| Entre Ríos EN LOS MEDIOS NACIONALES |
Domingo 25 de octubre de 2020
"Una mujer para ellos es alguien inferior" (pelea familiar por un campo en Entre Ríos)
DoloresEtchevehere

Dolores nos recibe en la sala de estar del casco de la estancia Casa Nueva. Se la ve enérgica, sonriente. Hoy tuvo una buena noticia, quizás la primera en los once años que lleva investigando los delitos alrededor de la sucesión de su padre. El juez no dio lugar a la cautelar que presentó su hermano para pedir que la desalojen a ella y a sus compañerxs del Proyecto Artigas.

Mientras conversamos hay cámaras profesionales que filman la escena. Parece acostumbrada al registro constante y habla con soltura. En pocos días se habituó al contacto con la prensa y también a la convivencia con muchos compañeros que acaba de conocer.

A diferencia de sus hermanos que arreglan “a punta de escopeta y sin ningún papel”, Dolores dice que cada dato que da está documentado y que pretende que la justicia actúe.

Sabe que los próximos meses no serán fáciles. Piensa que “los Etchevehere corruptos” están desesperados y que nadie actúa bien en esas circunstancias. Sin embargo, dice no tener miedo, porque el miedo paraliza y ella necesita moverse. “Hay que poner el cuerpo”, dice Dolores.

-- ¿En esta casa pasaste tu infancia?¿Acá vivías con tus hermanos?

-- No... nosotros no vivimos acá. Ésta es una de las casas y estaba vacía, no vivía nadie. Nuestra casa de la infancia fue otra. Mis hermanos viven en otras casas que también son parte de la sucesión. Te cuento otra cosa que me pasó el jueves, muy lindo y significativo para mí. Hoy estaban todos los piqueteros acá afuera y me llaman para que me acerque a la tranquera. Había un hombre que quería hablar conmigo. “Vengo de parte de tu niñera. Te estaba viendo por televisión y me pidió que venga a decirte que te cuides mucho”. Me emocioné muchísimo. Mi familia no se preocupa por mí, pero ella sí. Son las personas de trabajo las que sí se preocupan porque no me pase nada.

-- Ellos dicen que esta estancia pertenece a Las Margaritas S.A y que en 2018 vos vendiste tu parte ¿Cuándo comenzó todo el conflicto de la sucesión?

-- Esto es muy importante aclararlo. Las Margaritas S.A está conformada de manera fraudulenta. Yo siempre hablo con documentos en la mano. Hay dos firmas falsificadas: la de la sucesión y cuando inventan un acta en la que supuestamente mi papá le cedió la administración de todos los campos. Él nunca podría haber firmado porque en ese momento estaba entubado, estaba agonizando. Todo el proceso es nulo porque falsificaron nuestras firmas.

-- Una de las causas, que está radicada en Buenos Aires, es la que denuncia violencia económica en el marco de la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres y pide que se investigue la validez de las firmas ¿Cómo fue esa violencia? ¿en qué otras situaciones la identificás?

-- Lo que yo viví es tal cual lo que describe la ley. Es una foto de mi situación. Siendo una de las cuatro herederas, yo jamás recibí un depósito de ninguna ganancia de ninguna empresa. En el medio de todo este conflicto tuve que procurarme mis ingresos. Soy una persona que conoce la calle, que ha pateado la calle. Además, soy la única de la familia que trabajó fuera de las empresas. Soy la única que tuvo alguna vez un recibo de sueldo. Mi familia es una familia muy patriarcal, verticalista. Mientras mi papá vivía, mandaba. La violencia se dio de muchísimas maneras. Tuve que criar a mis cuatro hijos mientras investigaba sobre todas las causas. Viajaba a Entre Ríos, organizaba, buscaba información. En ese tiempo me enfermé. Había desarrollado un cuerpo extraño de medio kilo en uno de mis órganos. Me tuvieron que extirpar el órgano entero. Era el año 2013. Cuando volví a mi casa tenía que estar inmovilizada. No podía hablar. Tenía que estar quieta. En esos días me mandaron una persona a mi casa diciendo que venían a traer unos papeles. Para mí era un momento trágico. Ellos dicen que no lo quise recibir. Andá a saber qué decisión tomaron ahí… Después de eso pude recuperar mi salud y continué. No me rendí. No soy una mujer que pide compasión, que quiero que me tengan lástima. Pero fue muy duro investigar, procesar la traición, la angustia.

-- ¿Cómo llegaste a contactar a Grabois?¿Cómo tomaste la decisión de formar parte de Proyecto Artigas?

-- No fue un proceso lineal. La verdad es que por momentos se me presentaba como un callejón sin salida. En el último tiempo llegó a mis manos la encíclica del Papa Francisco, Laudato si’. Me lo pongo a leer y ahí me detengo en el concepto que el desarrolla sobre la cultura del descarte: no sólo de las personas, sino de la tierra. Eso me hizo reflexionar mucho. Fue un momento crucial. Un antes y un después. Fue nodal. Soy una persona de fe y para mí el Papa es un referente. Me siento guiada por la encíclica. En ese contexto comienzo a escucharlo cada vez más a Juan, a interiorizarme más sobre lo que hace. Es una persona que además de ser un destacado profesional, es una buena persona, de fe, que ayuda a los despojados, a los que fueron descartados. Y así fue como nos encontramos. Veo en él la posibilidad de que todo esto sea encausado de una manera más humana.

-- Al final de uno de los vídeos que se difundieron se escucha un cántico que dice “reforma agraria por la justicia social”.

-- Mirá, lo que yo pienso no es de ahora. Cuando era periodista estuve en contacto con las mujeres agropecuarias en lucha. Mi inclinación por la reforma agraria viene desde hace mucho tiempo atrás. Siempre subestimaron mis ideas. Si no sos empresario rutilante, devorador, si no usás el dinero para multiplicarlo y llenar los bolsillos de unos pocos, para ellos no calificás. Así tratan a quienes piensan distinto. Así tratan a las mujeres también. Tampoco es sólo conmigo. Una mujer para ellos es alguien inferior. Eso es lo que viví siempre en las mesas familiares. Catalogan a la mujer como algo que no sirve, que no tiene capacidad, que no puede tener ideas propias, ni un proyecto ni llevarlo a cabo. Yo pienso que el campo tiene que generar soberanía alimentaria. Hoy el 50% de los chiquitos que se atienden en el Garraham por cáncer son de Entre Ríos. Con el Proyecto Artigas vamos a generar alimentos. Sanos y a precios justos, que nada tengan que ver con lo que hacen los supermercados, eso es un robo. Para mí no puede haber un chiquito de la misma ciudad que coma y otro que no. Una persona que tenga techo y otra no. Una que tenga frío y no. Por eso yo abrazo la idea de pan techo y trabajo para todos.

-- ¿Qué podés decirnos de esta experiencia de vivir junto a otros compañerxs del Proyecto Artigas?¿Cómo es la convivencia?

-- Para mí no es una experiencia nueva esto de la vida comunitaria. Y tampoco es una decisión de un día para otro. Me preguntan mucho si yo me adapté pero lo que quiero decir es que mis compañeros me aceptaron a mí también. Y nos respetamos. Cada uno tiene sus costumbres, sus formas y ellos también comprenden las mías. Eso para mí es muy importante. También viajé mucho. Estuve en contacto con muchas culturas diferentes. Hice acción humanitaria en África, en la India. Fueron viajes que hice durante los años noventa. Por supuesto que no eran bien vistos por mi familia. Ellos preferían que vaya a Nueva York o esté viajando por conferencias. Para ellos era incómodo que yo cargue con una mochila liviana, con un solo par de zapatos, ropa sencilla y en una misión humanitaria. ¿Qué vas a esos lugares a perder el tiempo? Me decían, como si fuera una causa perdida. Eso siempre fue en mí una constante. Siempre tuve esa empatía. Siempre estuve del otro lado, tratando de solidarizarme con quienes quedan fuera del sistema, con quienes no tienen acceso a este sistema impuesto. Y este es otro tipo de vida, lindísima.

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