Destacada como la principal provincia avícola de la
Argentina, Entre Ríos se posiciona por
su gran aporte de cabezas faenadas al mercado interno y externo. En
contrapartida, los residuos provenientes de granjas de producción intensiva
constituyen una problemática para el sector. En este contexto, un equipo de
especialistas del INTA analizó el impacto de la cama de pollo como enmienda
orgánica para los suelos agrícolas.
“La cama de pollo se compone de restos de cáscara de arroz,
aserrín o virutas de pino o eucaliptus, a los que se le suman los restos de
alimento, plumas y deyecciones de aves”, detalló Emmanuel Gabioud, investigador del INTA Paraná, Entre Ríos, que
aborda investigaciones sobre la problemática–.
Por su alto contenido de nutrientes, la cama de pollo es
utilizada históricamente por los productores agropecuarios locales como una
enmienda orgánica tendiente a suplir los requerimientos nutricionales de
diversos cultivos y pasturas, siendo una fuente de fósforo muy importante,
entre otros nutrientes.
Por esto, para los especialistas resulta una “oportunidad de
valorización a partir de su reciclaje y a su vez una alternativa para mitigar
la degradación de suelos agrícolas, mejorando su fertilidad en el corto plazo”.
Esta sinergia reduce riesgos sobre los diferentes componentes del ambiente
agropecuario.
En esta línea, Gabioud agregó: “Luego de aplicarle un
tratamiento térmico o de compostaje, para reducir el contenido de
microorganismos y el riesgo potencial de transmisión de enfermedades, puede ser
utilizada para mejorar la fertilidad física de lotes agrícolas degradados”.
“En nuestras investigaciones, documentamos claramente los
efectos benéficos que puede promover la aplicación tanto de cama de pollo como
de yeso, una enmienda química de generación regional y su combinación”,
especificó en referencia, particularmente, en la modificación de las
condiciones físicas del suelo como la estructura del suelo y el movimiento de
agua.
“Los suelos limosos de la costa del Paraná tienen tendencia
a compactarse, bajo siembra directa generan estructuras laminares superficiales
que limitan la infiltración de agua y favorecen el escurrimiento superficial”,
explicó Gabioud.
Fertilizar con
residuos, una oportunidad
Un ensayo del INTA realizado durante dos años, con cuatro
momentos de muestreo, mostró un incremento significativo del carbono en el
suelo en los primeros cinco centímetros de profundidad.
Las muestras fueron tomadas antes de la aplicación de las
enmiendas, otro luego de la aplicación de las enmiendas y antes de la
implantación de un cultivo de soja, un tercero luego de la cosecha de soja y
antes de la implantación de maíz y, por último, luego de la cosecha del maíz.
“Luego de 20 meses de la aplicación de 7,5 toneladas por
hectárea de cama de pollo, se registró un incremento del 20,5 % del carbono en
el suelo, respecto a nivel inicial”, señaló Gabioud.
“En los primeros dos meses de aplicación de cama de pollo no
se registraron cambios en el suelo, pero luego de un año de uso hubo notables
mejoras”, expresó el especialista del INTA.
Asimismo, detalló que, al cabo de veinte meses, se registró
una disminución de cinco centímetros en el espesor de la estructura laminar
(inicialmente tenía un espesor de 10 centímetros) con el agregado de cama de
pollo sola o combinada con yeso, con incrementos de una estructura granular
favorable para el ingreso de agua.
La investigación se enmarca en la búsqueda de estrategias a
corto plazo para la regeneración estructural de suelos agrícolas. La aplicación
de cama de pollo en superficie mostró una mejora significativa de materia
orgánica en suelo y otras mejoras físicas asociadas en la porosidad, la
estabilidad de la estructura y la resistencia a la compactación.
Estas propiedades físicas mostraron cambios favorables en el
corto plazo y, si persisten en el tiempo, podrían promover mejoras en la
productividad del suelo y la dinámica del agua y nutrientes.
“Este estudio nos permitió comprender mejor la evolución de
la estructura en suelos limosos bajo siembra directa, especialmente en los
centímetros superiores que controlan la infiltración de agua y la erosión
hídrica”, dijo Gabioud quien ponderó la posibilidad de regenerar la estructura
del suelo a corto plazo y promover la gestión sostenible del suelo bajo
agricultura continua.
En la actualidad, el equipo del INTA Paraná analiza los
datos de parámetros químicos y físico-químicos que permitirán complementar la
información hasta ahora relevada. Además, se comenzaron a realizar ensayos
tendientes a evaluar otras formas de acondicionamiento de la cama de pollo,
como el pelletizado.
Asimismo, junto con profesionales del INTA Concepción del Uruguay elaboran un documento de recomendaciones para el almacenamiento y uso agronómico de cama de pollo. En este sentido, junto a la Secretaría de Ambiente de Entre Ríos se avanza en un proyecto para caracterización de residuos en granjas y selección de parámetros analíticos guía para regular el uso agronómico en suelos de la provincia.