La muestra visual Matria, que se verá este fin de semana en
Rosario, y el documental en proceso de la realizadora Jimena Chaves recupera
las voces de cuatro mujeres cuyos hijos murieron en la guerra de Malvinas. La
necesidad de escuchar estos testimonios desde la perspectiva que brindan los
feminismos, para una historia en elaboración.
Gonaria, Elma y Delmira viven en distintas provincias. Sus
vidas están atravesadas por un dolor común: sus hijos son caídos en la guerra
de Malvinas. Lo mismo que Juana, fallecida en 2020. Son las protagonistas de
Matria, un documental en proceso de Jimena Chaves. La directora, que nació en Entre Ríos y vive en Rosario, realizó Lo que
teníamos en la cabeza, en 2018, con testimonios de cuatro soldados ex
combatientes de Malvinas, con anclaje en la música que escuchaban antes,
durante y después de la guerra. “Los ex combatientes tenían todos el común
denominador de la madre. Aquel documental se refiere a sus infancias, sus
casas, qué música escuchaban. Muchos hablaban de sus madres y decían que en
Malvinas se aferraban a la mirada de la vieja, pensaban qué iba a pasar si
ellos no volvían. Cuando yo lo estaba montando me di cuenta de todo eso y
siendo madre, fue inevitable que me atraviese”, dice Jimena, que desde entonces
está empeñada en recuperar estas historias. Son mujeres de más de 80 años que
se sobrepusieron a distintos silencios.
Además, y mientras lleva adelante su documental, Jimena
decidió que no podía pasar otro año sin hablar de estas madres: mañana y el
domingo, en el Museo Municipal de la Ciudad de Rosario, Wladimir Mikielievich
(Oroño 2300), se realizará la exposición visual Matria. Se compone de tres
momentos: el recorrido por los retratos de cuatro madres de caídos en Malvinas,
la intervención al aire libre donde el público podrá sentarse a escuchar, a
través de un código QR, una serie de relatos de las madres y una performance
que se realizará el día sábado a las 19, por única vez, con Enzo Bonori y
Anabel Martín, actor y actriz de Rosario, que representarán una escena de lo
íntimo, el despojo, el detenimiento en el tiempo. La muestra se inaugura a las
17 y a las 18 habrá un conversatorio con curadores y protagonistas. Durante el
domingo, la exposición se podrá recorrer de 9 a 13 y de 17 a 20. La curaduría
es de Ainelén Bertotti Burket, la producción de Carmina Lopez y los retratos de
Germán Gentile.
La primera madre de un caído en Malvinas que Jimena conoció
fue Juana, su tía abuela. Juan Ramón Turano estudiaba para marino, murió el 26
de mayo de 1982, a los 17 años. “Ella era una de las protagonistas, porque el
documental quería hacerle una especie de homenaje a ella y a todas las madres. Yo tenía una hermosa relación con esa tía
abuela, siempre que iba a visitarla a su casa, en Victoria (Entre Ríos), me
contaba de Juan Ramón, que le gustaba tocar el piano, me mostraba cosas”,
relata Jimena sobre la génesis del documental. Llegó a entrevistar a Juana
antes de su muerte.
Jimena Chavez,
documentalista
“En 2019 empezamos con la indagación, la búsqueda de madres,
nos pusimos a recopilar historias y Juana fue la primera madre a la que
visitamos. Fuimos a la casa, la entrevistamos. La tenemos en audio nada más
porque no quiso salir en cámara ese día, porque no se sentía cómoda”, relata
Jimena. “Las madres del documental, ahora, son tres, Gonaria, Elma y Delmira.
Para no ampliar esta muestra, elegimos seguir con estas mujeres. Tenemos unos
audios que yo me he ido mandando en la pandemia con ellas, preguntándoles
cosas, centradas en lo cotidiano”.
“Despojo” es la palabra de elige Jimena para hablar sobre lo
vivido por estas cuatro mujeres, en relación con la maternidad. La realizadora
integra Mujeres Audiovisuales de Rosario, y de otros colectivos de mujeres
cineastas. Le llamó la atención que la experiencia de las madres de Malvinas no
haya tenido otra relevancia política. “Me parece muy fuerte que nadie haya
pensado esto antes. Por eso, cuando me lo puse a pensar, y después hablé con
gente conocida, fui a Buenos Aires, cuando algunos familiares tuvieron
oportunidad de ir a Malvinas, en 2019, me invitaron al hotel donde se alojaron
esa noche, pude ir a la conferencia de prensa y al otro día a Ezeiza. Toda la
gente, las agrupaciones, estaban muy felices con la idea de este documental,
apoyaban y ahí me llamó la atención que no se haya hecho antes”.
Entre las entrevistadas, hay algunas que activaron con
fuerza la bandera de Malvinas. Delmira Cao es la madre del docente Julio Cao,
que cayó el 10 de junio de 1982, a los 21 años, y antes les había enviado unas
cartas a sus alumnos. “Es una madre muy combativa, se aferró un montón a los ex
combatientes cuando su hijo falleció, siempre luchó por la causa Malvinas y
para ella los hijos son todos los que volvieron de Malvinas. Ella es una mujer
muy comprometida con todo esto y sobrevivió gracias a eso”, la retrata Jimena.
Delmira es de La Matanza.
Tras la guerra, el silencio. Cuando los soldados volvieron
de Malvinas, encontraron que su derrota era aún más ominosa, porque ellos –en
una gran mayoría conscriptos que habían sido llevados sin consultarles—habían
quedado empañados por las atrocidades de la dictadura cívico militar. Uno de
los testimonios en el primer documental de Jimena, el de Rubén Rada –del Centro
de Ex Combatientes de Rosario—cuenta con lágrimas en los ojos cómo, muchos años
después, fueron invitados a Cuba y durante el vuelo de ida, el resto de los
jóvenes argentinos que iban en el avión ni los miraron. Al llegar a la plaza de
la Revolución, Fidel Castro invitó a subir al escenario a los tres ex
combatientes que habían “luchado contra el imperialismo”. “Se los tuvo que
decir Fidel”, se lamenta. “Delmira siempre dice que ella sufrió la
desmalvinización y que su hijo, si hubiese vuelto, no habría soportado todo lo
que pasó”, sigue el relato de Jimena.
Otra de las entrevistadas es Gonaria, la mamá de Daniel
Osvaldo Sturel, muerto en el hundimiento del crucero General Belgrano. Es la
única que vive en Rosario. “Lo particular es que ella es una mujer que se crió
en el campo, cerca de un río. A ella no le gusta el agua, nunca le gustó el
agua y su hijo desde chiquito amaba la natación, corría en el río y de grande
quería ser marinero. Así lo cuenta en uno de los audios que se escuchan en la
muestra Matria. Su hijo murió en el mar”, sigue el recorrido por la vida de
estas mujeres que quiere poner en la escena pública.
“Gonaria tiene mucho enojo, ella no se aferró para nada a
los ex combatientes. Es una mujer que desde los 17 años trabajó en una fábrica
de costura y aparte en su casa. Si no trabajaba, no le podía dar de comer a sus
hijos. Se aferró a su laburo, a la costura, a que su hija estudiara. Eso era lo
único que le importaba a ella, ya que su hijo no estaba, que su hija tuviera
una carrera”, la describe.
A Elma la llama “la madre correntina”. Su hijo, soldado, se
llamaba Gabino Ruiz Díaz, murió en la batalla de Goose Green, el 29 de mayo de
1982. Jimena dice que Elma “es un amor de persona, es de una familia muy
humilde de Colonia Pando, un campito de Corrientes”. La elección tuvo que ver
con una foto. “A mí lo que me encantó y me llamó la atención de la historia de
ella, es que la única foto de su hijo que tuvo fue en el 82, que se la sacaron
antes de ir a la colimba. Nunca tuvieron posibilidades de foto, porque eran muy
humildes y la única fue esa. Me llamó mucho la atención y por eso me interesó
esa madre. Después conocí un montón de otras cosas increíbles, que me parece
muy bello contar”.
La guerra de Malvinas dejó un saldo de 648 combatientes
argentinos muertos, más de mil heridos, daños irreparables en los jóvenes que
volvieron y de las tantas familias que tuvieron que afrontar la dolorosa
noticia de la muerte.
Se trata de escuchar a estas mujeres en tiempo presente. “El
solo acto de decir y el de ser escuchadas, lo que resuena después de tanto
tiempo, corre el eje de la guerra hasta el fuera de campo y pone en el centro
de la escena los sentires particulares. La película viaja hacia el interior de
estas cuatro intimidades que se reinventan en un contexto de
maternidad-despojo”, dice la realizadora en la sinopsis de la película.
Lo personal, el camino recorrido desde 1982, una historia
colectiva en proceso de elaboración. Y el relato de cada una de esas madres
revela cómo siguieron después de la guerra. “Cada una cuenta con un refugio
creado desde sus propios motivos y deseos. Desde allí, ellas renuevan las
fuerzas necesarias para abordar la incertidumbre de aquellos días. Estos
momentos de profunda intimidad, casi imperceptible para otras miradas, se
cuelan entre sus relatos orales a modo de puestas en escena performáticas,
interpretadas por una mujer de aproximadamente cuarenta años, cuyas acciones
involucran diferentes gestos mínimos, sutiles que se desencadenan,
gradualmente, en la inmensidad de un horizonte verde”, adelanta la sinopsis de
la película en construcción.
Mientras está en pleno montaje de la muestra que se verá
este fin de semana, Jimena cuenta que en 2020 quedó escrito el guión. “Aunque
después va a mutar, como todo documental. La materialidad todavía no la tiene,
no hemos ido a preproducciones. Tenemos la idea de ir a Corrientes, Buenos
Aires, pero el documental pretende por el momento contar la vida de esas
mujeres madres, y su cotidianidad en el hacer, su vida. No tanto enfocarnos en
lo que fue el soldado, si bien desde ahí parte, pero nos vamos a centrar en sus
subjetividades más que nada. Son mujeres, por lo menos estas tres, muy
humildes, que han tenido que luchar toda la vida y han sido matriarcas de sus
familias. Eso me llama la atención. Son mujeres de 80 y pico de años también,
pero las tres tienen ese punto en común, que han llevado sus casas, sus
familias. A las tres les han fallecido sus esposos posguerra, al poco tiempo,
porque no han soportado la muerte del hijo”, suma lo que encuentra en común en
sus protagonistas.
En busca de una forma de contar diferente, que escape al
documental clásico, Jimena se inscribe en la línea de Lola Arias (Teatro de
guerra) y por eso también impulsa acciones como la del Museo de la Ciudad de
Rosario, que serán materia de la apuesta performática de la película. “Se mandó
a dos concursos, que ganó, y ahora está en proceso de presentarse a más
concursos, porque tengo algo de plata para la preproducción, pero no puedo
salir a filmar una película sin ganar concursos. Lamentablemente, en la
Argentina y siendo mujer es así”, dice sin quejarse, aunque un poco cansada.
El proyecto ganó en 2020 la convocatoria Abiertos de
Formación, el concurso FICER 2020 en la categoría de largometrajes y fue
seleccionado en la primera edición del concurso Mapa Federal organizado por
PCI, obteniendo un madrinazgo y tutorías para su proceso de desarrollo y
producción.
Sobre la dificultad extra de filmar siendo realizadora,
cuenta que una de sus colegas sostiene que si llega a hacer cinco películas en
su vida, es un montón. “Los compañeros siempre tienen algún apoyo, del gobierno
o lo que sea para llevar adelante los proyectos. Pero para nosotras, es remar
mucho más. Pero la vamos a pelear. Por eso nunca dejo de ser sonidista. Soy la
única mujer sonidista de Rosario y sigo haciéndolo porque creo que no hay que
dejar ese lugar”, dice sobre las dificultades de las realizadoras de cine, y
más aún lejos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A 38 años de la guerra, la realizadora apunta que el
documental “busca contribuir a la comprensión de lo sucedido en torno a
Malvinas, a partir de ciertas situaciones circundantes que se desencadenaron en
la intimidad de un tipo de vínculo en particular: el filial. Cómo una madre
atraviesa la vida en ausencia de un hijo es una pregunta formulada en tiempo
presente que reúne experiencias, prácticas y, también, modos audiovisuales de
contar el orden de lo cotidiano con la complejidad que el feminismo nos ha
sabido acercar”.
Matria iba a tener una primera presentación en sociedad el 2
de abril de 2020, en la vigilia que todos los años se realiza en el Parque
Nacional a la Bandera de Rosario, en el Monumento a los Ex Combatientes de Malvinas.
Pero la pandemia lo suspendió. “Me habían adjudicado hace dos años una carpa
visual, así le llamábamos, donde íbamos a pasar Lo que teníamos en la cabeza y
también íbamos a hacer un experimento para Matria, con videos y audios, para
que la gente hiciera preguntas. Era un objeto de estudio para el documental.
Pero el año pasado no se pudo hacer nada y este año me dije que no podía pasar
otro año más sin que las madres estuvieran en la escena. A mí no se me puede
pasar más, por lo menos, porque vengo atravesada con la historia del documental
desde hace un año y medio”, subraya la necesidad de la muestra.
¿Por qué esa urgencia? “Me da tanta… no es la palabra lástima, pero… ¿Viste el abrazo feminista lo que es, cuánto que aguanta? Y estas mujeres no tuvieron nada. Igualmente, toda la ola que hay hoy en día no estaba en aquel momento. Pero sí, estuvieron desprotegidas”.