E
l 1 de abril, Romina Tejerina, su familia y sus abogados hicieron un brindis y hablaron del futuro. Por primera vez en mucho tiempo, había una posibilidad real de que Tejerina –sentenciada a catorce años de prisión por haber matado a su beba, a quien habría gestado tras una violación– quedara en libertad. El festejo se basaba en mucho más que un rapto optimista: la Corte Suprema de Justicia de la Nación tenía listo su fallo sobre el caso Tejerina, y era sabido que, de los siete magistrados, cuatro de ellos sostenían una reducción de pena que, en los hechos, significaba la excarcelación inmediata de Tejerina. Pero ayer, inesperadamente, uno de los jueces que estaba a favor de Tejerina –se cree que el doctor Ricardo Lorenzetti– bajó un pulgar y dio vuelta todo lo demás. Con ese cambio de opinión, la Corte Suprema de Justicia dejó firme la condena a catorce años de prisión; un fallo que, en términos domésticos, equivale a una prolongación del encierro. Tejerina no podrá pisar la calle hasta dentro de, por lo menos, cinco años más. ¿Cuál fue el motivo de este fallo sorpresivo? Mariana Vargas, abogada defensora, está convencida de que hubo una influencia K. “El kirchnerismo tiñó el fallo –le dijo a Crítica de la Argentina–. Siempre estuvieron en contra de la liberación de Romina.” El debate, dentro de la Corte Suprema, se dio en torno a la figura de “reducción de daños”. Esto es: si se tenía en cuenta el contexto en el que se había desarrollado la historia (pobreza, supuesta violencia familiar, ocultamiento del embarazo) era pertinente que Tejerina recibiera la pena mínima prevista para este tipo de homicidio, que era de ocho años (un monto que –como Tejerina ya lleva encerrada cinco años, más de dos tercios del total de la condena– permite la libertad inmediata). Frente a esta figura, en la Corte las opiniones estaban repartidas. Petracchi, Highton de Nolasco y Argibay se manifestaban en contra de la reducción de pena. Pero Raúl Zaffaroni estaba a favor, igual que Fayt, Maqueda y Lorenzetti. Este último, sin embargo, habría cambiado de opinión. Y de ese modo avaló un fallo que dejará contento al kirchnerismo: la presidenta Cristina Fernández es una eterna cruzada en contra de la legalización del aborto, una postura que llegó a justificar con una frase histórica: “Soy peronista, no progresista”. Hasta el momento en que se cerró este artículo, Tejerina no estaba enterada del fallo. En rigor, la existencia de Tejerina siempre transcurrió en un territorio adormecido y eso significa que ella nunca entendió bien por qué ciertos acontecimientos iban ocurriendo en su vida. Creció en una familia de clase media baja de Jujuy y hasta los 17 años tuvo la vida de cualquier adolescente de pueblo chico. Un sábado, antes de entrar a bailar, Eduardo “Pocho” Vargas, su vecino veinte años mayor, la habría metido a la fuerza en un auto y la habría violado. El encuentro jamás pudo probarse porque el juez de la causa por abuso sexual –Jorge Samman– se negó a pedir un análisis de ADN a Vargas. De ese momento quedó –recordó siempre Tejerina– mucho odio, asco y un embarazo de desenlace feroz. El 16 de abril de 2003, de modo prematuro, Tejerina parió una hija en el baño de su casa, tuvo un ataque de nervios y la asesinó a puñaladas. En el juicio, Tejerina aseguró que había visto en la criatura “la cara del violador”: un argumento que no convenció a la justicia jujeña. En junio de 2005, le dio 14 años de prisión. La defensa de Tejerina apeló y fue hasta la Corte Suprema de Justicia: un lugar, decían, donde iba a haber “justicia en serio”. Ayer, sin embargo, la última esperanza se transformó en nada. Luego de este fallo, Tejerina –y su caso– ya no tienen más lugares donde ir. Fue una decisión polémica: 4 a 3 La mayoría que se impuso (Lorenzetti, Petracchi, Highton, Argibay) se basó en que la Corte no discute cuestiones de hecho: no les corresponde revisar si hubo o no emoción violenta (lo que argumentaba Tejerina) porque no se trata de un tribunal de tercera instancia. La opinión de los jueces es que hubiera sido un antecedente peligroso anular el fallo contra Tejerina por emoción violenta porque con ese antecedente muchos casos penales subirían a la Corte. La discusión duró meses. Zaffaroni, Maqueda y Fayt presentaron distintos proyectos por la inimputabilidad o para reducir la pena. Pero eso no alcanzó para liberar a la chica.