En la última semana hubo más de 2300 focos de fuego en el
Delta del Paraná, mayormente entre Santa Fe y Zárate. El humo y la capa de
cenizas dispararon las consultas médicas por alergias y problemas
respiratorios.
En la última semana hubo más de 2300 focos en Paraná; la
crisis de las quemas, que según la Nación son intencionales, ya lleva un año y
medio.
Desde el jueves pasado, los habitantes de Villa
Constitución, una ciudad de 50.000 habitantes en el límite sur entre Santa Fe y
Buenos Aires, viven en el infierno. Las gigantescas quemas desatadas en la zona
de islas, allí donde el río Pavón se desprende del Paraná, ya arrasaron miles
de hectáreas. Cuando el viento sopla del este, se llena de un humo denso y una
capa de cenizas, lo que disparó consultas médicas por alergias y problemas
respiratorios.
Los incendios frente a Villa Constitución y San Nicolás de
los últimos días son el episodio más reciente de una dramática saga de miles que
comenzó en febrero de 2020 y que se extiende hasta hoy. Según los cálculos
hechos por César Massi, referente de la Red Nacional de Humedales (Renahu),
desde ese momento hasta ahora se quemaron unas 850.000 hectáreas solo en la
zona denominada Piecas Delta del Paraná, que va de la ciudad de Santa Fe a
Zárate (Buenos Aires). El fuego consumió en un año y medio más de la tercera
par-te de un territorio conformado por casi 2,3 millones de hectáreas. Una
superficie equivalente a 42 veces la ciudad de Buenos Aires.
La última semana de agosto fue la que más incendios
concentró en 2021: según el relevamiento semanal que hace el Museo de Ciencias
Antonio Scasso, de San Nicolás, entre el 23 y el 30 de este mes se registraron
2323 focos sobre un total de 9300 desde enero hasta ahora, lo que convirtió
este año en el segundo
Las consecuencias de los incendios, que según el Ministerio
de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación son intencionales en un95% de
los casos, son innumerables: a la destrucción del ecosistema, la erosión de
suelos y la alteración de ritmos de vida de fauna y flora se suma la
contaminación que genera el humo, que afecta la salud de los centenares de
miles de personas que habitan en las ciudades grandes, medianas y pequeñas
asentadas sobre la costa del Paraná. Diego Martín, concejal socialista y
presidente del Concejo Municipal de Villa Constitución, sostuvo que en los
últimos días se multiplicaron en esa ciudad las consultas pediátricas por
alergias o dificultades respiratorias relacionadas con la presencia de humo.
La Universidad Nacional de Rosario, que realiza mediciones
de calidad del aire de manera periódica, alertó en varias ocasiones que cuando
las partículas contaminantes flotan en el ambiente la calidad del aire se
deteriora con rapidez y supera los límites recomendados por la Organización
Mundial de la Salud. Cuando el humo cubre Rosario, como ocurrió durante el fin de
semana pasado, las partículas contaminantes duplican, triplican o hasta
cuadruplican los niveles considerados tolerables.
Para Massi, las quemas encuentran su explicación en la
persistencia de un modelo productivo que usa al fuego en el humedal del Paraná
como método de “limpieza” del terreno. La seria bajante del río, sin lagunas ni
riachos que funcionen como cortafuegos naturales, hace el resto del trabajo.
“Precisamos una ley de protección de los humedales, porque hay que reconfigurar
con urgencia las actividades que se hacen en los territorios. Hoy no hay
control que valga y nadie detiene ni las quemas ni los endicamientos. Faltan
decisión política, recursos y control. Sin ley, cada uno hace lo que quiere y
vamos siempre detrás del daño”, argumentó el ambientalista.
El domingo pasado, centenares de personas convocadas por la
Multisectorial de Humedales cortaron durante varias horas el tránsito en el
ingreso del puente Rosario/victoria para pedir al Congreso de la Nación que
destrabe el tratamiento de esa ley, que corre riesgo de volver a perder estado
parlamentario, como ya ocurrió en tres ocasiones. A principios de mes, un grupo
de unos 40 kayakistas unió a remo Rosario y Buenos Aires para visibilizar el
reclamo, hasta ahora sin respuestas concretas por parte de los legisladores
nacionales.
“Hace un año, el 22 de agosto de 2020, el ministro Cabandié
[Juan, responsable de la cartera nacional de Ambiente] prometió que acá en
Villa Constitución iba a funcionar un faro de conservación para prevenir las
quemas. Pero el avance fue nulo y solo hay un guarda-parque, sin recursos ni
herramientas” explicó Martín.
Los faros de conservación, una red de cinco instalaciones en
diferentes puntos del Delta medio con personal y tecnología pensada para prevenir
y monitorear los incendios, fueron anunciados el año pasado en el pico de las
quemas.
En el reporte diario que emite el Ministerio de Ambiente se
detalla que las torres de control ya fueron adjudicadas, pero aún no se
instalaron; que las lanchas, cinco, se están licitando, y que “se avanza” en
la fabricación de cinco módulos habitacionales. “Sentimos que no se reconoce el
problema, la coordinación entre las partes solo aparece cuando todo ya está
prendido y la prevención brilla por su ausencia”, agregó el concejal
socialista.
La gestión de la información, un elemento clave para diseñar políticas y estrategias de control, también es tambaleante, ya que las provincias que comparten el Delta no reportan o subreportan los focos a la Nación: hasta anteayer, en el informe ministerial se menciona que Buenos Aires reportó apenas 5150 hectáreas quemadas en todo su territorio desde enero hasta ahora; Entre Ríos, 5642 hectáreas, y Santa Fe ni siquiera aportó datos, algo que –según fuentes ministeriales– “se está por actualizar”.