En una concurrida jornada en la Feria del Libro de Buenos
Aires, y como parte del Foro de Educación y Empleabilidad organizado por Ticmas
y la OEI, el gobernador de la provincia de Entre Ríos, Rogelio Frigerio,
dialogó sobre la realidad de su provincia y los desafíos de su gestión.
Entre Ríos es una provincia con historia, con producción
diversificada y con un enorme potencial para proyectar futuro. Pero también es
una provincia que enfrenta desafíos estructurales en empleo, educación y en las
oportunidades para que los jóvenes quieran quedarse.
—¿Qué lugar debería ocupar la educación en una estrategia de
desarrollo de la provincia?
—Cualquier político o funcionario te va a decir que tiene
que ocupar un lugar fundamental, prioritario. La verdad es que, cuando vemos
los resultados, no ha ocurrido en nuestra provincia y, en general, el país ha
venido decayendo en términos de calidad educativa, sobre todo del secundario.
Entre Ríos fue una provincia pionera en términos de que la política ponga la
educación como algo prioritario. Voy a decir algo polémico, pero Urquiza está a
la altura de Sarmiento en términos de la educación pública en la Argentina.
—Con Justo José de Urquiza, el sueldo docente de los entrerrianos valía lo que un metro cuadrado de tierra.
—Tuvimos la primera escuela laica del país, el primer jardín
de infantes. En ese entonces ya se entendía la necesidad de educar desde la
primera infancia. Y hoy estamos muy mal en las evaluaciones. De hecho, tuvimos
que implementar un plan de alfabetización para los alumnos de primer a tercer
grado. Tenemos una deserción escolar tremenda, dramática. Cerca de 24.000
estudiantes abandonan la secundaria cada año porque, o se van a trabajar o
impacta el embarazo adolescente o porque sienten que la escuela no les va a dar
un activo adicional a la hora de buscar un mejor empleo. Todas cosas que hay
que revertir. Y en eso estamos.
Primero, que los alumnos de tercer grado puedan leer y
comprender un texto básico. Y después que no haya abandono escolar, que la
escuela logre sostener a los alumnos hasta el final y que lo que aprendan, les
sirva para conseguir un mejor empleo. Estamos revalorizando las escuelas
técnicas, estamos intentando incluir tecnología, programación en las
currículas, todos desafíos muy complejos en un contexto de precarización,
también del salario de los docentes, de abandono de la infraestructura escolar.
Hay muchísimas cosas urgentes que no nos pueden distraer de los problemas
estructurales de fondo que estamos obligados a atender.
—En cuanto a la formación docente, ¿qué están haciendo?
—Ese es el otro gran tema. Encontramos un enorme desorden.
Todo lo que planteo en Entre Ríos seguramente se replica en muchos otros
lugares del país. Intentamos ordenar la formación: que el Estado tenga
presencia y un control de lo que aprenden los formadores, y darle un rol
fundamental a este aspecto. Si queremos buenos alumnos, necesitamos buenos
maestros que se capaciten permanentemente, que sean verdaderos actores del
cambio. Esta revolución o transformación de la educación en Entre Ríos no se
hace si los actores fundamentales y prioritarios del cambio, como son los
docentes.
—Una de las preocupaciones de la provincia es la migración
de los jóvenes. ¿Qué hacen para conservar talento?
—Hace años que no crecemos. De hecho, estamos cayendo en
términos de provincias con mayor cantidad de población en la Argentina: hoy
estamos sextos, cerca de estar séptimos. Y bajó la natalidad en toda la
Argentina, lo que puede ser un problema a futuro. Sostener a nuestros jóvenes
en la provincia es una de nuestras prioridades fundamentales En este caso,
después de haber cumplido ya un tercio de mi mandato: ¿qué puedo hacer para
que, aún con condiciones difíciles, podamos hacer una diferencia a nivel de
nuestra provincia? Primero, cambios culturales. Entender que el Estado no está
solo para cobrar impuestos y pagar sueldos públicos. Está para ayudar a generar
las condiciones para que haya inversión y trabajo en el sector privado. Esa es
la gran posibilidad que tenemos de salir adelante y, para eso, hay que crear
otro ecosistema, cambiar la cultura del Estado, bajar los impuestos, darle
alivio fiscal al sector productivo y dejar en el pasado la idea de que el
objetivo fundamental de cualquier joven es conseguir un puestito en el Estado.
El desafío más importante que tenemos en Entre Ríos, como en muchas otras provincias de la Argentina, es un cambio cultural que parta desde el Estado. Tenemos claramente un rol indelegable en términos de la salud pública, de la educación pública, la seguridad y la justicia. Pero de manera creciente tenemos que ocuparnos en generar desarrollo también, y eso se hace en una alianza con el sector privado, no poniéndonos de espalda y creyendo que el sector privado solamente sirve para extraerle recursos.
—¿Bajó el porcentaje de empleados públicos en la provincia?
—Habíamos recibido un número alto. Lo que dije antes:
estamos mal desde hace muchos años en la Argentina; desde hace décadas. Esto
implica que no haya habido diferencia de desarrollo entre provincias. La
nuestra se quedó estancada en el tiempo. Somos la hermana pobre de la región
centro.
A mí me gusta compararme con Santa Fe y Córdoba, porque eso
nos obliga a ver qué podemos hacer para mejorar. Y una de las principales
diferencias es la cantidad de empleados públicos en relación a la población
económicamente activa: ellos rondan el tercio y nosotros el 50%. Ahí veo un
problema a atacar. Esto se resuelve haciendo que no crezca más la planta del
sector público, haciendo esfuerzos para que haya incentivos para que el sector
privado genere empleos; en lo posible, de calidad. No hay otra fórmula que no
sea esa.
—¿Cómo se impulsa la empleabilidad?
—Tomamos la decisión tajante y concreta de que no entra
nadie más a la planta permanente del Estado sin un concurso público
transparente y abierto. Ser empleado del Estado tiene beneficios: la estabilidad,
una obra social del Estado, una jubilación de la provincia que es muchísimo
mejor que la de ANSES. Los beneficios que te da el Estado, como la estabilidad,
está vinculada en la Constitución a la idoneidad: tenés estabilidad porque sos
idóneo, y los gobiernos que vengan no tienen que dejarte de lado porque ya
probaste tu idoneidad. Y la única forma de probar la idoneidad es a través de
un concurso público, abierto y transparente. Si la estabilidad no va de la mano
de la idoneidad, es un privilegio, y nosotros tenemos que terminar con todos
los privilegios.
Otra decisión importante es que los que vinieron conmigo
al Estado se van conmigo, cuando yo termine mi mandato. Esa es la forma de
contener el problema. Y por supuesto, necesitamos hacer crecer la economía y
hacer crecer el empleo privado para que esta tendencia se vaya revirtiendo en
el tiempo y que cada vez más sea el sector privado el que absorba la oferta de
empleo que se va generando todos los años.
—Si los que están ahora se van al terminar el mandato, ¿cómo
se trabaja en la continuidad? ¿Cómo se asegura que se mantenga una política?
—No lo puedo asegurar, pero hay que tratar de convencer a la
gran mayoría de esto que te estoy diciendo: del cambio cultural que necesita
nuestra provincia. Entre Ríos es, en muchos factores, el promedio de la
Argentina. Y yo quiero salir de ese promedio; estamos para mucho más. Vos tenés
que tratar de hacer un camino; una traza lo suficientemente profunda como para
que sea difícil salirse. Hay que hacer las cosas lo mejor posible y explicar lo
que uno hace. En la medida de lo posible, hay que lograr que la gente
interprete que el esfuerzo vale la pena. Que este esfuerzo hace que la gente
pueda vivir un poco mejor. Si la política no sirve para que la gente viva un
poco mejor, no sirve para nada.
—El tema del foro en el que estamos es la articulación entre educación y empleabilidad. ¿Cómo la llevan desde la provincia?
—Concretamente, con un programa de pasantías que estamos
lanzando en estos momentos. Es muy importante que los jóvenes tengan un paso
por el sector privado antes de recibirse, para que perciban que el esfuerzo de
ir a la escuela y terminar el secundario, tiene sentido; que los empleadores
también tomen en cuenta el haber terminado la educación, tener una educación
terciaria o por supuesto, universitaria. Creo que muchos jóvenes no lo terminan
de percibir. Tiene que haber una correlación entre el esfuerzo de la
terminalidad de la educación en sus distintas etapas y la posibilidad de
acceder a un mejor empleo.
—De los diferentes desafíos educativos de la provincia, ¿a cuáles les están dando prioridad?
—La prioridad tiene que ir por segmento. No pueden no ser
prioridad los primeros mil días porque está estudiado que en los primeros mil
días de vida de cualquier persona se define su futuro y la posibilidad real de
que haya igualdad de oportunidades en la Argentina. Una parte del esfuerzo está
puesta ahí. Hay un vínculo enorme con los gobiernos locales, con los gobiernos
municipales, con el sistema de salud pública de la provincia.
Después, como ya dije: el Plan Provincial de Alfabetización.
Es prioridad que los alumnos de primero a tercer grado aprendan a leer, a
escribir y a comprender un texto. Otra: hacer obligatoria la sala de tres.
También es una prioridad mejorar las condiciones de los docentes y mejorar las
condiciones de las escuelas.Y dentro de esa prioridad, hoy estamos gobernando
sin plata y gestionando sin plata,también se tienen que marcar prioridades. Las
prioridades en infraestructura estuvieron puestas en las escuelas que estaban
peor. No todas están mal, pero visualizamos primero 100, después 200 y ahora
300 escuelas que estaban peor y atacamos y abordamos este problema. En el
secundario, la prioridad es la terminalidad.
La prioridad es que los alumnos sientan que lo que aprenden
en la escuela les va a servir para mejorar su situación en la vida para
conseguir un mejor trabajo. Para eso hay que tener una comunicación permanente
entre el mundo de la educación, el mundo académico y el mundo del trabajo, y
estamos intentando ir para ese lado. Ninguno de estos cambios son de un día
para el otro. Estamos, sin embargo, viendo cambios importantes en términos de
los resultados del Plan de Alfabetización. Pero para que esto sea sostenible en
el tiempo y realmente podamos ver resultados que muevan el amperímetro,
necesitamos tiempo y continuidad de políticas. Tomo lo que me preguntabas
antes: es fundamental que, una vez que se elige un camino, se sostenga en el
tiempo. Lo único que te garantiza esa sostenibilidad en el tiempo de las
políticas es la gente y que la gente elija que este es el mejor camino.
—El político tiene que hacer pedagogía también
—Sí, sin duda. Por eso hablaba de comunicar bien. A mis
ministros siempre les digo que comunicar bien las cosas es casi tan importante
como hacerlas. Es muy importante la comunicación en la política. A veces se
subestima. Comunicar bien la política no es propaganda política: es explicar lo
que se hace, para qué se hace, y por qué la necesidad de sostener sobre todo
políticas vinculadas a la educación que tardan tanto tiempo en tener un real
impacto. Por eso no es casualidad que la política no le da pelota a estas cosas
porque no se ven en el corto plazo, porque no dan votos en el corto plazo. Pero
son las cosas que hay que hacer. Y, si en algún momento en mi provincia, hubo
políticos que entendieron la relevancia de la educación pública como garantía
—además de la igualdad de oportunidades—, nosotros no podemos ser menos.
—Hay una agenda que tiene que ver con la economía del conocimiento: ¿qué lugar le están dando a esta nueva industria?
—Te doy un solo ejemplo para que entiendas la relevancia que
tiene para nosotros esto. Cuando llegué a la Gobernación hace 16 meses, vi un
edificio que se estaba haciendo en el lugar más lindo de Paraná, con una vista
increíble a Santa Fe, al otro lado del río, y pregunté qué era y me dijeron
“Esto va a ser un edificio público”. Y yo dije “Sobre mi cadáver. Esto tiene
que ser algo vinculado con el conocimiento, con la economía del
conocimiento".
Hoy estamos a muy poquito de inaugurar el Mirador Tech, que
justamente se llama así por las increíbles vistas que tiene. Un edificio de
8.000 metros cuadrados dedicado a la economía del conocimiento. Lo tenemos
alquilado en casi su totalidad en la parte que es alquilable a empresas del
conocimiento. Va a tener un lugar de capacitación, un lugar de encuentro. Va a
ser quizá uno de los edificios vinculados a la industria del conocimiento más
importante de la Argentina y de la región y para nosotros es un orgullo, porque
realmente es evidente a esta altura que los trabajos del siglo XXI van a estar
vinculados con la inteligencia artificial, con la economía del conocimiento. El
Estado tiene que marcar con claras señales hacia donde hay que ir.
Yo creo que la señal de inaugurar este polo tecnológico de
la industria del conocimiento en el mejor lugar es clave para que precisamente
haya sostenibilidad después en políticas vinculadas a promover este sector, que
es claramente el que más trabajo le va a dar a nuestros jóvenes.