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Viernes 09 de octubre de 2020
El legado arquitectónico que recuerda a Urquiza en Entre Ríos
Urquiza

El próximo 18 de octubre se conmemora un nuevo aniversario del nacimiento del general JustoJosé de Urquiza (1801-1870), presidente de la Confederación Argentina y vencedor de la batalla de Caseros contra de Juan Manuel de Rosas, entre otras decenas de contiendas e hitos de la biografía de un prócer que aún hoy genera pasiones y resquemores por igual. Sus huellas se pueden rastrear a lo largo y ancho de Entre Ríos.

Recorrer la provincia enmarcada por el río Uruguay y el Paraná en busca de los lugares donde vivió y dejó su impronta el Supremo Entrerriano, resulta una tarea casi imposible.

Aquí daremos cuenta de algunos de los sitios en donde su huella perduró y perdurará si las sombras del olvido no tiñen todo con su sombra, todos visitables el día que las restricciones para hacer las valijas lleguen a su fin.

El Palacio San José

A 30 km de Concepción del Uruguay por la ruta provincial 39 se encuentra el Palacio San José, residencia y sede política del gobierno de Urquiza durante sus últimos 20 años de vida. Él comenzó a construir su palacio, hoy monumento histórico nacional, en 1848. Para hacerlo contrató distintos arquitectos italianos (Jacinto Dellepiane primero y Pedro Fossati después) y lo hizo en distintas etapas, según las necesidades.

La casona está conformada por 38 habitaciones en la residencia principal de estilo italiano, a modo de las villas toscanas, dispuestas en galería frente a dos patios llamados de Honor y del Parral. A estos se accede por el jardín francés, con pajareras de hierro forjado del artista herrero Tomás Benvenutto. Además cuenta con 7 dependencias de servicio en los jardines posteriores, una capilla decorada por Juan Manuel Blanes (el artista uruguayo que también pintó todos sus combates, cuadros expuestos en uno de los cuartos), y un lago artificial. La cocina cuenta con un horno de avanzada para la época, al igual que la disponibilidad de agua corriente absolutamente novedosa en esos tiempos.

Espeluznante resulta la habitación donde el general Urquiza fue asesinado por una partida de 50 hombres bajo las órdenes del coronel Simón Luengo. Dicen que estaba en su mecedora cuando se dio cuenta que venían a matarlo y corrió a refugiarse en su cuarto para buscar el arma en su mesa de luz. Aunque él creía que no había nacido el hombre capaz de terminar con sus días esa tarde la suerte estaba echada. Una bala le alcanzó la sien, cayó al suelo y lo remataron salvajemente con varias puñaladas.

En una vitrina se exhibe la prótesis de su dentadura, la fotografía posmortem según la costumbre de la época, un mechón de pelo, la mascarilla funeraria y recortes de diarios, así como un pañuelo enmarcado con su sangre de su viuda con la que tuvieron 11 hijos, Dolores Costa.

El Palacio Santa Cándida

A 9 km de Concepción del Uruguay, a la vera del arroyo la China sobre el ondular de las cuchillas entrerrianas, Santa Cándida funcionó originalmente como saladero fundado por Urquiza en 1849. La importante casona fue remodelada entre 1900 y 1920: se le agregaron galerías, escaleras baños y ambientes nuevos como el gran comedor y el bar, entre otros, declarado Monumento Histórico Nacional.

Dedicado al turismo (actualmente cerrado al público como todos los lugares mencionados), uno de los cuartos de la planta alta conserva el catre donde dormía el general cuando descansaba del diario trajín en el saladero.

En Concepción del Uruguay aun se siente todavía más la presencia del militar que en la capital de la provincia, Paraná. La ciudad, de costanera renovada, puerto sobre el río homónimo, arboladas calles tranquilas y cuadras más cortas que lo habitual -unos 70 metros aproximadamente-, conserva la tumba de Urquiza y de toda su familia en la. Restaurada entre 2010 y 2013, conserva bellos frescos de santos latinoamericanos en su cúpula entre otras obras de arte y reliquias para admirar.

El cuerpo de Urquiza fue escondido durante 80 años en los túneles de la Iglesia para evitar profanaciones, tal era la polarización que existía con respecto a su controvertida figura. Sobre todo durante sus últimos años en los que se lo acusó por la retirada de la batalla de Pavón, su neutralidad frente al bombardeo de Paysandú, su participación en la Guerra contra el Paraguay, la fastuosa recepción al entonces presidente de La Nación, Domingo Faustino Sarmiento, y las maniobras para evitar la elección de su sobrino, Ricardo López Jordán. Aunque su viuda Dolores Costa responsabilizó a éste último de su muerte, otras fuentes creen que bien pudo ser Sarmiento quien lo ordenó, ya que los hijos que también fueron asesinados eran amigos de Jordan.

La iglesia, que se levantó entre 1857 y 1859 en tiempo récord y fue declarada monumento nacional en 1942, cuenta con un importante archivo donde están asentados los nacimientos de Francisco Pancho Ramírez y la defunción de La Delfina, aquella aguerrida novia del caudillo que lo acompañó al campo de batalla.

La plaza principal fue escenario del pronunciamiento de Urquiza en contra de Rosas. Y el Colegio Nacional, hoy edificio histórico junto a su bellísima biblioteca, fundado en 1849 por el general, fue el primer establecimiento educativo laico del país.

Huellas por Paraná

La capital de la provincia ondulada fue también la capital de la Confederación Argentina en 1854 cuando Buenos Aires funcionó como estado separado de las provincias luego de la batalla de Caseros, momentos en que Entre Ríos alcanzó su máximo esplendor. La antigua casa de Urquiza en la plaza principal es hoy la oficina de Correos, y el Parque Urquiza asoma sobre el río con sus tres niveles, su anfiteatro y la estatua del prócer dominando todo.

Como escribió Roberto Arlt ¡en 1933!, "Paraná participa de las características de dos ciudades distintas: Córdoba y Montevideo. De Córdoba la soledad de sus calles y su silencio monástico; de Montevideo porque en cualquier dirección que se vaya, por sus calles que suben y bajan se distingue la plancha azulada y oblicua del río Paraná". Con calles principales con nombres obvios como San Martín, fachadas bellísimas y no tanto, como en tantas capitales del país.

Como a Juan Manuel de Rosas, aún hay quienes aman y odian al Supremo Entrerriano, sobre todo al Urquiza de los últimos años. Una excusa más para visitar esta bella tierra ondulada cuando las aguas de la pandemia se calmen, amaine su voracidad y esta batalla grande y terrible llegue a su fin.

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