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Domingo 23 de mayo de 2021
Las muertes inesperadas: eran jóvenes y estaban sanos, pero se toparon con un Covid fulminante (casos de Concordia)
hermanas fallecidas covid

Los casos de las hermanas de Concordia, un rugbier platense y una periodista de 23 años les ponen rostros a las estadísticas más duras de la segunda ola.

La Organización Panamericana de la Salud dice que los menores de 50 años son cada vez más una amenaza de contagio y muerte de coronavirus. "Entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, las tasas de mortalidad entre menores de 39 años se duplicaron en Brasil y se cuadruplicaron para las personas de entre 40 y 50 años", puntualizó la OPS hace algunas semanas.

La segunda ola que golpea a la Argentina parece ampliar el rango etario y sacudir a los menores de 50 años, como sucedió en Brasil, donde la variante de Manaos, detectada a fines del año pasado, es señalada como responsable del cambio demográfico.

"Estamos en presencia de cepas más agresivas e infectantes, pero también existe una falta de conciencia de la gente, cierta desidia e ignorancia, además de una notoria falta de vacunas", enumera Eleonora Cunto, jefa de terapia intensiva del Hospital Muñiz.

Neumonólogo del Hospital Pirovano, Martín Masdeu asegura que "las variantes de Manaos y la sudafricana son más virulentas, mucho más transmisibles y con patologías pulmonares en una franja etaria mucho más joven que lo que se veía el año pasado. Hoy somos testigos de la internación de de personas sin comorbilidades, que no son adultos mayores, que padecen neumonía bilateral, lo que pone en riesgo sus vidas. Podría estimar que en el último mes, entre el 60 y 70 por ciento de los internados son personas entre 30 y 50 años".

Invencible en la cancha

Como dijo el neumonólogo Masdeu, en el último mes, en nuestro país, hubo numerosas muertes de gente joven, de entre 20 y 50 años, sin enfermedades prevalentes. Como el caso de Joel Rutigliano, de 35 años, jugador de rugby del Berisso Rugby Club, que murió el 26 de abril, después de diecinueve días internado en el Hospital Rossi de La Plata.

"El Gordo se fue de manera imprevista y dejó un espacio vacío imposible de llenar. Se me fue un hermano", describe con dolor Nicolás Santilli (28), compañero dentro y amigazo fuera de la cancha.

Todavía devastado por "la inesperada partida", Santilli no puede creer que Joel esté muerto. "Un pibe que jugaba al rugby desde los ocho años, pero también hacía tenis dos veces por semana, un pibe súper activo... Era un recio para jugar, vehemente, trababa con la cabeza si era necesario. Fuera de la cancha era un pan de Dios, un pibe cálido, entrador, con una capacidad para caer bien que no la había visto con nadie. Y de esa clase de personas que jamás te iba a generar preocupación, aún sintiéndose mal. Y el Gordo se la bancó hasta el final sin una queja, estoy seguro, me lo imagino".

A Gastón Fernández, quien fue capitán de Rutigliano en el Berisso Rugby Club, no le entra en la cabeza que "Joel ya no esté entre nosotros, sabiendo que era un hooker impasable y él en la cancha parecía un pibe invencible... Su muerte fue baldazo helado, porque sabíamos que lo estaba transitando relativamente bien el Covid, se encontraba estable, hasta que un virus intrahospitalario generó fallas multiorgánicas y partió... Se fue un tipazo, un hacedor de grupos".

Nicolás y Gastón sienten una orfandad inexplicable. "El Gordo nos había prometido un viaje a los Esteros del Iberá, con su camioneta nueva, que había comprado hace poco y estaba súper entusiasmado esperando que se aflojaran las restricciones. Qué locura, qué sensación de incertidumbre, pero hay que mirar para adelante, Joel no hubiera querido que estuviéramos así, sumidos en la tristeza; seguramente él debe estar sonriendo donde quiera que esté".

Perder a dos hermanas

Freddy Güida se disculpa una y otra vez. Le cuesta mantener el hilo de la conversación sin quebrarse. En una semana, el joven entrerriano de 26 años perdió a sus dos hermanas, Aldana (21) y Marina (29) -que realizaban la carrera de Biología- lo que conmocionó a la ciudad de Concordia. "Es tremendo lo que nos pasó a toda la familia, caímos todos contagiados, una locura. Y a mi mamá le acaban de dar el alta del mismo hospital donde murieron sus hijas. Terrorífico".

Contenido, de procesión interna, Freddy dice que se encuentra como un "zombie que camina por la calle en estado de sopor, extraviado y sin entender lo que está pasando". Asegura que ya se le pasó el miedo, "hoy tengo bronca, siento que este maldito virus me sacó casi todo, así que hasta el día de hoy no me senté a pensar en si corro algún riesgo de salud, sólo me senté a llorar a mis hermanas, que tanto amo y ni siquiera pude despedirlas".

Más compinche de Aldana, con quien tenía diálogos más personales, Freddy recuerda que "cuando la ambulancia se llevó a Aldana entendimos que volvería al rato, medicada, no sé, nunca supusimos que esa noche en la que se fue caminando por la puerta de mi casa sería la última vez que la veríamos. Y mucho menos que se descompensaría y al otro día la entubarían". Cuando días después la internaron a Marina, su hermana ya había fallecido y eso lo habría "liquidado anímicamente".

A diferencia de Aldana, Marina respondía mensajes desde su teléfono. Hasta llevó tranquilidad a su papá José: "Estoy bien, no te preocupes". También con su hermano Freddy mantuvo un ida y vuelta que, con los días, empezó a ser más esporádico debido a que su salud flaqueaba. "Creo que la muerte de Aldana repercutió emocionalmente en Marina, que estaba muy pero muy asustada. ?Yo le escribía y ya no me respondía, le pedí por favor que no me dejara solo y sé que lo leyó", rompe en llanto.

Aldana, la menor, convivía con su novio, mientras que Marina, con dos hijos, estaba separada y vivía con sus padres y su abuela de 90 años, a quien cuidaba. "Ninguna tenía enfermedades preexistentes, no entiendo qué pasó con ellas, no sé si estaban tan graves o el hospital (Concepción Masvernat de Concordia) no estaba preparado. Pero Aldana fue internada el 30 de abril, murió el 3 de mayo y no la pude despedir. Y a Marina la internamos el viernes 7 y murió cuatro días después por una neumonía bilateral. Entré a terapia, la vi intubada, me acerqué y le dije que íbamos a cuidar a sus hijos", recuerda abatido José Güida (59), el padre de las chicas.

Se lo escucha apurado a don José, que pese a su edad sigue trabajando de guardavidas. "Estoy haciéndome cargo de todo, de mi cuñada, de mi esposa y de mis nietos Andrés (11) y Mía (6), que me pregunta por su mamá todo el tiempo... Pero también me tengo que cuidar yo, que hace una semana que no como ni duermo. Gracias a Dios, Mariela mi mujer está de vuelta en casa. Yo soy muy religioso, pero no entiendo cómo Dios se ensañó tanto", descarga José, quien creer estar inmerso "en una película de terror".

La sonrisa que se apagó

La sonrisa es lo primero que a Belén (19) se le viene a la mente para pensar en su hermana Sol Casella. Y dice "la sonrisa" con la mayor tristeza del mundo, ya que Sol murió el viernes 14 de mayo, a los 23 años, en la clínica Sagrado Corazón, generando consternación en el personal médico que la atendió. "Uno de los clínicos que estuvo siempre al lado de Sol se puso a llorar desconsolado y recibimos un mensaje en nombre del cuerpo médico, que no podía explicar ni entender qué había pasado", comparte Belén, hermana de Sol, a la 1 de la madrugada de este martes.

Entre desvelada e insomne, Belén cuenta que "se dio todo muy rápido, fulminante, para alguien súper sana como Sol, que el 18 de abril dio positivo y el 22 ya se encontraba internada en una sala normal. Pero evidentemente no podían oxigenarle los pulmones y el 1° de mayo la trasladaron a terapia intensiva. No respondía a la medicación y un médico advirtiendo que Sol estaba muy caída anímicamente, convencida de que no saldría de esa situación, permitió que mi mamá pudiera verla, entubada, lo que fue un shock".

Sol estudiaba periodismo en la Universidad de Lomas de Zamora, le faltaban cuatro materias para recibirse y colaboraba con notas de actualidad en la Agencia AUNO y en el portal Política del Sur. "Escribía desde chica, nos hacía a mi mamá y a mi hermana y a mí unas cartas afectuosas, con descripciones muy profundas. Se le fue soltando la muñeca y empezó a escribir de todo, desde cuestiones políticas, pasando por temas de feminismo hasta de coronavirus. Estaba feliz con su oficio".

Le cuesta hablar en pasado a Belén, que lo advierte pero no corrige. "Este domingo cumpliría 24 años. No puedo creer que no esté acá con nosotros, no puede ser que una mujer increíble como ella se nos haya esfumado". Querida en la facultad, en el colegio Inmaculada Concepción por profesores y ex compañeros, en el trabajo y muy amada por Lautaro, su amor desde hace ocho años, "que hoy está tan destruido como nosotros".

En los tres casos, los amigos y familiares hablan de "algo impensado por la edad", "incomprensible por no tener patologías preexistentes" y "lo fulminante del ataque del virus". Como mencionan los neumonólogos Cunto y Masdeu, "estamos en presencia de variantes más dañinas, que no distinguen edades". Y una advertencia de la doctora Cunto, del Muñiz: "No dejen que la enfermedad avance para hacerse controles médicos, que no pasen más de siete días... Estamos notando que muchos pacientes ya llegan graves".

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