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través de los años el municipio ha tratado de paliar cuestiones que afectan a los paranaenses en su vida cotidiana, mejorando y regulando a través de normas servicios esenciales como el agua, la limpieza, entre otros que competen netamente a las gestiones municipales de turno. Pero además, aunque hay muchas falencias aún los concejales han tenido que enmarcar otros servicios como el del transporte. La población local ya conoce de los remiseros maleducados, impresentables y de la triste realidad de los coches que manejan, la mayoría sin autorización para funcional como tales. También los taxistas han modificado su actividad según fuera necesario con el paso del tiempo y la alimentada competencia con los remises. Pos otra parte, el carísimo Transporte Urbano de Pasajeros objeto de duras críticas por parte de los usuarios respecto del costo del pasaje, el estado de los coches, la falta de identificación, y demás. Como si esto fuera poco el área competente de la Municipalidad de Paraná, cada tanto, cuando surge alguna crítica mediática afirma que van a realizar nuevos controles y que periódicamente hacen la revisión de las unidades y verifican habilitaciones. De la mima manera que anuncian que el nutrido cuerpo de inspectores ejercen el contralor en la vía pública para que no se generen infracciones a las normas “vigentes”. Lo cierto es que la realidad dista mucho de lo que las ordenanzas imponen. Ahora además de transitar en unidades de colectivos en estado deplorable y a un costo altísimo para las distancias de esta ciudad, el pasajero tienen que soportar que los choferes vayan hablando por celular al punto pasar de largo las paradas cambiando el recorrido por distracción. No sólo eso, los usuarios que denunciaron este hecho acusaron que se dio cuenta cuando una persona le pregunto si la calle estaba cortada y el chofer le dijo con toda naturalidad “hay no” y siguiendo con el teléfono dijo a la persona que estaba del otro lado “che te dejo porque por ir hablando me equivoque el recorrido”. Después de eso cortó el celular y “dijo sonriendo: ya doy la vuelta y retomo el recorrido. Perdón me llamaron y no me di cuenta”, según denunciaron a INFORME DIGITAL. El hecho “irrisorio” para ese conductor que transporta vidas a diario no es una cuestión menor. No solamente porque está incumpliendo una ordenanza y una regla de sentido común, sino “porque hoy se pasó de recorrido pero mañana va hablando y ocurre un accidente… a quien va a pedir perdón”, dijo el denunciante indignado por haber sido protagonista de semejante “irresponsabilidad”. Otro caso La misma persona que llegó a esta redacción para hacer público el suceso del colectivo, del que no vienen al caso dar detalles porque no va a minimizar el accionar, fue relatora de otra crónica cotidiana que tuvo el mismo escenario: el interior de un colectivo. Dijo que en un viaje, esta semana, “subió una inspectora de tránsito municipal y se sentó en el primer asiento para hablar con el chofer… cuando llegaba a destino le dijo a ese que no se olvide de avisarle a los otros chicos –por los choferes de turno- que iba a controlar esta semana otro de los inspectores a quien nombró”, declaró explicando que la inspectora estaba advirtiendo al chofer sobre uno de sus colegas que sí cumple el rol que se le ha conferido y que sí hace cumplir a los colectiveros las normas. Las preguntas: ¿Cómo se revierte esta falta de conciencia de quienes transportan vidas?. ¿Qué tienen que hacer el usuario que necesariamente viaja en colectivo?.