Sábado 27 de septiembre de 2008
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Interés general
La Legislatura del Neuquén aprobó la muerte digna
Es la segunda provincia en el país que le da legalidad al llamado “buen morir”. Cuál es la diferencia con la eutanasia. Los antecedentes que no prosperaron y los casos que llegaron a la pantalla. Cómo es en el resto del mundo.
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or unanimidad, la Legislatura del Neuquén aprobó una ley que habilita a los enfermos terminales que tengan plena conciencia de sus actos a decidir su propia muerte. Se trata de la segunda provincia argentina que legaliza la muerte digna luego de Río Negro, que el 30 de noviembre de 2007 se convirtió en el primer estado del país en establecer un nuevo marco legal para el llamado “buen morir”. A diferencia de la eutanasia –donde se provoca el fallecimiento del paciente por métodos terapéuticos–, la muerte digna permite que el paciente acepte o rechace los tratamientos propuestos por los médicos. Con el objetivo de mejorar la atención al final de la vida, refuerza los cuidados paliativos e impulsa que los ciudadanos hagan constar sus “últimas voluntades”. La Ley de Derechos y Obligaciones de los Pacientes –tal el título de la iniciativa aprobada ayer– impulsada por el diputado del Movimiento Popular Neuquino (MPN), José Pino Russo, determina en su artículo 4º que el paciente podrá decidir, en etapas de conciencia, no prolongar su vida con métodos artificiales. El paso siguiente es que el Poder Ejecutivo de la provincia promulgue la norma, la publique en el Boletín Oficial y la reglamente a través de un decreto con un plazo de, por lo menos, seis meses. La ley dice: “Considerando que al respeto por la vida corresponde el respeto por la muerte, los pacientes tienen derecho a decidir en forma previa, libre y fehaciente la voluntad de no prolongar artificialmente su vida a través de medios extraordinarios y/o desproporcionados y a que se reduzcan progresiva y/o irremediablemente su nivel de conciencia”. El autor del proyecto –también se desempeña como presidente del Bloque del MPN, es médico, fue director del Hospital “Castro Rendón” y diseñó el Plan de Salud de la provincia– aseguró que la iniciativa es “de avanzada en el mundo” y que busca “reglamentarse como una ley de bioética”. Dijo también que “no existe legislación nacional e internacional sobre el derecho de los pacientes y los usuarios sobre el sistema de salud” y que “mucho más que el momento final de una persona contempla un proyecto de vida digna y no de muerte digna, porque la muerte, en todo caso, es un período muy corto de la vida y esta ley establece el derecho sobre el momento que está enfermo pero también cuando está sano”. Con relación al apoyo del Obispado del Neuquén sobre esta iniciativa, Pino Rossi aseguró que “la Iglesia compartió el criterio de esta ley, la leyó completamente y dijo que habla en los términos de la Biblia”. El legislador insistió: “Los médicos ponemos el conocimiento y los pacientes ponen el cuerpo, por eso la ley busca escucharlos y hacerlos partícipes de este acuerdo. Un paciente debe saber qué consecuencias sufrirá al no ser sometido a determinada operación y debe aportar su parte en la relación con los especialistas que lo tratan”. La diputada por Concertación Neuquina para la Victoria, Yenny Fonfachat, un partido opositor al oficialista MPN, aseguró: “Voté a favor porque la ley no contradice a la Biblia ni lo que dicen los cristianos sobre este tema. Si en un lapso de conciencia o lucidez, un paciente puede decidir que su vida no dependa artificialmente de una máquina, entonces está bien que una norma lo regule”. Sus compañeros de bancada, Amalia Jara y Eduardo Benítez, votaron la normativa pero se opusieron al inciso de muerte digna por cuestiones de religión. “Nacemos con el derecho a la vida y ninguno de nosotros puede opinar sobre eso, en la concepción general la ley es moderna, pero no tenemos derecho a hablar sobre la muerte digna porque en el Código Penal hay amparos para situaciones extremas. No me parece que un grupo de legisladores pueda opinar sobre la muerte digna”, dijo Benítez. ANTECEDENTES. Durante su gestión como ministro de Salud, Ginés González García presentó un proyecto para la creación de un código bioético y moral que contempla la eutanasia y la procreación artificial. “Antes, lo que uno hacía era acompañar al enfermo y lo que estaba buscando era una actitud humana, de no abandono. Hoy, en cambio, hacer todo lo que se puede por el enfermo, no sólo puede ser complicado para el propio enfermo, sino también un excelente negocio para la industria de la medicina”, argumentó el actual embajador argentino en Chile. “Debemos establecer un nuevo código que regule temas que fueron impensados hasta hace poco como la procreación artificial y la eutanasia”, explicó González García. La ministra de Salud, Graciela Ocaña, se manifestó a favor de la muerte digna como concepto sanitario. “Comparto el espíritu de las leyes aprobadas en Neuquén y Río Negro y entiendo que el Congreso debería discutir esta temática para avanzar en la promulgación de una legislación nacional que contemple la muerte digna”, aseguró Ocaña. Algunos proyectos de ley relacionados con “el derecho de muerte digna”, fueron presentados en el Congreso Nacional sin demasiada suerte. A principios de 1996, el diputado Carlos “Chacho” Álvarez llevó a la Cámara baja un proyecto de ley cuya finalidad “no era reivindicar la eutanasia, sino permitir la muerte digna”. Establecía que “toda persona que padezca una enfermedad terminal podrá oponerse al empleo de tratamientos que prolonguen la vida a costa de dolor, angustia y sacrificio económico de la familia”. Nunca llegó a tratarse ni siquiera en el recinto. CINE Y TELEVISIÓN. El debate por la muerte digna y la eutanasia tuvo varios capítulos cinematográficos a nivel mundial y uno reciente en la ficción televisiva argentina. El director Alejandro Aménabar llevó en 2004 a la pantalla grande la historia de Ramón Sampedro, un español que pasó 30 años postrado en una cama tras sufrir un accidente en el mar. Su única ventana al mundo era la de su habitación: por eso su único deseo era terminar con su vida de manera digna. La película se tituló Mar adentro y fue protagonizada por Javier Bardem. Por su parte, el director y actor norteamericano Clint Eastwood también se hizo eco de esta problemática en Million Dollar Baby donde cuenta la historia de una boxeadora que queda tetrapléjica y precisa de un respirador artificial para sobrevivir. La mujer le pedirá entonces a su manager que no la deje vivir de esa manera. En la pantalla chica, el unitario Socias –que se emite por Canal 13– encabezó un capítulo con el actor Luis Machín en la piel de Kurt, un hombre que quedó cuadripléjico tras un accidente y que reclama libertad para quitarse la vida. Cuando decide viajar a Bélgica, donde existe una asociación que practica la eutanasia, un médico se entera del motivo del viaje, acude a la Justicia y logra que un fallo no lo deje volar. (Fuente: Crítica)
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