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uan Carlos Orzuza, de 24 años, quien fue detenido el sábado pasado en barrio 1 de Julio, ante las sospechas de que fuera el que asesinó a escopetazos a Ricardo Oscar Mancuello el miércoles de la semana pasada, quedó ayer al mediodía imputado por este homicidio y probablemente será indagado por el juez Jorge Barbagelata en el transcurso de este martes. Cabe recordar que la comisión de la División Homicidios que realizó el procedimiento de detención y allanamiento en una vivienda del barrio 1 de Julio de Paraná no tenía todos los elementos probatorios que se necesitaban para imputarlo formalmente en el momento en que lo encerraron, y las versiones o testimonios sólo eran hasta entonces extraoficiales, por el temor a represalias. Esto quiere decir que para los detectives había una cuasi plena seguridad de que estaban sobre el hombre indicado, pero hasta el sábado no había forma de demostrárselo al juez de la causa. Quiso la buena fortuna que al explorar en los antecedentes de quien estaba siendo observado como sospechoso, surgiera un pedido de captura pendiente, emanado por el juzgado de Instrucción Nº 1 de Paraná, por un delito de robo calificado, lo que fue legalmente utilizado para poder ingresar a la casa de Héctor Orzuza, su padre, donde estaba viviendo Juan Carlos. La suerte siguió jugando a favor de los investigadores, ya que, en lugar de deshacerse de algunas vestimentas que terminarían comprometiéndolo y de la escopeta calibre 12.70 que también se encontró allí, estos elementos fueron secuestrados y sometidos a severos peritajes. Los encargados de investigar sabían que tenían sólo 48 horas para establecer una vinculación de Orzuza con el hecho o despedirse de la posibilidad de mantenerlo tras las rejas, ya que ayer al mediodía vencía el plazo por la causa que lleva adelante el juez Ricardo González por el otro delito menor, y Orzuza hubiera recuperado la libertad. Pero, cual si fuera la trama de suspenso de una película policial, ya en extremo con las agujas del reloj, la pericia de los culotes fulminantes de los cartuchos encontrados en la calle, junto al auto de Mancuello y la del percutor de la escopeta secuestrada resultó positiva y llevó a festejar el logro obtenido. Pero, para más confirmación acerca de la vinculación de Orzuza con el crimen, se realizó un delicado trabajo de levantamiento de huellas dactilares encontradas en una bolsa plástica que el imputado sostuvo en sus manos al fingir ser un empleado de barrido y limpieza mientras esperaba la llegada de Mancuello para tenderle la trampa mortal. Esas pericias también fueron incorporadas anoche al conjunto de pruebas que el mismo jefe de la División Homicidios, comisario Ángel Ricle entregó en manos propias al juez Barbagelata. MÓVIL. Acerca del móvil del crimen, es algo que aún no está totalmente dilucidado por los investigadores, ya que Orzuza era un delincuente común y no era competencia para los manejos que intentaba llevar adelante Mancuello en el submundo del hampa. Por el momento, lo que se estima es que el ahora imputado pudo ser la mano de obra que respondió a alguien a quien la presencia de Mancuello en las calles comenzaba a inquietar. De acuerdo a lo que se pudo sondear en el ambiente gris de la zona, se sabía de Orzuza era consumidor de estupefacientes, y una simple cuestión personal no cierra como móvil para semejante preparativo que terminó en tan sanguinario asesinato. Cabe recordar que Mancuello salió el miércoles pasado a las 8.30 de la mañana de la Unidad Penal 1 de Paraná, donde estaba alojado cumpliendo su condena de siete años por tráfico de estupefacientes y al llegar a calle Gómez del Río fue esperado por un sujeto vestido con ropas similares a las que utiliza el personal de Limpieza de la Municipalidad de Paraná, quien se acercó a la ventanilla de su Ford Falcon y le disparó brutales escopetazos con los que le proporcionó una muerte inmediata. (El Diario)