Con o sin pandemia, con PASO o sin ella, las elecciones
legislativas de este año serán cruciales para el Frente de Todos (FdT) porque
podrían ser la llave para acceder al control absoluto del Congreso. Y por
supuesto, también lo es para Juntos por el Cambio (JxC), en la medida en que
necesita un triunfo para mantener algún margen de acción política en el
Legislativo que le permita torcer la muñeca al Gobierno en cada negociación, de
cara a las presidenciales de 2023. Todas las fichas estarán puestas en el tablero
de Diputados, dado que en el Senado las próximas elecciones no parecerían
modificar significativamente el statu quo vigente. Entonces, ¿qué chances tiene
el FdT de lograr la mayoría en la Cámara baja?, ¿JxC podrá dar vuelta la
relación de fuerzas actual y patear el tablero político?, y ¿qué proyección
arrojan los números?
La Cámara baja renovará la mitad de su recinto, esto es 127
bancas, de todos los distritos del país. Según un análisis que realizó la
Agencia Esfera Pública, cada provincia elegirá entre 2 y 35 diputados
nacionales. Como se ponen en juego los escaños electos en 2017, cuando
Cambiemos fue la fuerza más votada en 13 provincias –Buenos Aires, CABA,
Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos,
Corrientes, Chaco, Jujuy, La Rioja, Neuquén, Salta y Santa Cruz–, JxC arriesga
en la elección de octubre más bancas que el FdT: el 52,2%, contra el 42,8%.
Con este escenario, el bloque macrista tendrá que esmerarse
para mantener sus escaños actuales. Tendría que repetir el 42% que obtuvo en
Buenos Aires y el 63% en CABA; y no alejarse de sus marcas en el interior
provincial: 55% en Corrientes; 53% en Entre Ríos; 51% en Jujuy; 48,5% en
Córdoba y 45% en Mendoza, entre otros distritos.
Por su parte, el kirchnerismo se impuso en la elección de
hace cuatro años en ocho jurisdicciones, pero que aportan un menor número de
bancas: Catamarca, Chubut, Formosa, La Pampa, Río Negro, San Juan, Tucumán y
Tierra del Fuego. Y lo hizo dividido de
sus socios actuales en varios distritos.
Así las cosas, el FdT tiene margen para crecer, dado que podría sumar
bancas en términos absolutos en Santa Fe, en Entre Ríos, en Mendoza, en Santa
Cruz, en Misiones e incluso en la Ciudad de Buenos Aires.
Pero, ¿qué cambios pueden preverse en la próxima
conformación de la Cámara de Diputados?
Salvo una debacle electoral, la Agencia Esfera Pública
proyecta que el oficialismo tiene grandes chances de salir fortalecido. Tiene
posibilidades de acercarse a la mayoría propia (129 bancas) e incluso superarla
para el bienio 2022-2023. Vale recordar que actualmente tiene 119 escaños.
Igual, le bastaría con el voto de sus aliados
estructurales para sancionar las leyes
que quiera impulsar.
Por esto mismo, perdería centralismo el peronismo disidente.
El schiarettismo, que hoy controla los votos que son la llave para abrir el
recinto, sería el principal perjudicado. Mientras que las demás fuerzas y
fragmentos políticos que actualmente confluyen en el Interbloque Federal
podrían abandonar el espacio en movimientos centrífugos, diluyéndose en el Frente
de Todos o aliándose con Juntos por el Cambio. Esta última coalición, perdería
posiciones: se mantendría como principal interbloque opositor pero el interrogante
es con cuántos casilleros.
Aun si el oficialismo se impusiera con holgura de votos y
pasara a controlar por completo tanto la Cámara de Diputados como el Senado,
difícilmente el Congreso volvería a ser la “escribanía” del Poder Ejecutivo,
como se llamó a la hegemonía del Frente para la Victoria en ambos recintos
legislativos durante los años dorados del kirchnerismo: es que en ese entonces
una sola fuerza política, monolítica, lideraba ambos poderes. Ahora, el poder
estará en manos de distintas fracciones del FdT –con Alberto, Cristina y Massa
a la cabeza–, dando lugar a un equilibrio entre poderes poco antes visto en un
sistema tan fuertemente presidencialista como el argentino.
*/**Politólogas y periodistas parlamentarias.