Considerado un intendente albertista muy cercano al Presidente, llegó al Ministerio de Desarrollo Social antes de las elecciones, con el desafío de sortear la compleja situación social y de llevar adelante la promesa de cambiar planes sociales por trabajo. Luego de la derrota electoral, lo que era un tema importante de la agenda se tornó en una urgencia. Explica la actual situación en el gabinete y cómo evalúan el aporte de los nuevos ministros, y señala errores de la gestión.
—Leí tus tuits sobre que esto que pasó en el Gobierno debe fortalecer al Frente de Todos. ¿No hay un poco de ingenuidad respecto a que las heridas se pueden curar y de que el disenso siempre es bueno?
—La elección del 12 de septiembre interpeló a todo el Frente de Todos, de punta a punta. Es la mejor encuesta, la verdadera. Nos plantea la necesidad de fortalecer el espacio. Cada sector que integra el Frente de Todos tuvo opiniones disímiles. Pero se sale con más Frente de Todos. Discutiendo más. Lo dije en un reportaje que tuvimos el año pasado: las discusiones sobre cómo está la sociedad argentina deberían ser más para adentro. Por la responsabilidad que asumimos en 2019, no debe disgregarse la fuerza política. No sucederá. A partir del resultado electoral, el Presidente decidió comenzar una nueva etapa. No nos enojamos con lo que pasó el domingo ni cómo vota la gente. Al contrario: nos debe llamar a la reflexión. Pusimos en cabeza lo que pasó con la pandemia, el sistema sanitario y la vacunación. Faltó más. Como gobierno, nos faltó mirar un poquito más y resolver la situación económica.
—En un reportaje que tuvo por título “Es bueno tener un presidente terrenal” te pregunté si personas como Cristina Kirchner no lo eran, si estaban más asociadas a lo dogmático, con toda la carga de analogía con la religión. Saliste de la situación, hablando de equilibrios.
—Se construye y se fortalece esta unidad en las diferencias. Las diferencias no pueden ir por delante de los objetivos. Ni con la responsabilidad de gestionar. ¿Nos mueve ganar una elección? Sí, en una etapa. Pero también gobernar, gestionar, resolver problemas. Hay un 56% de chicos pobres en Argentina. Tomamos medidas, pero son temas de los que hay que ocuparse. Se logra con recuperación, no mirando solamente el proceso electoral.
—Tuviste una polémica con Sergio Berni. Sobre ella dijiste: “Me gustaría que nos mostrásemos más unidos, que las discusiones no fueran públicas, que fueran en privado”. ¿No hubiera sido mejor que las diferencias se hubieran expresado en unas PASO viendo el resultado del 12 de septiembre?
—Me equivoqué en haber hecho pública una diferencia. En la cabeza de los argentinos la demanda es otra. En segundo lugar, sí, es posible. Tenemos el ejemplo de Cambiemos. Es posible que el debate interno en algunos lugares pueda servir para poder crecer.
“Este gabinete no es albertista sino frentedetodista.”
—¿Hubo miedo a que se quebrase el frente ante una
competencia interna?
—En la cabeza de Alberto Fernández, de Cristina Kirchner, de
Sergio Massa, de todos, estuvo que estamos gobernando la Argentina y la
consolidación del frente a través de la unidad. Y ahí fuimos.
—¿Es más fácil para la oposición llevar adelante unas PASO
con internas que para quien gobierna?
—Debemos poner todos los días el esfuerzo, el trabajo, el
compromiso, las decisiones y las ideas para sacar a la Argentina del pozo en el
que está.
—Facundo Manes dijo en esta misma serie de reportajes que si
el radicalismo no hubiese disputado la primera candidatura de Juntos por el
Cambio en la provincia de Buenos Aires, hubiese ganado Victoria Tolosa Paz.
¿Coincidís?
—No lo sé. La encuesta verdadera es la elección. El pueblo
vota como vota. No hay que enojarse. Hay que corregir, avanzar, tomar decisiones.
Más cuando se gobierna.
—¿En 2023 habría que aprovechar las PASO? Agustín Rossi
dijo: “Nosotros creamos las PASO y las usó la oposición”.
—Falta mucho.
—No me refiero a nombres, sino al método.
—Falta mucho. Los que nos están leyendo quieren que les diga
qué va a pasar con los planes sociales, si los convertiremos en trabajo. La
experiencia de intendente, saber qué pasa en la cabeza de un jubilado, de una
jubilada, de un docente o un trabajador sirve en este sentido. No hay que mirar
a 2023.
—¿Un intendente sí puede cambiar la vida de la gente; un
gobernador un poco menos y un presidente del Ejecutivo muchísimo menos?
—El Estado más cercano es el municipal. Resuelve más rápido,
pese a la discusión pendiente sobre recursos. Creo plenamente en la autonomía
municipal.
—¿Extrañás ser intendente?
—No. Vivo y recorro Hurlingham. Puedo hacer un aporte para
nuestro distrito también desde el ministerio con la políticas, medidas y
gestión
—¿Hubo señales previas que indicaban que podrían perder?
—Comencé a militar en política en 1983. Tenía apenas 16 años.
No los conté, pero debe haber entre elecciones generales e internas más de 35 o
36 comicios. Comparado con la libreta de enrolamiento de mi papá, voté muchas
más veces que él. Lo pongo en valor y es muy bueno. Aprendí que hay que esperar
hasta que se abran las urnas y contar. Por respeto al que vota, más allá de que
uno va analizando el proceso.
—¿Cómo describirías las diferencias entre Juan Manzur y
Santiago Cafiero a la hora de conducir el gabinete?
—Entre otras cosas, el veredicto de las urnas fue rearmar el
gabinete. El Presidente siempre dijo que gobernaría con los 24 gobernadores.
Era una deuda. Hoy tenemos un gobernador del norte grande, un buen gobernador,
un dirigente territorial. Arrancará esta etapa con toda su experiencia.
—¿Tiene diferencias ideológicas con Santiago Cafiero?
—Son los dos peronistas y tienen los mismos objetivos: poner
la Argentina de pie y acompañar al Presidente. Y ganar el 14 de noviembre.
—¿La idea de Manzur estaba previamente en la cabeza del
Presidente, simplemente que la tenía para después de las elecciones de
noviembre y no es real todo lo que se dice sobre una imposición de Cristina
Kirchner?
—Manzur fue el primer gobernador en acompañar muy
rápidamente la decisión de Cristina para que Alberto fuera candidato a
presidente. Esa misma semana estaba el hoy presidente en Tucumán. Hay una
relación, un vínculo previo. Hubo una combinación de toda la coalición en
acompañar la decisión de que fuera jefe de Gabinete.
—¿No fue una imposición de Cristina?
—No hay imposiciones de Cristina. Cada espacio plantea
diferencias con su forma. Eso también hace a que hayamos salido fortalecidos.
Este gabinete tiene mucho volumen político. Cuenta con muchos comunicadores.
Dará mucho que hablar en gestión y en políticas que ponga en marcha el
Presidente. Pero no hubo imposiciones. Es más Frente de Todos. No es
albertismo, es frentedetodismo en un marco de unidad. Si fracasa la
construcción política, nos va a ir mal a todos, y fundamentalmente a millones
de argentinos que, a pesar de dificultades y angustias, no quieren volver
atrás.
—Viví en Brasil en dos oportunidades, y los ministerios se
deciden entre las coaliciones en proporción a su peso específico. Cambio la
palabra “imponer” por “presionar”. El periodista Iván Schargrodsky señaló esta
semana que dentro del albertismo, durante la crisis, había dos sectores: uno
encarnado por Gustavo Beliz, que sugería que era el momento de romper con el
kirchnerismo, y otro conducido por Vilma Ibarra, que decía que romper era una
batalla perdida por la correlación de fuerzas.
—No pasó de ninguna forma. Siempre entendimos que como
ministros, y en la cercanía con el Presidente, había que seguir fortaleciendo
el Frente de Todos.
—¿No se pensó en ningún momento aceptar las renuncias
presentadas?
—Más allá de renuncias o no, son objetivos que hay que
plantearse de cara al futuro. Se perdió una elección. Tampoco es algo tan
grave.
—Te pregunto si fue una hipótesis plausible.
—En ningún momento. En mi ministerio me toca mirar de cerca las caras. Como cuando pusimos en marcha el programa Mi Primera Pieza. Las mujeres de barrios populares pueden acceder a refaccionar su casa con un subsidio del gobierno nacional. Esas caras reflejan otra cosa. La demanda de que el ministro, el Presidente, la vicepresidenta, Sergio Ma-ssa, todos los días tomen medidas para poder sacar de la pobreza a más personas, para que las pymes mejoren cada día.
—Juan, perdoname. Creo que el tono de un reportaje de este
tipo es entender el complejo funcionamiento que tienen las coaliciones. Mis
preguntas apuntan a entender cómo se mueven esas fuerzas para no caer en las
simplificaciones que aluden a bandos irreconciliables. Sobre el resultado hay
dos perspectivas. Una perspectiva, que se le asigna al kirchnerismo, afirma que
no se hizo en materia económica todo lo posible en el tema asistencialista.
Agregar más demanda agregada en la terminología keynesiana. Y otra que supone
que el problema fue el corrimiento de Alberto Fernández hacia el kirchnerismo y
no hacia la ortodoxia, representada por el caso de Vicentin. Son dos lecturas
que seguramente deben tener partes de verdad. ¿Cuál es tu propia mirada de ese
dilema?
—No veo tal dilema. Posiblemente habría que hablar de
diferencias, de matices y diversidad.
—¿Estuvo mal, en el sentido de un perjuicio electoral, lo de
Vicentin, estuvo mal lo de la carne, y al mismo tiempo también estuvo mal no
tener una política de mayor asistencia social?
—En Vicentin, el Presidente fue al rescate de una empresa y
a defender el trabajo. Con respecto a la carne, se respetó el bolsillo del
ciudadano. En cuanto al ajuste fiscal, no hay tal ajuste, sino un equilibrio
que tiene que ver con una mayor recaudación. Nuestro ministerio hace una
inversión de 18 mil millones de pesos por mes en la Tarjeta Alimentar. Hubo
alrededor de 500 mil millones de pesos en el sostenimiento del empleo, el
Aporte del Trabajo y la Producción.
—Los sectores más críticos dicen que este año no hay ni IFE.
—No, pero sigue la Tarjeta Alimentar ampliada a 14 años.
Implica una mejora de Asignación Universal por Hijo. Pusimos en marcha un
programa con una inversión de 5 mil millones de pesos para que en una primera
etapa 27 mil beneficiarias puedan refaccionar su casa con subsidios de 100 mil
a 240 mil pesos. No hay ajuste.
“No hay imposiciones de
parte de Cristina Kirchner.”
—Coincidís con lo que dijo el ministro Guzmán, pero la
vicepresidenta dice que hubo ajuste.
—No escuché a la vicepresidenta decir eso. Hubo mejor
recaudación, y eso equilibró las cosas. Y hay todos los días decisiones,
programas y medidas que se toman desde el Estado con recursos para asistir a
los argentinos. Seguramente hace falta más. Hay que ir más al hueso desde el
punto de vista de un crédito a una pyme, ampliar los beneficios a
monotributistas.
—¿Cuánto tiene de real la interpretación de que ganó
Cristina en la confección del nuevo gabinete?
—Con este gabinete deben ganar los argentinos luego de un resultado electoral adverso. No ganó ni perdió nadie. ¿Hubo diferencias? Sí. ¿Se saldaron? También. Avanzamos tomando medidas con un jefe de Gabinete que viene de ser gobernador, con un gabinete integrado por hombres y mujeres con mucha experiencia en una etapa en que la economía está dando señales claras de crecimiento, de reactivación.
—¿Qué rol tendrán los intendentes del Conurbano? Martín
Insaurralde está en el gobierno provincial; Mario Ishii se mostró con Alberto
Fernández. ¿No solo es gobernar con los gobernadores, sino también con los
intendentes?
—Hay una decisión del Presidente y del gobernador Axel
Kicillof de contar con hombres y mujeres. La experiencia de gobernar un
municipio nos brinda otra mirada, más cercana. Aparece ese abanico de
problemáticas como seguridad, educación, salud y trabajo.
—Intendentes y gobernadores ofrecen más experiencia en la
gestión que teóricos, intelectuales y científicos. ¿En vez del gabinete de
científicos que planteó el Presidente hace dos años ahora tenemos uno de
expertos en gestión?
—No sé si Alberto Fernández planteó un gabinete de
científicos. Sí con los científicos trabajó mancomunadamente toda la pandemia.
—Cuando asumió dijo expresamente que, en lugar de un
gabinete de CEOs, tendría un gabinete con científicos.
—Sí, y con militantes también. Y con hombres y mujeres con
mucha experiencia durante todos estos años de democracia. Nos alienta mucho
para la etapa que viene de la recuperación económica, la etapa de revinculación
con los actores de la sociedad. Esta semana estuve con la Cámara Argentina de
la Construcción conversando la transformación del plan Potenciar Trabajo en
trabajo genuino, con cupos generados por la cámara, por la Unión Obrera de la
Construcción, por el gremio, el Estado. Es el momento también de que el Estado
convoque a estos sectores para empezar a resolver demandas.
—¿Por qué ganó el oficialismo en Hurlingham y en todos los
partidos vecinos no?
—En cada municipio, en cada provincia, la sociedad vota
distinto. En la multicausalidad interceden distintas situaciones, como los
roles de los dirigentes locales. Pero no hay municipio que pueda desarrollarse
sin modelo de país.
—Pero con ese modelo, se ganó en un lugar y se perdió en
otros.
—Se debe también a la conformación social. A diferentes
situaciones.
—En el reportaje anterior contaste que Hurlingham es un
partido industrial, el parque industrial del viejo Morón. “Un parque y una zona
industrial que en los años 90 implosionó perdiendo 2 mil trabajadores textiles,
2.500 trabajadores de frigoríficos y 1.500 trabajadores donde hoy está la
universidad pública”, dijiste. No es muy distinto de lo que pasó en San Martín,
donde también otro ex intendente muy cercano a Alberto Fernández, Gabriel
Katopodis, perdió. Son partidos con demografías comparables.
—En los márgenes de error, fueron más o menos los mismos
resultados. Más allá de que haya conglomerados urbanos, cuando se cruza de una
vereda a la otra hay municipios que tienen lógicas, realidades y conformación
socioeconómica diferentes.
“Como gobierno, nos
faltó mirar un poquito más y resolver la situación económica.”
—¿Son distintos demográficamente San Martín y Hurlingham?
—Tienen realidades muy distintas en cantidad de habitantes o
barriadas. San Martín y Tres de Febrero son parte del primer cordón del
Conurbano, pegado a la General Paz. No se trata de mirar cómo se votó en cada
distrito, sino de mirar qué nos faltó. Para que cada vecino de San Martín, de
Hurlingham, de Ituzaingó, cambie su voto o vaya a votar.
—Tuviste un conflicto con La Cámpora al establecer las
listas. ¿Jugó a favor?
—Lo que puede jugar a favor del resultado entre tantas
situaciones fue conservar el marco de la unidad, estar todos juntos. El resto son
temas menores, muy menores.
—Formalmente estuvieron juntos en los demás.
—Estar juntos nos garantizará que sigamos poniendo a la Argentina
en modo de crecimiento.
—Apenas se supo el resultado electoral, Luis D’Elía tuiteó:
“La Cámpora debe terminar su hegemonía sectaria y excluyente”. Dijo que fueron
“los mariscales de la derrota”. ¿Cómo es La Cámpora en el Conurbano?
—Es una opinión de Luis, a quien respeto. No la comparto.
Máximo Kirchner presidirá el 10 de diciembre el Partido Justicialista de la
provincia de Buenos Aires, la herramienta electoral del peronismo bonaerense.
También integro esa herramienta. Soy uno de los intendentes que la integran,
como consejero de ese partido. Tenemos el objetivo de un partido que se
renueve, que se haga más dinámico, que interpele a la sociedad.
“Las elecciones son
una etapa, pero nuestro compromiso es gobernar.”
—¿Cómo se da esa confluencia entre el PJ y La Cámpora? Pablo
Gerchunoff decía, un poco provocativamente, que hoy en la Argentina hay dos
partidos políticos: la UCR y La Cámpora
—PJ y La Cámpora somos parte de este frente político.
Tenemos diferencias, pero no hacen en absoluto a los objetivos que compartimos:
que a los argentinos les vaya mejor y que el peronismo se consolide.
—Una de las críticas habituales al diseño del Gobierno fue
el loteo entre distintas fuerzas en el Frente de Todos. El Ministerio de
Desarrollo Social era quizás el ejemplo más marcado con componentes de los
movimientos sociales, no solamente de los partidos. Se afirma que esa
conflictividad interna tuvo que ver con la salida de Daniel Arroyo. ¿Percibiste
al llegar la dificultad de armonizar componentes disímiles?
—Cambio “loteo” por “integración”. Es integración. Se necesita en una coalición. Así funcionamos. Tenemos objetivos a mediano y largo plazo que compartimos con los distintos funcionarios. Esencialmente, transformar planes Potenciar Trabajo a empleo genuino, fortalecer la economía popular a través de cooperativas y de emprendedoras y emprendedores a los que asistir con herramientas y con materiales. También una política alimentaria que sostendrá la Tarjeta Alimentar y garantizará la red de merenderos y comedores. La Senaf, que es la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, también tiene un marco de trabajo, con el objetivo de construir seiscientos jardines maternales y distintos programas que hacen a la cobertura de la niñez y la adolescencia. La Secretaría de Integración Socio Urbana tiene a cargo la urbanización de 4.400 barrios populares que forman parte del Renabap, el Registro Nacional de Barrios Populares, instaurados por una ley nacional, fondeada en gran parte por el aporte de las grandes fortunas. Hay un porcentaje de fondos de esa área que está urbanizando cuatrocientos proyectos, cuatrocientos barrios populares de la Argentina, con doscientas obras en marcha. Hoy pusimos en marcha Mi Pieza, que es la refacción y ampliación para mujer. Todo eso está integrado y conducido por mí como ministro. En esta etapa que viene tenemos una experiencia importante con la Uatre en cuanto al empleo. Es con productores rurales, vinculado a la cosecha temporal. Más de 150 mil beneficiarios del Plan Potenciar pueden trabajar en la cosecha.
—Convertir planes sociales en trabajo.
—Es lo que ahora se está llevando adelante con la cosecha del arándano y la naranja en Entre Ríos, de la yerba en Misiones, del algodón en Chaco, de la pera y la manzana en Río Negro. Beneficiarios del Plan Potenciar no querían ir a la cosecha temporal porque perdían el plan; la Asignación Universal o la Tarjeta Alimentar. Hoy eso se compatibilizó. Es el Plan Potenciar más el salario de convenio puesto por el productor. Los productores de fruta perdieron el 30% de la cosecha por no tener mano de obra. Eso complica la situación de las economías regionales. Ya se avanzó en una cantidad importante de beneficiarios de planes. El próximo paso es trabajar en sectores como la construcción, la gastronomía, para el área de servicios. Se sumará el plan más el salario de convenio.
—¿Qué sucederá con
las actividades que no son temporales?
—Sucederá también. En el camino de recuperación
económica, si se resuelve la macro, hay un dinamizador por parte del Gobierno.
Es decisión del Presidente dinamizar la economía con mucha obra pública. Eso
está pasando y se ve en la construcción. Entendiendo que hay un nuevo formato
que es la economía popular, hay gente que quedó afuera del sistema laboral, que
hoy tiene un oficio y a la que el Estado acompaña con su herramienta y con
programas en los que puede publicar en la web lo que produce. Hay una fábrica
de mermeladas en Hurlingham que hoy, por Ley de Góndolas, tiene los productos
Laura en Carrefour, Walmart y Changomas. Perdón por el chivo.