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l Vaticano se apresta a aceptar la renuncia como obispo de Puerto Iguazú de monseñor Joaquín Piña, el religioso que —con su decisión de ser candidato a convencional constituyente en Misiones— se puso al frente de la oposición al intento del gobernador provincial, el kirchnerista Carlos Rovira, de reformar la Constitución para habilitar la reelección indefinida. La decisión —que se conocería de un momento a otro— implicaría el inmediato abandono del cargo de Piña dado que, junto con el anuncio de su sucesor, se nombraría un administrador diocesano hasta que asuma el nuevo titular de la diócesis. Incluso se menciona que el sucesor sería el cordobés Marcelo Martorell, un ex colaborador directo del cardenal Raúl Primatesta. El Gobierno aguarda ansioso esta decisión —que seguramente vivirá como un triunfo— porque significa que Piña no será obispo de Puerto Iguazú en el tramo final —quizá decisivo— de la campaña— y, por tanto, cuando los misioneros voten el 29 de este mes. La lectura de la Rosada es que Rovira —un incondicional aliado del presidente Néstor Kirchner— ya no deberá enfrentarse con un obispo que contaba, de alguna manera, con el paraguas de la Iglesia. En rigor, Piña —más allá de su salida— no perderá nunca su condición de obispo. Piña había presentado su renuncia en mayo de 2005 por haber llegado a la edad límite de 75 años. Desde entonces, aguardaba que el Papa Benedicto XVI se la aceptara y nombrara a su sucesor. Se especulaba con que todo el trámite se concretaría a fines de este año. Esta especulación se fortaleció luego de que el presidente del Episcopado, cardenal Jorge Bergoglio, bendijo la jugada de Piña (como luego lo hicieron otros obispos) y se pensó que El Vaticano no haría nada antes de los comicios para no debilitar la candidatura. Pero Clarín ya había anticipado esta posibilidad. Si bien las designaciones de obispos son algo que El Vaticano maneja con gran reserva, anoche crecía la impresión en círculos políticos de que el Gobierno habría hecho un intenso lobby ante la curia romana para lograr la inmediata salida de Piña. Aunque algunos dudan de la influencia de la Casa Rosada luego de que el caso Baseotto tensara la relación con Roma. Un síntoma de la ansiedad oficial lo constituyó el hecho de que la agencia oficial Télam fue la primera en difundir la versión del reemplazo. Al conocer anoche la versión, Piña le dijo a Clarín que estaba "muy feliz" por la concreción de su reemplazo porque hacía tiempo que la espera. Y descreyó de que el Gobierno haya podido influir en la decisión de Roma. Pero lo cierto es que no siempre, junto con el nombramiento de un nuevo obispo, se designa a un administrador diocesano hasta que aquel asuma. Generalmente, permanece el anterior hasta que se produce el traspaso. Esta vez, Roma dispuso una salida inmediata. Pero la Casa Rosada debería leer de modo completo la decisión del Vaticano. Las versiones indican que la Santa Sede habría escogido como administrador diocesano al arzobispo de Corrientes, Domingo Castagno, un moderado alineado con Bergoglio, que recientemente cuestionó a quienes abusan del poder para provecho propio. "El poder es servicio", dijo en una homilía. Pese a que no dijo palabra de la polémica en Misiones, es difícil no establecer una relación entre sus dichos y Rovira. Las repercusiones por la decisión de Piña de ser candidato a constituyente derivó en un virtual choque entre el obispo y Kirchner. La semana pasada, el Presidente encabezó un multitudinario acto en Posadas, en el que respaldó con fuerza el proyecto reeleccionista de Rovira. Y criticó a los religiosos que actúan en política. Y cuestionó con dureza el papel de la Iglesia durante la dictadura. Sus palabras merecieron una durísima réplica del obispo de Posadas, Juan Martínez, quien se preguntó si el Presidente tiene el "aval moral" y el "currículum de sufrimiento" como para hacer juicios sobre el tema. Recordó que antecesor suyo, monseñor Jorge Kemerer, fue un valiente defensor de los derechos humanos. Piña, a su vez, dijo que Kirchner estaba mal informado sobre la situación provincial.