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ergoglio, ante miles de fieles congregados frente al santuario situado en el barrio porteño de Liniers, sostuvo que 'el salario retenido y la falta de trabajo son dolores que claman al cielo'.'Son dolores que pueden evitarse siendo justos, privilegiando a los más necesitados, dando trabajo, no robando, ni ventajeando', expresó el cardenal.
Asimismo, Bergoglio dijo que 'Dios nos enseña a escuchar a nuestros hermanos' y que, muchas veces, `los poderosos escuchan lo que les conviene'.
'Venimos a pedir dos gracias: la de escuchar y la de ser escuchados', expresó el cardenal, quien calificó a San Cayetano como 'un oído especial de Dios' para percibir el clamor por 'el pan y el trabajo'.
Tras su homilía, Bergoglio pasó a bendecir a la gente, que en su mayoría portaba espigas con la imagen del patrono y había escuchado atenta y silenciosamente su mensaje.
Los fieles comenzaron a visitar el santuario desde la madrugada con el fin de elevar sus plegarias, que incluyen ruegos y agradecimientos al santo del pan y el trabajo.
Una vez que se escucharon las estrofas del Himno Nacional, las puertas del santuario se abrieron a partir de las 0:00 para los fieles que en algunos casos llevaban alrededor de un mes de vigilia.
La canción patria no fue la única manifestación de lo nacional y popular en ese primer instante de la celebración, ya que la primera peregrina en ingresar fue una mujer, que lo hizo de rodillas y enfundada en una bandera argentina, con un cartel que rezaba: 'No a las papeleras'.
La primera misa de la jornada -que este año lleva el lema 'Con Jesús y San Cayetano aprendemos a escuchar y a ayudar a nuestros hermanos'- se inició a las 4 y las mismas se sucedieron con una frecuencia de una hora.
Desde la medianoche, la fila de dos kilómetros comenzó a moverse y los feligreses empezaron a ingresar al santuario para vivir ese acto de fe, que se repite año a año, y que, en esta ocasión, es medido por las autoridades parroquiales para que todas las personas que acudieron al lugar tengan la posibilidad de experimentarlo.
Pese a que algunos observadores señalaron que hubo una merma en la cantidad de fieles que hasta fue relacionada con una mejora de la situación económica, el padre Gerardo Castellano, cura párroco, expresó, tras una recorrida por los alrededores, en declaraciones a la prensa, que 'la concurrencia es similar a la de otros años.'