Siendo sinceras, ¿cuántas de nosotras sabemos lo que es un humedal? En la era del plástico y del descarte, terminamos siendo víctimas de un proceso de desinformación que invisibiliza problemáticas que nos afectan en el presente e impactan directo en nuestro futuro. Los humedales son zonas vitales para la supervivencia humana, retienen y almacenan agua apta para el consumo humano y la producción; actúan como esponjas, amortiguando el efecto de las tormentas y las inundaciones. Además, sostienen una rica biodiversidad y almacenan más carbono que ningún otro ecosistema. Parecen casi mágicos, ¿no? Bueno, el problema es que no tienen el reconocimiento que se merecen y, muchas veces, se acciona sobre estas tierras con desconocimiento, ocasionando daños graves e irreparables. En Argentina, hay humedales a lo largo y ancho del país, y todos están bajo la presión de diversas actividades que hacen que se pierdan y se degraden.
Observando con tristeza y preocupación esta problemática, nos preguntamos: ¿qué pasa con los incendios? ¿Cuál es el impacto ambiental que estas acciones podrían provocar? ¿La ley es la solución? Y, lo más importante, ¿cómo podemos contribuir para cuidar al planeta?
Los humedales son zonas que se inundan temporal o permanentemente y que actúan como filtros depuradores y reservorios de agua dulce. Tienen la capacidad de almacenar, filtrar y regular los flujos de agua y, por esto, amortiguan los impactos de las lluvias y protegen al planeta de inundaciones o sequías. Son, además, los mayores sumideros terrestres de dióxido de carbono del mundo (almacenan, incluso, más que los bosques). La Convención de Ramsar, un acuerdo internacional que promueve la conservación y el uso racional de los humedales, estima que en los últimos 300 años ha desaparecido el 87% de los humedales a nivel global, con pérdidas del 35% desde 1970. En Argentina, por su lado, ocupan cerca del 21% de su superficie, pero están desapareciendo.
Los humedales almacenan, filtran y regulan los flujos de
agua y, por esto, amortiguan los impactos de las lluvias.
En un contexto en el que el calentamiento global avanza sin
freno, hay un aumento de la demanda de agua y cada vez son más frecuentes las
inundaciones y las sequías, los humedales se convierten en una gran solución.
Sin embargo, el uso indebido de estas tierras crece tan rápido como su
desaparición.
A nivel mundial, son los ecosistemas que más han
retrocedido. En Argentina tenemos más de 600.000 km² de humedales, con una gran
diversidad en zonas urbanas y rurales, sobre todo en el noreste del país. Lo
alarmante es que en la actualidad todos se encuentran bajo presión de diversas
actividades que hacen que se pierdan y se degraden cada día: el cambio del uso
del suelo, su utilización como tierras de descarte, el avance de la frontera
agropecuaria (sobre todo de la agricultura y la ganadería industrial), la
minería y otro tipo de industrias extractivas y la contaminación con residuos
tanto domiciliarios como industriales; además de, por supuesto, el cambio
climático y la urbanización. A causa de este estado de emergencia es que es
urgente sancionar una ley que los proteja y que, entre otras cosas, determine
un proceso de ordenamiento del territorio y genere un inventario nacional de
humedales.
Argentina en llamas
El déficit de lluvias, la sequía y los reiterados ataques intencionales hicieron que el 2020 encontrara a nuestro país envuelto en fuego.
Los incendios en el Delta del Paraná son un ejemplo de esta
situación de emergencia. Hay una combinación de intereses: la intención de
destruir el ecosistema para avanzar sobre este y el avance de la frontera
agropecuaria, sobre todo con prácticas que no son propias. En el Delta del
Paraná el fuego no es un elemento natural, los incendios son consecuencias de
prácticas que se hacen para manejo de pastizales y rebrotes que se arrastran de
otros lugares, es lo que se llama la pampeanización del país. Esto pone en
peligro cientos de vidas humanas y arrasa con la fauna y flora.
En la crisis de incendios de 2008, se firmó un acuerdo para asegurar la integridad ecológica del Delta del Paraná y que las actividades que se lleven adelante respeten el ambiente. El Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS) es un acuerdo interjurisdiccional entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, junto con el Gobierno nacional, cuyo objetivo es gestionar los humedales del Delta del Paraná, un ecosistema compartido por las tres jurisdicciones. El PIECAS apunta a un uso sostenible y a una mirada integral y con enfoque regional de la cuenca. Los últimos años estuvo desactivado y derivó en la crisis que estamos atravesando..
Una ley que proteja
El reclamo por una ley nacional de humedales está presente
desde hace varios años. Obtuvo media sanción del Senado en 2013 y 2016, pero
después perdió estado parlamentario y, desde entonces, no hubo proyectos. Hoy,
tenemos 11 proyectos presentados. Se pide por esta ley teniendo en cuenta lo
que ordena el artículo 41 de la Constitución, que es garantizar a todas las
personas que habitan en el país un derecho sano y, además, proteger el
patrimonio natural y cultural de Argentina. Por su parte, la ley general del
ambiente pide la conservación de la biodiversidad.
El humedal tiene un rol central y no hay ninguna ley que regule qué se puede producir, cómo, en qué medida, qué cantidad, etc. Lo que proponen estos proyectos es identificar una zona como humedal y establecer una regulación para evitar, por ejemplo, los incendios que estamos viviendo hoy en día. No prohíbe, ordena.
En casi todos los proyectos el pedido es unánime: darles una definición precisa a los humedales, crear el Inventario Nacional y un Fondo Nacional de Humedales, establecer un régimen de sanciones y generar acciones de conservación, uso ambientalmente respetuoso y restauración de estos ecosistemas, además de que contemple la perspectiva de género.