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Martes 25 de agosto de 2020
Incendios en Argentina: el complejo cóctel de causas por el que hay 100.000 hectáreas bajo fuego (referencia a Entre Ríos)
IncendiosVictoria

La pregunta es simple: por qué están bajo el fuego casi 100.000 hectáreas del país, tomando en cuenta los múltiples focos de incendio en Córdoba, el Delta -cordón que pisa parte de Santa Fe y Entre Ríos-, Catamarca y varias provincias del norte del país. La respuesta es compleja, aseguraron varias fuentes ligadas a las carteras nacionales y provinciales de Ambiente y Seguridad con las que habló Clarín. La palabra más mencionada fue “multifactorial”.

El dónde tampoco es fácil de precisar: los focos son demasiados y el fuego es dinámico, lo que va dibujando un mapa en constante mutación. Pero al cierre de esta nota era así: había, a) mil hectáreas ardiendo en Catamarca, b) focos de diversa magnitud en las provincias de FormosaChaco, Salta, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, c) 15.000 hectáreas de llamas incontrolables en Córdoba (en Villa Albertina, departamento de Ischilín y, a 15 kilómetros de la capital de esa provincia, en las inmediaciones de La Calera), y d) preocupantes incendios en el Delta del Paraná, que tenía bajo el fuego unas 90.000 hectáreas, algunas de Entre Ríos y otras de Santa Fe.

Para seguir con los interrogantes, casi ninguna fuente quiso estimar los daños que quedarán como saldo de estos episodios, ni en cuanto al número de personas damnificadas, ni a la representación económica de sus bienes, o en términos de flora y fauna afectadas.

Sólo el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible compartió con Clarín un listado de las especies naturales en peligro por el fuego, tanto en Córdoba como en el Delta, las dos regiones más afectadas en estas horas. Y de la segunda detallaron que la cartera lleva gastados 17 millones de pesos en el control del fuego. 

Desde ya, no existe tal cosa como una fecha estimada en la que se controlarán y/o apagarán las llamas. Como resumen de lo que viene a continuación, las fuentes enfatizaron que las circunstancias de los incendios son “multicausales”, pero admitieron que el 90% se vinculan a la acción humana.

La primera chispa

“Hay que resaltar que es una situación compleja que tiene múltiples causas: no nos quedemos con que son diez tipos que determinan el futuro de 1.250.000 hectáreas”. Con estas palabras, Valeria González Wetzel, licenciada en Biodiversidad, magister en Gestión Integrada de Recursos Hídricos y subsecretaria del Ministerio de Ambiente de Entre Ríos, resumió su visión. Para ella es un fenómeno complejo que entrecruza, por un lado, los efectos del cambio climático, “que se sienten muy fuerte en la región” y, por otro, las “actitudes irresponsables de múltiples actores”.

Es “un combo incontrolable”, señaló y, en clara alusión al reclamo de sectores del ambientalismo más radical, que bregan por la eliminación de la agricultura en los humedales del Delta, apuntó: "Simplificar lo que no es simple es un prejuicio”.

¿Qué es eso "complejo" que causa incendios? Lo explicó Ernesto Massa, ingeniero agrónomo e investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA-Paraná): “El fuego en la vegetación natural se usa desde el punto de vista ganadero y es una práctica vieja. El Delta tiene una vegetación particular, ligada al ciclo hidrológico, es decir, a la creciente y bajante del río Paraná, que tiene extremos. Ahora llevamos un año de bajante extraordinaria del río. El año pasado hubo condiciones para que la vegetación creciera y hay una matriz de preferencia de esa vegetación por las temperaturas altas para desarrollarse y crecer. Pero cuando vienen las temperaturas bajas, la vegetación se seca y se produce mucha biomasa que se acumula y que es altamente combustible”.

De esa circunstancia al fuego, hay varios caminos. Desde una chispa cualquiera de uno que hizo un asado y apagó mal las brasas, un cable de alta tensión caído o un rayo, hasta la acción intencional de quema de esa biomasa seca para generar rebrotes con los que alimentar al ganado.

En off, varias fuentes coincidieron en señalar otras dos causas que incomodan: la quema para el desarrollo de proyectos inmobiliarios, por un lado, y la intención de generar “malestar en la sociedad”. Es decir, en base a motivaciones u objetivos políticos.


Baldazos de agua

Según González Wetzel, “las soluciones tienen de venir desde múltiples lugares: legislación, manejo efectivo y conocimiento experto”. De esto habló Abelardo Llosa, director nacional de Planificación y Ordenamiento Ambiental del Territorio, dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. Llosa es entrerriano y trabaja en forma directa en el Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS), un acuerdo interjurisdiccional entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, junto al gobierno nacional, para gestionar los humedales del Delta del Paraná.

“El problema no es nuevo. En 2008 ya pasó algo similar. La verdad es que es posible que haya que implementar con más énfasis iniciativas de prevención, diálogo y manejo preventivo de estas situaciones", explicó.

Entre las iniciativas tomadas está la la Red de Faros de Conservación: "La idea es instalar en el Delta una red de núcleos con guardaparques, drones, vehículos, cámaras térmicas que ofrezcan información temprana de conflictos y promuevan el diálogo con los productores e isleños para cambiar la cultura y el manejo del fuego en el Delta. Ya se instaló un faro de conservación en Santa Fe, otro en Entre Ríos y va a haber un tercero frente a Rosario y otro en Villa Constitución”.

Según Llosa, “a las causas lógicas hay que sumar alguna que otra situación de vandalismo, acciones deliberadas de prender fuego para generar daño, o alguna provocación política también”.

Y, en línea con lo que dijeron las otras fuentes, agregó que, más allá de que las quemas intencionales muchas veces “se van de las manos” por la propia condición combustible del Delta, “hay una situación de sequía a nivel regional, que hace que casi no tengamos precipitaciones, sin contar los episodios de temperatura alta, que configuran una situación climática e hidrológica favorable a los incendios”. Todos problemas relacionados al cambio climático, producto del calentamiento global, tema en el que la Argentina parece estar "verde", en el mal sentido del término.

En cuanto al impacto sobre la biodiversidad, según datos de Ambiente de Nación, "entre las especies amenazadas en la región del Delta del Paraná está el ciervo de los pantanos, en peligro de extinción. Entre las comunidades vegetales arbóreas, se destacan el bosque fluvial mixto, constituido por especies como el sauce criollo, el aliso de río, el canelón y el laurel, entre otros". En tanto, en Córdoba, "disminuyen las poblaciones de mamíferos pequeños, anfibios y reptiles" y "las especies de rápido movimiento como los mamíferos medianos y grandes pueden tener problemas en la competencia por recursos fuera de sus hábitats originales".

Fuego en las sierras

Una alta fuente del Ministerio de Seguridad de Córdoba evaluó la situación local de los incendios en esa provincia y, pensando en las causas, apuntó varios ítems: por un lado, los intensos vientos en la zona de Villa Albertina. Por otro, que hace 100 días que no llueve. Y, además, que “el 90% de los incendios son provocados por la acción humana”.

La fuente quiso dar más precisiones pero se excusó con una explicación tan razonable como sorprendente: “Estoy esperando novedades... todos los que están en la zona andan sin señal en el celular. La comunicación es difícil. Algunos de los parajes afectados por el fuego están en zonas de muy difícil acceso”.

Los condimentos que propagan el fuego en Córdoba se entienden, entre la sequía y los vientos. Pero, ¿y la primera chispa? Dicen que el fenómeno es distinto al del Delta, pero quizás no tanto... “A veces se encuentra in fraganti a alguien prendiendo fuego a propósito, un loco, digamos. O, sin querer, alguien que hizo un asado y se le fue de las manos el fuego. También ocurre la quema de basura o por la costumbre de algunos baqueanos de quemar pastizales con la idea de que el pasto crecerá más fuerte para dar de comer a los animales”.

Al cierre de este texto, unas 15.000 hectáreas de Córdoba estaban en llamas. “En 2013 los incendios fueron peores, pero se dice que este es el más grande de los últimos diez años en la zona de Ischilín. No me aventuraría a decir que en toda la provincia", explicó la fuente de la cartera de Seguridad.

Ciclo virtuoso

“En el mundo hay una completa biblioteca bajo el concepto de  'manejo integral del fuego'. Lo más fácil frente a estos eventos es caer en una visión disyuntiva entre los productores, los ganaderos, principalmente, y el Estado prohibitivo, con la idea de que el fuego hay que extinguirlo. Pero es una visión vieja”, enfatizó Ernesto Massa.

Su visión (apartada de lo que dirían sectores ambientalistas tradicionales), es que el fuego debe ser “controlado” y no necesariamente eliminado: “En el Delta siempre va a haber algún evento de fuego, por cómo es el ciclo hidrológico en sí. Hay agua y es un humedal. Hay producción de biomasa, que se seca y se vuelve favorable al fuego. Taparlo sería un error”.

En cambio, apuntó, “hay que legislar inteligentemente y gastar dinero en controlar estas acciones. Investigar para poder tomar las mejores decisiones".

Para él, es clave "enseñar a los usuarios, desde el que va a pescar hasta los ganaderos, cómo manejar la práctica o la hacienda de la mejor manera, bajando los riesgos de incendio en función de la vegetación”. Porque, concluyó, “un lugar como el Delta no es uniforme. Son 4.000 kilómetros. Cada zona del río es un mundo diferente”.

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