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a ley de internas abiertas, simultáneas y obligatorias, alumbrada al calor de la crisis de 2001, pasó ayer a la historia: en forma inesperada, sobre tablas y sin debate el Senado derogó la norma con el apoyo casi unánime de kirchneristas, radicales y provinciales.
Hubo 39 votos a favor y sólo dos vos en contra, los del socialista Rubén Giustiniani y el salteño Ricardo Gómez Diez (Partido Renovador). El tratamiento del tema duró apenas tres minutos.
Fue el jefe del bloque oficialista, Miguel Pichetto, quien pidió introducir sobre tablas el tema, que no estaba en el plan de labor y que hubiera significado un debate que nadie quería dar.
"Esta ley fue producto de la crisis en la que se hizo culpables a los partidos políticos de todo lo que pasaba", dijo Pichetto en una corta intervención, y recalcó que la norma "nunca se aplicó". En efecto, las internas abiertas —aprobadas en junio de 2002 en un intento por acercar la sociedad a la política— fueron suspendidas para las presidenciales de 2003, cuando el peronismo concurrió con tres candidatos (Néstor Kirchner, Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá). Otros partidos pidieron que no se aplique si no tenían más de un candidato, y fueron avalados por la Justicia.
Los diputados aprobaron la derogación en noviembre pasado, con la rápida anuencia del kirchnerismo y la UCR, sobre la base de un proyecto del ex apoderado del PJ Jorge Landau. Ayer, con la mira puesta en el año electoral que se avecina, en el Senado se repitió la alianza de casi todos los partidos, aunque nadie hizo discursos para explicarlo.
La rápida sanción sobre tablas evitó que el tema se discutiera en la Comisión de Asuntos Constitucionales, que debía darle dictamen. Su titular es Cristina Kirchner —quien ayer ya se había ausentado de la sesión cuando se votó—, que hubiera tenido la responsabilidad de impulsar el dictamen sobre el tema.
En los últimos días, Cristina se concentró en temas de alto impacto institucional, como la aplaudida reducción de miembros de la Corte y la instalación de los juicios por jurado. La derogación de las internas va en dirección contraria al acercamiento de la política a la sociedad.
La ley que dejó de existir fue un intento, aunque teórico, de dar respuesta a los reclamos sociales en plena crisis. Se trataba de que cualquier ciudadano -afiliado o no- pudiera intervenir con su voto en el proceso de selección de candidatos de los partidos.
Según el texto original, las internas serían abiertas y obligatorias para los partidos (no para los ciudadanos) y también simultáneas, para que nadie pudiera votar dos veces en distintos partidos. Pasaron cuatro años, la ley nunca se aplicó por diferentes acuerdos políticos y judiciales, y desde ayer no existe más.
