E

l hecho se produjo en la madrugada del 6 de setiembre de 2003, en las inmediaciones de las calles Montiel y Luján del barrio Gaucho Rivero de Paraná. La mujer prestaba servicios en la Dirección de Institutos Policiales y se convirtió en la primera mujer policía abatida en la provincia. El día en que se inicie el juicio, se estarán cumpliendo cinco años del hecho de sangre que tuvo muchos contratiempos en la fase judicial, habida cuenta de que hubo personas que fueron acusadas y luego sobreseídas en un juicio. Sin embargo, algunos testigos con el paso del tiempo, dejaron sus miedos de lado y dieron algunos indicios que comprometieron severamente al detenido en la Unidad Penal I de Paraná, Cristián Toro Pagliaruzza quien, de acuerdo a algunos testimonios, pudo haber gozado de la salida socio familiar, para emprender el Robo seguido de homicidio. Depardón de 33 años, madre de dos chicos– descendió del colectivo para regresar a su casa ubicada a media cuadra del lugar del crimen, y recibió un balazo en la cabeza por parte de un ladrón que le robó la cartera. La Sala I de la Cámara del Crimen, integrada por José María Chémes, Hugo Perotti y Ricardo González escucharán, además del procesado Pagliaruzza, a 30 testigos. El acusado será asistido por los abogados Nora Lanfranqui y Humberto Franchi; en tanto que el querellante en la causa, será Marcos Rodríguez Allende. Pagliaruzza al finalizar la condena continuó detenido con prisión preventiva agurdando el inicio del juicio. Luego del crimen, hubo varios cuestionamientos a la entonces cúpula policial que no ponía el resguardo necesario en entregar a los uniformados armas que estuviesen en condiciones de ser utilizadas por los efectivos. Se estableció que el arma reglamentaria de la suboficial Depardón tenía problemas que le hubiesen impedido poder protegerse del artero ataque. Ante esto, Rodríguez Allende comentó que “después de mucho tiempo y esfuerzo fuimos a lo largo de todo este proceso buscando las diferentes pruebas que lleven a sentarse en el banquillo de los acusados a los autores materiales de este gravísimo ilícito, atento a que se trataba de una funcionaria policial que volvía de su trabajo, uniformada y con su arma reglamentaria”. “De las constancias va a surgir que estamos ante un hecho que estaba premeditado y es por eso que tenemos muchas expectativas en las declaraciones de los testigos”, enfatizó el letrado..