Viernes 15 de junio de 2007
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Carta de Lectores
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A 52 años del primer intento de derrocar a Perón

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eñor Director: Informe Digital Solicito tenga la amabilidad de publicar en su medio, esta crónica recordatoria de aquellos fatídicos acontecimientos que dieron comienzo a una triste etapa, en la que los militares tuvieron un papel protagónico lamentable. Muchas gracias. Eduardo Camargo 16 de junio de 1955 - 16 de junio de 2007 A 52 años del primer intento de derrocar a Perón. En la mañana del 16 de junio de 1955, efectivos de la marina de guerra y comandos civiles, intentan sin éxito copar la Casa Rosada con el firme propósito de tomar prisionero y, por ende, derrocar al presidente de la Nación general Juan Domingo Perón. Aviones de la Armada bombardean y ametrallan, no solo la sede del Gobierno, sino que esas bombas y la metralla asesinas, caen sobre cientos de desprevenidos transeúntes en la Plaza de Mayo y hacen blanco en un “trolebús” lleno de pasajeros en el que mueren todos. Dice la crónica de entonces que “los aviadores subversivos lanzan nueve toneladas de explosivos”. Finalmente, queda como triste saldo de ese ataque cobarde y asesino, 350 muertos, más de 2 mil heridos y 80 personas lisiadas para siempre, en tanto los agresores huyen hacia la Republica Oriental del Uruguay, donde les conceden asilo político. Es muy recordado el periodista de radio Colonia, Ariel Delgado que lanzaba consignas refiriéndose al presidente argentino como “el tirano”. El diario Clarín, que no comulgaba precisamente con el peronismo, publica al día siguiente: “Las palabras no alcanzan a traducir en su exacta medida el dolor y la indignación que ha provocado en el ánimo del pueblo, la criminal agresión perpetrada por los aviones sediciosos”. Fue la segunda vez en la historia argentina que la ciudad de Buenos Aires es bombardeada, la primera, recordemos, fue durante las invasiones inglesas en 1806 y 1807. En esta ocasión no había un estado de guerra, quienes atacaron por sorpresa vestían uniformes militares argentinos y las víctimas fueron civiles desarmados, también argentinos. Perón no quiere enfrentamientos entre las fuerzas armadas, y menos entre militares y trabajadores que estaban dispuestos a todo. Luego del bombardeo, no solo no toma revancha, contrariando el sentimiento de sus seguidores, sino que busca la pacificación interna; levanta en julio el estado de sitio, y elimina algunas restricciones políticas. Ofrece renunciar a la jefatura del Movimiento Peronista, en búsqueda de la reconciliación, el General cambia a integrantes de su gabinete, entre ellos al jefe de Policía y se desprende de su encargado de prensa y propaganda, Raúl Apold. Sin embargo, las cartas están echadas llegándose a un punto sin retorno. Conservadores, radicales, nacionalistas, socialistas y comunistas, exigen la renuncia del Presidente, en tanto la Armada, la Aviación y el Ejército conspiran abiertamente y junto a los comandos civiles se organizan para derrocar al mandatario argentino. Tres meses después, el 16 de setiembre, la llamada “Revolución Libertadora”, un antecedente de lo que 20 años más tarde, en 1976, sería la más trágica de las dictaduras, logran su objetivo y Perón es destituido.
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