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Martes 28 de diciembre de 2021
Gerardo Morales: la entronización del radical más peronista (mención al acuerdo de Gualeguaychú)
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Gerardo Morales tardó menos de 24 horas en mostrar sus cartas. El viernes por la tarde lo confirmaron como el presidente de la UCR y para el final del día siguiente ya había enviado dos dardos que volvieron a agitar una interna que tuvo enfrentamientos físicos, insultos en varias tonadas y rupturas de bloque.

El sábado por la mañana el gobernador jujeño se juntó con Mauricio Macri, en lo que fue su primer acto oficial como nueva autoridad partidaria, y después elogió a su par cordobés, Juan Schiaretti, y pidió sumarlo a una posible alianza.

Es decir, mandó granadas para los radicales de la Capital Federal y de Córdoba, dos bastiones claves para su plan, que quedó más expuesto que nunca. Es que nadie se tiene que confundir: la presidencia que busca Morales no es la de su espacio, sino la que está en la calle Balcarce.

Y para eso, avisó, está dispuesto a sumar a casi el que sea, aún a costa de las opiniones de su propio espacio. Sobre una UCR que selló una alianza atada con alambres, Morales quiere ser el nuevo jefe.

Adelantado. Hay que entender que Morales no es el típico radical. Es el primero de los suyos en gobernar la provincia, desde que llegó al poder en el 2015 y rompió la hegemonía que tenía ahí el justicialismo desde el regreso de la democracia.

Pero esa no fue la única novedad de esa elección, sino el hecho de que él la ganó, justamente, tejiendo alianzas con otra parte del peronismo. Es que el jujeño -aunque nació en Salta se mudó muy de chico a la localidad vecina y dice sentirse como uno más de esos pagos- fue el único de la UCR que fue habilitado y que ganó, aquel año del acuerdo en Gualeguaychú con Cambiemos, para competir bajo una alianza con Sergio Massa.

De hecho su vicegobernador, de aquel período y del actual también, es Carlos Haquim, histórico hombre fuerte del Frente Renovador en Jujuy. Si se cumplen algunos pronósticos, el 2023 no va a ser la primera vez que Morales haga acuerdos llamativos para ganar una votación.

Pero no sólo eso distingue al gobernador: puertas para adentro del espacio que fundó Leandro Alem todavía le pasan facturas por haber sido un aliado íntimo de Alberto Fernández cuando este comenzó su gestión, y recuerdan que a su esposa (ver recuadro) la nombraron en el directorio de YPF durante el mandato del Frente de Todos.

“Es que Gerardo es el más peronista de todos los radicales”, dice uno que no le tiene demasiada simpatía, y se hace eco de una chicana que se escucha mucho dentro de la UCR.

También hay que entender que el momento del radicalismo no es el usual, o al menos no es el que era norma desde que el gobierno de Fernando de la Rúa explotó por los aires, 20 años atrás, días después de que Morales abandonara su cargo como ministro de Desarrollo Social de la Alianza para ir ganar su primer banca como senador por Jujuy.

Las buenas elecciones de Facundo Manes en Buenos Aires, de Rodrigo de Loredo en Córdoba, de Carolina Losada en Santa Fe, y el desempeño del partido en las provincias que gobierna -además de Morales, están Rodolfo Suárez en Mendoza y Gustavo Valdés, que este año fue reelecto con el 76% de los votos en Corrientes- más la aparición de figuras como Martín Tetaz entusiasmaron a todos.

O, como dicen en la UCR puertas para adentro, los “revivieron”, algarabía que se notó durante la interna para elegir las nuevas autoridades partidarias, momento en el cual Morales casi se agarra a trompadas con Martín Lousteau -hasta hace días su enemigo número uno, ahora, milagros de la rosca mediante, su vicepresidente en la UCR-.

De hecho, entre todas las facciones que habitan a los codazos dentro del espacio se podría decir que hay sólo una coincidencia: de acá en más Juntos por el Cambio, a diferencia de lo que ocurrió en el gobierno de Macri, va a tener que considerar al radicalismo como un socio imprescindible. O, como diría Morales, van a tener que ir detrás de suyo en una fórmula presidencial que piensa encabezar.

2023. Los que tienen confianza con Morales le dicen “Cabezón”. No lo hacen por una cuestión de tamaño sino porque, cuentan, cuando se le mete algo en la sesera es imposible sacárselo. Y ahora el gobernador está apuntando al sillón de Rivadavia.

Para lograr ese objetivo primero tuvo que surfear la rebelión de Lousteau y del diputado Emiliano Yacobitti. Ellos, más otros 11 diputados, se fueron del bloque radical el lunes 6.

Ese episodio traumático -fue aquella mañana cuando Morales casi se trompea con el senador de rulos, en la sede de la UCR- se contuvo recién el viernes 17 en la elección de las nuevas autoridades partidarias, pero no fue fácil y para nada es un capítulo cerrado.

En el medio hubo cabildeos permanentes de Enrique Nosiglia, el padrino político de los rebeldes -que no estaba tan de acuerdo con la ruptura pero luego tuvo que acomodarse a lo que hicieron sus delfines-, para lograr una lista de unidad de la que muchos pronostican que puede no resistir al 2023.

El protagonista de la última tapa de NOTICIAS volvió a demostrar su poder: a pesar de controlar, como mucho, a 30 de los 96 delegados que seleccionaron a las nuevas autoridades del radicalismo, Nosiglia logró retener seis cargos del Comité Nacional para su grupo, sobre un total de 15. Ahora, cuentan, el “Coti” está feliz. Ya puede volver a las sombras y alejarse de una exposición pública que jamás le gustó.

Un dato de color sobre la fumata blanca radical: el que estuvo muy activo, jugando en tándem con el grupo Lousteau, Yacobitti y Nosiglia, fue Daniel Angelici, que incluso fue anfitrión en una reunión entre los rebeldes y los enviados de Morales.

Esto llamó la atención por dos motivos. El primero es que el “Tano” había quedado enfrentado con Nosiglia, luego de que el “Coti” apoyara a Ameal en las elecciones de Boca en las que perdió el angelicismo en el 2019, y la segunda es la presencia en sí del ex presidente xeneize.

Angelici, después del gobierno de Macri en donde tuvo mucho peso, quedó como una figura cuestionada dentro del radicalismo y se había alejado de la vida partidaria.

A pesar de eso logró colarse en el Comité Nacional como el secretario por CABA, aunque sus enemigos en la UCR dicen que lo van a impugnar: se habla de un vericueto legal que especifica que no puede tener un cargo alguien que “tenga intereses” con el juego. Final abierto.

Futuro. Morales, ahora, tendrá que timonear el regreso de los que se fueron al bloque de la UCR en Diputados. La fecha tentativa es entre febrero y marzo para que eso suceda, aunque el nuevo presidente arrancó mal: la visita a Macri y el mimo a Schiaretti agitaron a los radicales de Capital y de Córdoba, provincias de las que salieron los legisladores rebeldes.

También el 2022 será un año en el que mostrará su juego: Morales tiene pensado recorrer todo el país para instalar su candidatura, y para apurar a Larreta a que defina la suya.

El alcalde porteño eligió como estrategia volver “a la gestión” en la Ciudad y dejar el 2023 para después, pero el jujeño lo quiere forzar a subirse al ring, y de hecho ya avisó que Patricia Bullrich (ver recuadro) sería una compañera de fórmula suya. El “Cabezón” va por todo.

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