Miércoles 12 de septiembre de 2007
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Interés general
Papa subsidiada no llega a las provincias
Con la papa convertida en cuestión de Estado, Néstor Kirchner acaba de sellar un acuerdo para que el precio del kilo baje a $ 1,40.
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ero se trata de una iniciativa que excluye por completo a los consumidores de las provincias y que sólo tendrá influencia en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano, ya que es allí donde el INDEC extrae el polémico IPC nacional. El subsidio a la venta de papa que el Ejecutivo nacional arregló con supermercados y entidades productoras abarca únicamente a aquellas cadenas que se abastecen en el Mercado Central de Buenos Aires, dejando por fuera del beneficio no sólo a las pequeñas verdulerías, sino también a todo el circuito del interior que, en muchos casos, es lugar de origen del codiciado tubérculo. Flete Si se tiene en cuenta que los productores de cualquier lugar del país reciben $ 1,60 por cada kilogramo de papa que venden, no hay forma de que el producto no subsidiado se ubique en verdulerías y góndolas por debajo de los $ 2. En rigor, el precio nunca bajará de los $ 3 por kilo, ya que hay que sumar el valor del flete -$ 2 por kilómetro- y la ganancia para los vendedores. Resulta contradictorio que en Tucumán, una de las principales productoras de papa del país -junto con el sudeste bonaerense-, el kilo se encuentre hoy a $ 3. El mismo producto luego viaja desde el norte hasta Buenos Aires y sale del Mercado Central subsidiado a $ 1,40 para las góndolas que medirá el INDEC. Santa Cruz, la Tierra Santa K no está exenta de esta desigualdad. Allí la papa se ubica en torno a los $ 4 y sólo bajó a $ 3,15 en los últimos días merced a un acuerdo de control general de precios de corte local, motivado por la crisis que azota al distrito del Presidente. En tanto, dentro de Buenos Aires hay unos 17 pequeños y medianos mercados frutihortícolas, como el de Sarandí o el de Avellaneda, que también quedan fuera del subsidio. Esta situación se repite en todas las provincias fuera del alcance del Mercado Central y, en rigor, no se trata sólo de una cuestión de distancias, ya que las 2.500 toneladas que ingresan en el acuerdo firmado el lunes apenas si cubren parte de la demanda de Buenos Aires. Basta señalar que los argentinos consumen por mes unas 10.500 toneladas. Pero hay más contradicciones en la estrategia de Kirchner: el subsidio para ubicar en $ 1,35 el kilo y el compromiso de que los comerciantes venderán el producto a $ 1,40 no ofrece soluciones ante el previsible agotamiento del producto rebajado bajo acuerdo en los supermercados. Por caso, ya se observa en sucursales porteñas la diferenciación de $ 1,40 y $ 4 para papas de idéntica calidad. La estrategia de Kirchner y de su secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, lejos de ofrecer complejidad, sólo busca controlar las mediciones del IPC. Todo indica que se repetiría con el resto de los productos que «molestan» por su constante aumento, como sucede con el tomate. «Lo importante es controlar la inflación», había resumido la cuestión Kirchner el lunes cuando selló el acuerdo con paperos y supermercadistas.
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