Ayer el INDEC difundió la inflación de diciembre, que con el
4% resultó la más alta del año. Uno de los datos que encendió las alarmas fue
que la inflación núcleo, la que muestra la tendencia de los precios limpia de
los efectos estacionales, subió 4,9% ese mes. Para los analistas esto marca que
tenemos por delante un índice mensual que rondará el 4%, y a su vez empujará al
registro anual entre 10 y 20 puntos porcentuales por encima del 36,1% del
Indice de Precios al Consumidor (IPC) del 2020.
Según el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) este
año la inflación cerrará en 49,8% y el dólar mayorista llegará a $ 125, un
salto de 52%. Con este panorama, la estrategia del Gobierno es atar la
inflación al dólar y evitar que el tipo de cambio se escape y la empuje mucho
más allá del 29% que se esbozó en el Presupuesto. ¿Funcionará?
Lo dijo ayer en Entre
Ríos el ministro de Economía, Martín Guzmán. "Apuntamos a dar
estabilidad al tipo de cambio real para que el dólar y la inflación vayan de la
mano. El objetivo definido para el final de 2021 es que el tipo de cambio real
sea similar al del final de 2020", indicó.
Guzmán sacó pecho con la buena racha que viene mostrando el
Banco Central, que el mes pasado empezó a tener un rol activo como comprador de
divisas en el mercado. Embolsó US$ 600 millones en diciembre y otros US$ 400
millones en lo que va de enero. Así se perfila a cruzar en pocos día del umbral
de los US$ 40.000 millones de reservas brutas, un nivel que no alcanzaba desde
octubre.
"El Banco Central vino acumulando en diciembre y enero,
y nos permite tener más fortaleza en el frente cambiario y más previsibilidad",
dijo el ministro.
Precisamente lo que la "previsibilidad" está
mostrando es lo que inquieta a los economistas. "En los últimos meses, la
variación del IPC anticipó la del tipo de cambio poniendo un piso a la
nominalidad de la economía", señalan desde la consultora Analytica.
Ese piso es el que enciende las alarmas. El economista
Esteban Domecq resalta que "la inflación anualizada de diciembre viaja al
60% interanual y la núcleo al 77%. Preocupa que esto se da a pesar del dólar
pisado y tarifas congeladas desde abril 2019. ¿Quién se va a animar a destapar
la olla? ¿Cuándo?"
Domecq remarca que "con todos los frenos de mano
puestos (dólar, tarifas, controles de precios) la inflación tiene un piso de
50% para el 2021 si no contamos con un buen programa económico que contenga
toda la emisión monetaria y ancle expectativas".
Pese a que Guzmán insiste en que el dólar y la inflación se
moverán a la par, los analistas advierten que la divisa podría convertirse
nuevamente en el ancla que frene la estampida de los precios de cara a octubre.
"En un año electoral, no puede descartarse que el
Gobierno vuelva a apelar a la apreciación cambiaria como política
antiinflacionaria. Pero aun en este caso, quedará por ver si la demanda de
dinero logrará absorber el exceso de pesos que hay hoy en el mercado y el que
se agregará el año próximo para financiar la brecha fiscal. Si no es así, ese
exceso podría traducirse en más brecha dando nuevo empuje a los precios de la
economía", dice Guido Lorenzo, desde LCG.
"Un salto del dólar oficial aceleraría inevitablemente
la inflación", resaltan en Ecolatina e introducen un elemento más en la
puja entre el dólar y la inflación. La consultora marca que si bien la corrida
parece haberse pausado "uno de los factores que relajó las presiones fue
el mayor control de importaciones, no con un criterio productivo, sino
cambiario".
En este sentido, Ecolatina advierte que varios artículos no
esenciales "comenzaron a importarse con dólares propios del exterior y
muchos otros tienen incertidumbre sobre a qué tipo de cambio lo harán en el
futuro. Por lo tanto, estas restricciones también impactan en los precios,
aunque focalizadas en los consumos de los hogares de mayores recursos".