Martes 04 de julio de 2006
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Política
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Lavagna, entre la interna UCR y la agenda electoral
Néstor Kirchner fije la elección presidencial en marzo comenzó a ser considera «poco probable» por Roberto Lavagna que, tres semanas atrás -como lo contó este diario-, daba por hecho que la votación sería en esa fecha.

A

hora, en cambio, en el lavagnismo sostienen que se aleja la chance de una elección anticipada. A pesar de que Aníbal Fernández dijo que, siempre, se pensó en octubre, la alternativa marzo figuró (¿ya no figura?) en la mesa de arena del Presidente.

Para Lavagna es un dato invaluable porque determinará cuándo lanzar su candidatura oficial y qué ritmo imprimirle a ese proceso. Por ese motivo, el lavagnismo analiza efectuar un planteo ante la Justicia electoral para pedir una «declaración de certeza».

El trío que opera para Lavagna desde el Congreso -Jorge Sarghini, Juan José Alvarez y Eduardo Camaño- redacta un escrito para presentar ante la jueza María Servini de Cubría para que se expida sobre cuándo, según su óptica, debe ser la votación.

Servini es, se sabe, la magistrada con competencia electoral y, aunque la convocatoria de la elección es facultad del Poder Ejecutivo, el proceso depende de la Justicia. Traducción del cálculo lavagnista: si el gobierno no da precisiones, que lo haga un juez.

Queda, como fuera, un trecholargo. Lavagna y quienes lo entornan buscan alcanzar un equilibrio entre la saturación por una campaña prematura y la necesidad de estar presente participando de la agenda pública. En ese duelo, admiten, corren detrás de Kirchner.

«En La Plata (Kirchner) se quejó de los que hacen campaña. Lo hizo en un acto de campaña, junto con tres candidatos a gobernador y varios a intendentes. Pero puede darse el lujo de ese doble discurso», lamentó uno de los principales operadores del ex ministro.

Frente a eso, Lavagna se moverá sobre la superficie -«nunca va a salir de la escena», se explica-, pero sin entrar, todavía, en el terreno de la campaña dura. Desde Europa, en la gira que comenzó anoche, espera confirmar esa tendencia: asomar desde foros internacionales.

Urgencia

Hay, por otro lado, aspectos más urgentes y mundanos que forman parte de la lista de prioridades del ministro y el grupo que lo escolta de cerca. Se mezclan el radicalismo, el apuro de ciertos dirigentes y el armado a nivel nacional de la opción Lavagna. Veamos:

El radicalismo supone, en sí mismo, toda una complicación. Lavagna y sus laderos peronistas miran de lejos, pero con preocupación ese revuelo. En el lavagnismo se interpreta que, mayoritariamente, la dirigencia de la UCR sintoniza con la candidatura presidencial -todavía no oficial, pero que parece inexorable- del ex ministro. Pero bajo esa apariencia hay ruido: además de la pulseada entre los gobernadores y los jefes territoriales -que encarnan como exaltación Julio Cobos y Roberto Iglesias-, aparece un factor de tensión, con epicentro en Buenos Aires, provincia donde el radicalismo tiene 42 intendentes y más de 20 legisladores, además de una red política pueblo por pueblo. Refiere a la conducción del proceso Lavagna, que estrenó Raúl Alfonsín y despabiló a Federico Storani y a Leopoldo Moreau. La dirigencia media de la provincia acepta, aun a regañadientes, a Alfonsín, pero los espanta la posibilidad de que Storani y Moreau se conviertan en los conductores del proyecto Lavagna. El ex ministro y sus entornistas del PJ detectaron ese clima y esperan que la crisis decante. El temor es simple: que la permanencia, más allá de lo deseado de algunos dirigentes, termine alejando a sectores de la UCR que simpatizan con Lavagna. Por lo pronto, lograron un avance: Margarita Stolbizer, feroz detractora de aquel dúo radical, no merma con las críticas a sus correligionarios, pero ahora ya no embiste contra los peronistas. No implica, de todos modos, más que eso: un gesto de buena convivencia.

Mientras relojean cómo se ordena -o se desordena- el conflicto interradical, los lavagnistas con ADN peronista se abocan a otra tarea: consolidar a los dirigentes que, dicen, se acercan a medida que toma cuerpo y se vuelve «inexorable» la postulación del ex ministro como presidente en 2007. El quilmeño Eduardo Camaño, que aceitó vínculos con dirigentes de todo origen cuando era presidente de la Cámara de Diputados, coordina el armado a nivel nacional. J.J. Alvarez aporta a ese esquema mientras se dedica, en paralelo, a la provincia de Buenos Aires, territorio al que se aboca puntualmente Jorge Sarghini. Un mapa similar recorre Francisco De Narváez. En ese proceso, también pudieron consolidar el armado legislativo: luego de algunos escarceos con sectores del adolfismo, se ordenó la convivencia en el bloque de peronismo disidente que preside Sarghini. (Ambito)

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