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ada vez falta menos y el dilema no se resuelve. Al parecer, el Tribunal Electoral provincial definirá hoy la modalidad que tendrá la primera experiencia de internas abiertas y simultáneas regida por la ley provincial Nº 9.659. La resolución interesa a la UCR y el PJ, que son los dos únicos partidos políticos que van a internas para elegir sus candidatos para las generales del 18 de marzo. En rigor, la UCR es el único partido que pone en juego todas sus candidaturas, ya que para el orden provincial (gobernador y vice y lista de diputados provinciales) el PJ presentó lista única. Lo que tiene que resolverse hoy es si en la interna simultánea del domingo 17 de diciembre radicales y peronistas votan en escuelas separadas o lo hacen en los mismos establecimientos educativos y, en este último caso, si lo hacen en una misma mesa o en mesas separadas. La ley provincial 9.659 dispone que son los partidos lo que deben definir el lugar en el que hacen su interna. Y los apoderados de la UCR y del PJ optaron por votar en escuelas separadas. Pero el problema se presentó cuando seis de los nueve precandidatos a intendentes de Paraná (cinco peronistas y un radical) solicitaron al Tribunal lo contrario a lo que habían pedido los apoderados de sus partidos: que se vote en las mismas escuelas y en las mismas mesas, de modo que radicales y peronistas hagan una cola única y, dentro del cuarto oscuro, elijan en qué interna votar. Ocurre que la particular legislación entrerriana así lo permite, dado que —a diferencia de lo que ordenaba la ley nacional— las internas simultáneas se hacen con padrón general. UNOS Y OTROS. En su momento, plantearon que se vote en las mismas escuelas y mesas los precandidatos Daniel Ruberto, José Carlos Halle, Osvaldo Tarzia, Oscar Barbieri, Cristian Uliam en el PJ y Fabián Rogel en la UCR. El argumento es que la mesa única preserva la identidad política del elector independiente y facilita su participación, no sólo porque evita que se haga público en qué interna vota, sino también porque limita la posibilidad de confusiones respecto a los lugares de votación. Dicen también que si se vota en forma separada se pierde en control sobre el número de votantes en cada interna, un dato políticamente relevante de cara a la elección general. Y, finalmente, aseguran que una cola única de votantes radicales y peronistas es el mejor antídoto contra la injerencia de extrapartidarios. Se dan muchos ejemplos, pero la mayoría repara en que la presencia del bustismo en las mesas dificultaría un eventual desembarco de la estructura solanista en la elección en la que no participa, a fin de beneficiar con sus votos al candidato peronista o radical que más convenga a sus intereses. En la vereda contraria, Sergio Varisco en la UCR y Adalberto Alvarez y Sergio Paz en el PJ están de acuerdo con votar en distintas escuelas. El presidente del Comité Capital de la UCR sostiene que esa es la posición del partido y que se funda en que “se trata de internas partidarias y de este modo se limita la intromisión de otros partidos”. Al contrario de lo que dicen las mayoría de los candidatos, Varisco sostiene que votar en una misma mesa es la mejor manera de camuflar esa injerencia. Entiende, incluso, que votar en una misma escuela pero en mesas separadas, “desnuda el voto del independiente”. A su juicio, lo ideal sería que radicales y peronistas voten en lugares distintos y que se habilite una escuela sólo para los electores independientes. Entre las escuelas separadas (como quiere la UCR) y la mesa única de electores (como piden la mayoría de los postulados a la intendencia de Paraná) hay una modalidad intermedia: que se vote en las mismas escuelas, pero en mesas separadas. Eso fue lo que ocurrió en la interna simultánea de 2005, la primera y única experiencia de esta modalidad en la que, como ahora, sólo participaron el PJ y la UCR. Pero entre aquella interna simultánea para elegir candidatos a diputados nacionales y esta para definir las listas provinciales y municipales hay una diferencia sustancial. En 2005 se votaba en base a la ley nacional, que permitía votar en la interna de un partido sólo a los afiliados a esa fuerza política y a los independientes o no afiliados a otros partidos. La ley provincial, en cambio, permite votar a todos, como en una elección general, sean o no afiliados, esto es, se vota con padrón general. La posibilidad de injerencia de un partido sobre otro se abre porque sólo la UCR y el PJ votan, con lo cual, por ejemplo, todos los afiliados al PJ que acompañan la fórmula Julio Solanas-Enrique Cresto, o los que acompañan a Emilio Martínez Garbino en la Concertación Entrerriana quedan habilitados para votar en la interna del PJ o en la de la UCR por el candidato que más convenga a sus intereses. Votar en escuelas separadas es para unos el antídoto para esta deformación, mientras que para otros no hace más que potenciarla. Problema de fondo Tanto los que proponen votar en las mismas escuelas y mesas como los que quieren hacerlo en forma separada dicen estar poniendo un límite a la intromisión de estructuras políticas ajenas en la elección de un candidato. Lo cierto es que cada uno actúa según lo que más le conviene. Pero el problema de fondo es la propia ley 9.659 que propicia esa deformación y que este año impulsó el PJ (cuando todavía no estaba dividido) en la Legislatura para sancionar el proyecto del ahora vocal del Superior Tribunal, Emilio Castrillón. Esa original legislación, impulsada por el gobernador Jorge Busti —que permite que afiliados a un partido puedan votar los candidatos del partido contra el que compiten— va a contrapelo de lo que ocurre en la Nación, donde por impulso del presidente Kirchner se avanza en la derogación de una ley de internas simultáneas que resultaba más benigna que la provincial, porque los afiliados sólo podían votar en la interna de su partido. El argumento para la derogación es que produjo vicios, como la aparición de “paquetes” de electores “independientes” que se ofrecían al mejor postor. En Entre Ríos ese “trabajo” lo pueden hacer los propios aparatos partidarios, ni siquiera es necesario ser independiente. (El Diario)