal, dirijo una pyme dedicada al desarrollo de software desde 2009, y en muchas oportunidades he podido presenciar el diferencial que tiene el talento argentino, la destreza y el ingenio para resolver problemas de tecnología, con pocos recursos y de formas muy eficientes.

Finalmente tenemos la combinación perfecta entre una creciente demanda de empleo en el sector del conocimiento y un diferencial en el talento de nuestra gente.

Pero el contexto sin acción no alcanza, y es necesario tomar medidas en el asunto.

La Ley de la Economía del Conocimiento es la herramienta que requiere el sector para poder aprovechar esta ventaja. El desafío no está en cómo o a quién venderle, sino en cómo nos adaptamos rápidamente a las nuevas reglas de juego.

Esta ley puede aportar el marco necesario para desarrollar en profundidad nuevos polos tecnológicos, facilitar el acceso a la creación de empresas de tecnología, promover las exportaciones y profundizar la articulación con el sector universitario.

Como si fuera poco, es un medio de generar oportunidades de trabajo para los jóvenes que están próximos a ingresar al mercado laboral. 

Si bien los argentinos contamos con una ventaja, todos los países del mundo tienen, en menor o mayor medida, una demanda creciente de mano de obra tecnológica.

Un ejemplo es el de los Estados Unidos, donde durante el 2019 quedaron vacantes 7 millones de puestos.

En la Argentina, en cambio, discutimos todos los días sobre la pobreza y la desocupación. Creo que debemos dejar de mirarnos el ombligo y empezar a planear seriamente nuestro futuro para aprovechar el cambio que se está dando. 

Por otra parte, la globalización y la virtualidad nos permiten trabajar desde y para cualquier parte del mundo. Aquí aparece otro tema no menor: cómo vamos a cuidar esos polos tecnológicos, nuestras empresas de tecnología, las exportaciones, y cómo vamos a evitar que la materia gris argentina se fugue al exterior.

La figura de la Ley del Teletrabajo posee esta responsabilidad, pero propone una rigidez en el esquema de implementación que no es sostenible.

Existen tantas modalidades, medios y formatos que es imposible que una ley de estas características pueda controlar la situación y, de continuar como está planteada, terminará generando el efecto contrario: nadie querrá utilizar esta modalidad en los términos propuestos. 

Por ejemplo: un chico de 20 años hoy tiene la posibilidad de trabajar desde la casa para el extranjero, cobrar a través de una billetera virtual, y no estaría alcanzado por esta ley.

Pero al mismo tiempo es un talento que el país pierde. Perdemos todos: el chico sin previsión social, los empresarios con un talento menos y el Estado que no recauda impuestos.

Es un modelo lost-lost que no le conviene a nadie. Para ponerlo en términos cotidianos, es similar a vender la materia prima sin procesar. Estamos perdiendo de ganar por el valor agregado que podemos brindar, que sabemos cómo hacerlo, tenemos los recursos, pero nos falta mejorar las condiciones.

La ley del teletrabajo tal como está propuesta ahora hace menos atractivo el modelo, y mucho talento puede cambiar su modalidad de trabajo para ofrecer este servicio de forma directa al exterior, perjudicando fuertemente la industria del conocimiento nacional.

Estamos a tiempo y confío en que nuestros dirigentes tomarán una decisión sabia antes de que sea tarde, y corramos la oportunidad desde atrás.

(*) Por Mirco Bombieri, fundador y director general en Bombieri Software y presidente de la Cámara de la Industria del Software de Concepción del Uruguay, Entre Ríos

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