E

l acto del Día de la Lealtad que organizó Busti en Concordia tuvo varias escenas de película, como cuando en un gesto casi de Pay el ex gobernador le pidió a una mujer de 96 años que se pare arriba de una silla (ni con una grúa se pudo) , o cuando el "Sordo" Medina le quitó el micrófono al cantante popular y presentador Segovia a la voz de “soltá carajo”. Pero la otra escena que se contó a RUMORES, no tiene desperdicio y no hay con que empardarla. Como se sabe, el ex gobernador se dirigió en una caminata desde el cementerio de Concordia a la sede del PJ. Faltando unas tres cuadras para arribar al Partido, el militante y uno de los organizadores del acto, Enrique Cresto, “se subió raudamente a un automóvil Megane que estaba prolijamente estacionado, e inmediatamente hicieron lo propio Jorge Busti y su esposa”. Hay que hacer un apartado para describir el contexto en el que se produjo el ascenso al vehículo: Como era de esperar, a medida que se acercaban al acto, la proximidad al escenario era directamente proporcional a la cantidad de morraleros (mangueros) que casi no dejaban respirar con el acoso monetario. Fuentes de la organización dijeron en ese momento: “Que fenómeno este Cresto, tiene todo previsto, no se le escapó un detalle en la organización”!!!; pero esta frase quedó anulada rápidamente cuando el vehículo comenzó a andar y de repente un joven muchacho “sin aspecto de morralero” golpeaba el vidrio del conductor al grito de “me roban… me roban”!!!!. En efecto, el joven Cresto encontró una salida al problema del acoso a los Busti, pero se encontró con la mirada lacerante del ex gobernador que no podía creer lo que estaba viendo: ¿Cómo, no es tuyo el auto?, le habría increpado a Cresto, que habría respondido literalmente: "La verdad que no". Testigos privilegiados contaron que el auto frenó y Cresto dijo lo primero que se le ocurrió: “Mirá que tenemos que llevar al gobernador”. El muchacho se asoma por la ventanilla y ve a un Busti “con cara de nada” que estaba sentado en el vehiculo de su propiedad, e inmediatamente interpreta: “Está bien… pero el auto es mio!!!”; Cresto responde sin dar tiempo a otra reacción: “Entonces subí y manejá” y le hace lugar en el asiento de conductor que por otra parte le pertenecía. Increíblemente el joven acepta y lleva al acto de la Lealtad que estaba a pocas cuadras. En el recorrido de tres calles le habrían explicado la situación al flamante chofer de Busti y además le regalaron una medalla de Evita. “Cuando bajaron del auto causó impresión la postura del muchacho, que fue a abrir las puerta de los Busti" y además “se paró firme mientas miraba con ojos de lince al mejor estilo custodia oficial a todo aquel que se acercara a las estrellas del día de la lealtad”. Cuando terminó el acto, el Turco Medel (custodio de Busti) y el chofer oficial, el Ruso Rogel, no podían creer como fueron desplazados por el muchacho que nuevamente abrió las puertas de su Megane, con la parada solo comparable a un agente de la CIA en una película de Hollywood, y cargó a los Busti con destino incierto.