El martes, el ex cura Carlos Eduardo José (62) fue absuelto
por el Tribunal Oral Criminal número 2 de San Martín. El cura estaba imputado
por abuso sexual gravemente ultrajante triplemente agravado. Una de sus
víctimas lo denunció por haber abusado de ella durante nueve años -en el
colegio parroquial qué él dirigía, durante las confesiones, en las clases de
natación, en cualquier momento- entre 1999 y 2008. Otras tres víctimas también
lo denunciaron. La querella y la fiscalía habían pedido una pena de 20 años de
prisión, Los jueces eligieron absolver al cura.
El martes, frente al juzgado, no sólo lloró Mailin Gobbo, la
mujer que pudo denunciar al cura recién cuando fue madre, después de años de
tratamientos psiquiátricos, adicciones y ganas de morir. Lloraron otros
sobrevivientes, cientos, miles, que saben que solo se denuncia cuando se puede,
si es que alguna vez se puede. Sergio Decuyper es uno de ellos.
Desde España, donde vive ahora, pide que "se escuche a
todas las víctimas", que el delito de abuso sexual "no
prescriba" y que "la Iglesia y el Estado sean responsables":
"A mí no me han contestado nada desde Roma luego de mi denuncia canónica
del pasado 11 de septiembre", dice a Clarín.
Sergio Decuyper tiene 42 años y recién el año pasado pudo
denunciar ante la Justicia que su tío, el cura José Francisco Decuyper, lo
violó cuando tenía 5 años, en un baño de la casa de los abuelos. Era 1982.
Desde entonces tuvo un sueño recurrente en el que siempre era niño y llegaba
hasta la puerta del baño, donde todo se desvanecía. En enero de 2019 algo pasó
y aparecieron todos los detalles.
Empezó un tratamiento psiquiátrico: tenía secuelas de estrés
postraumático. Enseguida también le escribió una carta al Papa Francisco.
Después lo llamó dos veces por teléfono y lo vio también dos veces en Roma:
"El Papa y el Obispo -Juan Alberto
Puiggari, actual arzobispo de Paraná- me pidieron que me callara y que
perdonara", asegura Sergio, que radicó dos denuncias: una canónica y otra
penal en la Justicia de Paraná.
Sergio forma parte de la Red de Sobrevivientes de Abuso
Sexual Eclesiástico de Argentina. Sólo en la red llevan adelante más de 40
casos de curas abusadores. Desde la Red recomiendan no sólo que se denuncie en
sede canónica (que no permite a las víctimas participar en la demanda ni
nombrar abogado defensor) sino en la justicia ordinaria. El problema es que en
general la respuesta del Poder Judicial es que el delito prescribió. Por eso
las redes de víctimas llevan adelante la Campaña Contra la Prescripción de los
Delitos de Violencia Sexual, que busca equipararlos con la tortura.
"Mi causa no avanza por prescripción y falta de salud
de mi abusador, (tiene Alzhaimer). Los fiscales de Entre Ríos no se animan a
denunciar por encubrimiento ni al Obispo ni al Papa. Las leyes actuales, por
culpa del concordato con la Santa Sede, no permiten esto. El obispo me ofreció
dinero para terminar mi universidad, me dijo. Y el Papa Francisco me pidió
silencio y que no denuncie. Es terrible", se lamenta Sergio.
Cuenta que otras dos víctimas -un varón y una mujer de su
misma edad- se contactaron con él. Que la mujer ya habló con los fiscales, pero
que por el momento "no se animan a denunciar por su salud y la presión
social". "Mientras tanto, el obispo publicó a fin de año una foto
brindando con mi abusador", cuenta Sergio.
Desde que Sergio se animó a hacer las denuncias, asegura que
no hubo ningún avance en su causa. Y que le volvió a escribir al Papa
Francisco: "Le escribí cuatro veces por correo postal certificado. Y un
Fax. Y nada. Tampoco desde la Congregación de la Fé donde hice la denuncia
canónica el 11 de septiembre 2020. Nada. Silencio
desde Paraná también. El obispo me envió un mensaje para Navidad y me decía que
reza por mí. Y luego el 31 diciembre se fue a cenar y brindar con mi
abusador".
"Se repite la misma historia en todos los casos, que
caen porque la Justicia dice que prescriben. Y el Papa dice una cosa por los
medios y en privado sigue igual. Encubriendo. En ningún momento asumen
responsabilidades con las víctimas del pasado. A partir del Papa Francisco la idea
es "que esto no vuelva a pasar" ... pero ¿Y los que ya somos
víctimas? -cuestiona Sergio-. Nadie nos ayuda. Y en mi caso me piden
silencio".
Antes de 2011, las víctimas de abusos tenían un plazo de
doce años para denunciar. Ese año se sancionó la ley 26.705, conocida como “Ley
Piazza”, que suspendía ese plazo hasta que las víctimas fueran mayores de edad
(18 años). En 2015 se sancionó la ley 27.206, llamada “Ley de Imprescriptibilidad”
y luego “Ley de respeto del tiempo de la víctima”. Ya no hay plazos, pero esta
ley sólo se tiene en cuenta con los abusos cometidos después de 2015, que es el
año en el que entró en vigencia la ley.
"El tema de la prescripción de los delitos en caso de
abusos sexuales debe cambiar. También se debe avanzar y terminar con las
practicas, todavía actuales, de encubrimiento dentro del clero de la iglesia
católica. En Estados Unidos varios Estados han modificado las leyes y obligan a
los sacerdotes y obispos a denunciar penalmente cada noticia de abuso sexual
que reciben en sus despachos. En Argentina podríamos lograr lo mismo si hubiera
voluntad política y eclesial", asegura Sergio.
"Pido la
intervención de la Arquidiócesis de Paraná, la renuncia del obispo Juan Alberto
Puiggari y el pedido de perdón del Papa Francisco en mi caso en particular,
y en los demás casos. Pido se asuman las responsabilidades por daños y
perjuicios en todos los casos de Argentina. Que se intervengan las diócesis que
encubrieron y se ayude a cambiar el Código Penal", afirma.
"Pido que el Papa Francisco tenga la generosidad de
volver a hablar conmigo y sepa de primera mano que sus consejos fueron
erróneos. El me pidió silencio y actitud de perdón. Eso no va en la línea de
tolerancia cero que él mismo pide. Creo que el error es que él está intentado
que esto no vuelva a pasar, pero se olvida de las victimas del pasado. Su
comportamiento y el del obispo me enfrentaron a una hipocresía sin
precedentes", sigue Sergio
"Las victimas debemos cargar también con la mochila de
“enfermos, hipersensibles y desequilibrados” muchas veces. Los síntomas de
estrés postraumático se transforman en una enfermedad que necesita tratamiento.
El pedido de silencio no hizo más que agravar dichos síntomas -asegura-. La
víctima es dejada en un segundo plano. La victima debe asumir las secuelas que
le deja el abuso, afrontar la verdad, denunciar. Muchas víctimas no pueden
superar todo esto solas".
Y concluye: "El clero de la iglesia católica tiene el grave problema de falta de madurez afectivo-sexual, que se ve directamente influida por el celibato y la forma de vida de sus integrantes, lo que la convierte en refugio ideal para potenciales pederastas bajo esa estructura de poder y respaldo social. Esa inmadurez afecta en la educación con respecto a temas de integración y aceptación de las realidades personales, diversidad sexual, educación afectiva y sexual de las personas. Bajo pretexto de poseer “la verdad” influyen directamente en gran parte de la sociedad. La práctica de los sacramentos, dogmas y estructura del clero parecen los de una secta. La confesión permite declarar en secreto los “pecados” dando la oportunidad de borrar y empezar de nuevo, pero sin asumir ni reparar los daños ocasionados".