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Viernes 28 de enero de 2022
Pérdidas millonarias. La bajante del Paraná conspira contra el principal ingreso de la Argentina (mención a Entre Ríos)

La bajante extraordinaria que atraviesa el Río Paraná desde fines de 2019 genera múltiples problemas económicos. Desde baja producción de energía en Yacyretá a escasez de pesca y pérdidas millonarias en el complejo agroindustrial.

“Estimamos una pérdida superior a los US$ 620 millones en el embarque de subproductos del complejo soja (poroto, harinas y aceites) desde el Gran Rosario”, precisó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) para el período comprendido entre enero y septiembre del año pasado. La causa son las dificultades para que los barcos naveguen el río.

Esto incide directamente en la exportación de granos de la Argentina, explicó a LA NACION Juan Allegrino, licenciando en oceanografía física de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador de la Comisión Nacional del Limite Exterior de la Plataforma Continental (Copla): “Cuando los buques cargan menos en el Gran Rosario tienen que completar la carga en otros puertos. En el río Paraná, en Zárate o Ramallo también tienen problemas de calado. Entonces completan en Bahía Blanca o Quequén. Ahí se genera un costo logístico más alto y se pierde competitividad con Brasil fundamentalmente”.

En un informe publicado el 7 de julio de 2021, cuando a la altura del río Paraná en Rosario estaba en 18 centímetros, la BCR aseguró: “Lo que sucede en el Rio Paraná resulta determinante para que la logística pueda desarrollarse de manera eficiente. La situación actual presenta un panorama complicado”.

Entre el 8 y 18 de enero de este año el hidrómetro arrojó cifras negativas de hasta -49 centímetros. El Gran Rosario, zona denominada Up-River, abarca a los puertos ubicados desde Arroyo Seco a Timbúes y es la principal vía de salida de los productos del complejo agroindustrial argentino.

Hace tres años se posicionó como el nodo portuario agroexportador más importante del mundo porque superó en toneladas despachadas a otros puertos de Estados Unidos y Brasil, aun cuando la bajante impidió que los buques carguen completamente sus bodegas.

En 2019 los barcos zarparon con 37.000 toneladas menos de cereales en promedio cada uno. Al siguiente, el impacto fue menor porque salieron con 34.000 toneladas menos de media, pero en 2021 la cifra ascendió a 37.400 toneladas menos de promedio por cada uno.

La bajante extraordinaria obliga al sector exportador a modificar su operatividad y, en consiguiente, a asumir mayores costos para desarrollar sus aceitadas logísticas, lo cual también impacta en el toda la cadena de valor y los productores agropecuarios.

La obligación que tienen las embarcaciones de cargar menos toneladas en el Gran Rosario para poder navegar aguas abajo del río Paraná hace que tengan que completar sus bodegas en otros puertos, donde el precio de la mercadería es mayor.

Generalmente, lo hacen en Bahía Blanca o Quequén, en Necochea. Se trata de zonas que “se benefician” de la situación, dijo Allegrino. Según el BCR, el año pasado “la carga de maíz” desde el puerto del sur de la Provincia de Buenos Aires “rompió récords históricos”.

También hay mayores gastos de transporte porque las barcazas que bajan por el afluente desde Chaco, Entre Ríos, Paraguay y Bolivia para dejar mercadería en el Up-River deben hacerlo con menos kilajes. Otro de los inconvenientes es la ralentización de los embarques, lo que lleva a dificultades operativas, saturación de almacenajes y demoras en el ritmo de la molienda.

La BCR precisó que en 2020 desde el Gran Rosario se despacharon el 70% de los granos y el 96% de los aceites vegetales y las harinas que exportó la Argentina a un valor aproximado de US$ 20.000 millones. La cifra equivalió al 37% de las exportaciones del país en todo el calendario.

Las pérdidas económicas estimadas por la Bolsa de Comercio rosarina corresponden a “sobreprecios que se pagan de logística”, indicó Allegrino, para quien “la incidencia sobre la economía del país es muy grande”. “También las economías regionales se ven muy afectadas por la bajante. Esto perjudica a Paraguay y Bolivia porque todo lo que baja por la Hidrovía está condicionado por la bajante extraordinaria del Paraná y Paraguay”, agregó.

En su último análisis, publicado a principios de este año, la Bolsa de Comercio de Rosario estimó que en 2021 en el Up-River se embarcaron unas 225.000 toneladas menos de granos, aceites y subproductos que en 2020.

“La participación del Gran Rosario en los despachos totales cayó de 78% en 2020 a 74% en 2021, el menor registro desde el año 1998 cuando los muelles al norte y al sur de Rosario cargaban menos de 30 millones de toneladas en promedio”, detalló.

Para el corriente año “el panorama no es alentador”, estima la BCR. “De no quebrar la tendencia de la bajante del río Paraná, el tonelaje cargado en los buques podría continuar resintiéndose, impactando en pérdidas millonarias para la exportación de productos agroindustriales argentinos.

También repercute castigando el precio de exportación de los principales productos que se despachan desde nuestra zona, como son el aceite y la harina de soja”, concluyó.

Por qué el río Paraná no tiene agua Las costas del río Paraná en su tramo argentino, desde Puerto Iguazú hasta la desembocadura en el río de La Plata, están desnudas. Cuánto más al norte del país, menos caudal.

“La bajante actual es extraordinaria por los niveles y la permanencia que tiene”, informó el licenciado Juan Allegrino.

Semanas atrás se viralizó un video en el que un hombre caminaba en medio del río a la altura de Rosario, donde el 12 de enero Prefectura midió con su hidrómetro en el puerto -49 centímetros y quebró una marca de 1969, cuando en esta época debería tener una altura de 3,5 metros. En el mismo período, en la ciudad de Santa Fe llegó a -22 centímetros, la menor cifra en los últimos 77 años.

“El factor determinante es la escasez de lluvia que se vienen registrando desde hace dos años en las cuencas del Paraná y del río Iguazú en Brasil, con pequeños repuntes que no alcanzan a normalizar la situación.

También hay una bajante pronunciada e histórica en el río Paraguay. Los aportes que recibe el Paraná actualmente son muy escasos”, sostuvo Allegrino.

El licenciado adjudicó el faltante de precipitaciones a varios factores: “Hay diferentes cuestiones que pueden influir. Desde junio del 2019 a agosto del 2020 tuvimos un índice oceánico del Niño neutral. Desde 2020 a junio de 2021 los índices corresponden a la Niña. Actualmente estamos en período de Niña y seguramente el resto del verano y parte del otoño vamos a seguir en Niña”.

Hace casi 80 años el río Paraná también tuvo una bajante extraordinaria y, según Allegrino, es comparable con la actual, aunque por entonces “los niveles fueron más bajos todavía”. Por eso, descartó que el calentamiento global, que trae aparejado el cambio climático, sea el principal factor, aunque opinó que puede provocar que el evento se dé con mayor frecuencia: “Hoy tenemos que mirar 77 años atrás para encontrar algo tan crítico. Pero no podemos saber si desde ahora lo vamos a tener cada tres, cinco o diez años. Eso lo vamos a tener que mirar más adelante”.

Según informes del Instituto Nacional del Agua (INA), el nivel del río Paraná seguirá “en situación de bajante” e, incluso, por debajo de la línea de “aguas bajas” hasta, al menos, marzo.

Fuentes del área que depende del Ministerio de Obras Públicas explicaron a LA NACION: “Va a seguir igual con promedios de alturas hasta marzo por debajo del límite de aguas bajas. No hay estimaciones oficiales después de marzo. Lo que se puede inferir es que lo que llueva en otoño no sería suficiente como para volver a aguas normales. Pero hay que esperar, todo puede cambiar”. En ese contexto, Allegrino dejó en claro que la situación es compleja y que “no se espera que mejore en el próximo trimestre”.

A la vez, advirtió que puede descender aún más: “Los aportes que tenemos son muy bajos y podría a llegar a bajar más durante el verano. Quizás haya recuperaciones, como fue hacia fines de 2021 que hubo un ligero repunte, pero no alcanzó para recuperar la humedad de los suelos, fue efímero y al poco tiempo volvió a presentarse la situación crítica”.

El magro efecto de la Sudestada La Sudestada que irrumpió la semana del 16 de enero en el río de La Plata impactó levemente sobre el río Paraná, que sigue “en situación de bajante extrema”, reiteró el INA en su último Boletín Hidrometeorológico.

En las mediciones que Prefectura hizo en puertos del Delta del Paraná y desde Ramallo aguas arriba, el caudal, ayudado también por precipitaciones que se dieron en la región, se incrementó notablemente y de la mayoría de los hidrómetros se obtuvieron cifras pocas veces registradas en los últimos dos años.

Sin embargo, hacia fines de esa semana el descenso del río Paraná fue igual de brusco que su creciente, por lo que el afluente volvió a su situación de aguas bajas en su tramo argentino.

Múltiples problemas

La bajante del río Paraná no sólo perjudica la exportación de granos, sino también a otros sectores económicos, como la pesca artesanal, de la que viven miles de familias, que desde hace varias semanas está paralizada.

“Estamos sin trabajar hace tres meses, por tanta bajante del río no hay pesca. Esto afecta a las especies, la mayoría de los peces quedaron en el río de La Plata y no vinieron para arriba. Al estar el río tan bajo, no tienen donde desovar, entonces no arriban”, contó a LA NACION Osvaldo Villar, de 51 años, quien está radicado en Vuelta de Obligado, localidad del partido bonaerense de San Pedro, y desde allí sale a trabajar.

Y precisó: “No quedó nada. El pescado de escama desova en arroyos, desbordes de agua, esteros y lagunas. Está todo seco, está solo el curso del Paraná, el canal principal por donde navegan los barcos”.

Su colega, Jorge López, quien en 2020 fue noticia porque halló un tramo de las cadenas que utilizaron las tropas de Lucio Mansilla para combatir a las anglofrancesas en la Batalla de Vuelta de Obligado en 1845, coincidió con él: “Ya hace un tiempo que no voy a pescar por no sale pescado, bajó el agua y dejó de salir. Al no tener lagunas el pescado no tiene donde desovar y no viene. Si no hay una crecida, no va a quedar nada” A la vez, Osvaldo aclaró que, en esa zona, en el norte de la Provincia de Buenos Aires, “dentro de todo” están “bien” porque aguas arriba desde Santa Fe “es un desastre” y hay sectores donde el afluente “se pasa caminando”.

“Estamos esperando que se termine el tiempo de la Niña, que supuestamente afloja en febrero. Para abril y mayo se espera más agua”, sostuvo.

El hombre trabaja en la pesca artesanal desde que es adolescente. Llegó a Vuelta de Obligado a los 7 años y todavía sigue allí. Trabaja con una canoa, redes y anzuelos, elementos que varían de acuerdo a la temporada y la clase de peces que va a buscar para vender de forma particular.

Por la falta de agua, hace casi 100 días que no sale y debió buscar alternativas para subsistir: “Uno no sale por el costo económico del combustible, que no se justifica con el pescado que sacas. Una salida sale entre 2000 y 2500 pesos. También llevo a gente a pescar y ahora buscamos alternativas para sobrevivir. Acá hay turismo y por suerte en el último año se movió mucho”.

Juan Allegrino confirmó que “la gente que vive de la pesca artesanal” tiene complicaciones: “Hay muchos argentinos que viven de la pesca artesanal, para vender o consumir ellos. Si hay una laguna o un arroyo que conduce agua, y ya no conduce, ahí no hay más peces porque migran a otro lado. Esos cauces que desaparecieron afectaron a muchas familias que no tienen forma de conseguir los peces”.

Según él, la situación actual impactará en el futuro: “Los peces tienen un período de crecimiento de entre tres y cinco años para incorporarse al recurso pesquero. Lo que se está pescando hoy probablemente no es del 2020 ni 2021, sino de años para atrás. La bajante podría afectar la pesca en los próximos años, en 2024 o 2025?. A su vez, los pocos peces que quedan en el río Paraná, se mueren. “El poder de autodepuración del río es mucho menor que cuando el río trae un caudal importante de agua. Esto afecta a la vida biológica, también. Si continúa, se va a empezar a sentir en la población de peces”, indicó Allegrino. El 12 de enero pasado la organización ambientalista El Paraná no se toca compartió imágenes de una laguna en la zona de islas de Rosario con miles de peces muertos.

El grupo advirtió que “la mayoría de las lagunas del humedal se secaron” y “sólo unas pocas conservan agua” producto de la bajante del río Paraná. Ello, sumado a la ola de calor que afectó a la Argentina por esos días, “fue un cóctel mortal para los peces que sobrevivían en ellas”.

También, aclaró que la misma situación se vive en otros lagos y lagunas que son alimentados por el caudal del Paraná. “Cambió la morfología del río Paraná, parece otro territorio. Hablo de los cauces secundarios, que están secos, no tienen agua y los que sí, casi nada”, añadió el investigador de la Copla.

Y agregó: “Si empezamos a hurgar fino encontramos innumerables problemas asociados a la bajante que afectan a la economía y a la población de manera directa e indirecta.

Otra de las dificultades que referenció fue el de las tomas de agua para consumo humano: “Muchas de las que hay en el río quedan al descubierto y no se pueden utilizar. En los lugares donde se puede tomar agua, posiblemente la potabilización requiere del uso de muchísimos más químicos”.

“Es algo natural -continuó-, si tenés un balde lleno del que sacas agua o uno vacío con sedimentos en el fondo, es mucho más simple, fácil y económico sacar del que está lleno. Ahora nosotros estamos con el balde vacío y genera problemas para la potabilización del agua”.

Yacyretá, con menos producción de energía eléctrica

El Complejo Hidroeléctrico que la Argentina comparte con Paraguay y está sobre el río Paraná, frente a la localidad correntina de Ituzaingó, también sufre las consecuencias de la extraordinaria bajante, aunque desde la empresa aclararon a LA NACION que el fenómeno “no afecta al funcionamiento” porque “las instalaciones están preparadas” para que trabaje con un “rango hidrológico amplio”.

Sí se produce una merma en la producción de energía, explicaron: “Los niveles de producción de energía están directamente asociados con la situación hídrica. Al ser una central de pasada, no regula caudales y genera energía conforme a lo que el río ofrece.

Por tanto, lo habitual en un contexto de bajante es producir menos energía que en otro contexto hídrico de mayor oferta. Desde hace unos años la oferta hídrica del río viene en merma, y tiene su correlato en la producción de energía”.

Y detallaron: “En términos estadísticos, el valor medio de largo plazo de la energía esperable de producir en Yacyretá está en el orden de los 20.000 a 21.000 gigavatios-hora por año. En 2021, se produjo en orden de los 13,4 miles”.

Según el último informe de la consultora G&G Energy Consultants sobre el Mercado Energético Argentino publicado el pasado 13 de enero, Yacyretá opera con despacho muy bajo de agua por los aportes “muy reducidos” del afluente. La cota del embalse está 80 centímetros por debajo del valor normal, que es de 83,5 metros. Ello provoca que haya “muy baja disponibilidad energética”.

En las primeras semanas de este año la producción fue, en promedio, un 6% menor a la media de 2021.

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