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or primera vez, Kirchner se inclinó por el quincho del segundo piso de la sede de Matheu, en lugar de la más formales salas del Consejo y el auditorio. Un Néstor Kirchner confiado comenzó bajando un mensaje a su tropa: "El Gobierno ya cedió. Esos cinco dirigentes se tienen que hacer responsables de lo que pase de ahora en más." La referencia era a los cuatro presidentes de las entidades agrarias y a De Angeli, representante de los autoconvocados. Y los hacía cargo de posibles desabastecimientos, alzas de precios, los derramamientos de leche como el de ayer y problemas en las rutas. Enseguida se abrió el debate. Alguien pedía el micrófono, y Kirchner contestaba parado desde un atril, al mejor estilo Salón Blanco de la Casa Rosada (por lo del atril, no por las preguntas). Como en una ronda de terapia grupal, Felipe Solá tomó la palabra para plantear su "angustia" personal porque percibe que "la mayoría de la opinión pública se opone a decisiones justas del Gobierno". Hugo Moyano manifestó su "impotencia" por la prolongación del conflicto rural y sugirió replantear la "táctica" oficial. "Puede ser una boludez -se atajó el jefe de la CGT-, pero quizá habría que aceptar la oferta de mediación que hizo la Iglesia, poniendo de antemano nuestras condiciones." "Es cierto que es una boludez. Pero todos decimos boludeces, yo soy un especialista", arrancó su respuesta Kirchner, entre las carcajadas de los presentes. El ex presidente no sólo descartó cualquier mediación de la Iglesia sino que descerrajó una catarata de críticas a la Iglesia que recordó su "silencio" durante la dictadura y sus posiciones "conservadoras". "En este conflicto se juega el carácter de este Gobierno", explicó Kirchner. Y ensayó otra de las parábolas peronistas con las que se deleita en los últimos días: "Si en el 55 Perón hubiera cedido a las pretensiones de los golpistas, quizás hubiera durado un par de años más. Pero no hubiera perdurado en la memoria del pueblo." Fue entonces que llamó a "resistir esta batalla hasta el final, con paciencia, templanza y coraje" y a movilizar a todo el peronismo para acompañar el 20 de junio a la Presidenta a Rosario, para el acto del Día de la Bandera. "Si hay que hacer una marcha con un millón de personas, la haremos", dijo en su momento de mayor euforia. Daniel Scioli fue, otra vez, el vocero que tradujo en un tono más amable el mensaje K ante la prensa: "El PJ pide que se levanten las medidas que afectan seriamente la actividad comercial e industrial y pueden provocar el desabastecimiento", dijo el gobernador bonaerense. A su lado, la diputada y secretaria de Relaciones Internacionales del PJ, Graciela Giannettasio, insistió en que "los diputados nacionales y provinciales estamos junto a la Presidenta y a la gente de nuestros distritos, a pesar de las presiones de la dirigencia gremial para intentar enfrentarnos con la gente que representamos". Pareció un intento por desmentir lo que la mayoría de los dirigentes peronistas de las provincias agroganaderas comenta por lo bajo estos días: el acoso que soportan por parte de sus vecinos productores y las piruetas que hacen para intentar esquivarlos. Al salir de la reunión, el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, ratificó la postura oficial frente al llamado de la Iglesia: "Le piden un gesto de grandeza a un gobierno que lo único que quiere es distribuir la riqueza." (Clarín)