Miércoles 19 de agosto de 2009
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Policiales
El juicio por la balacera a jóvenes paranaenses puso al desnudo una interna policial
Declaró el chapista que encontró dos proyectiles en el auto tiempo después. Hubo un careo entre dos policías que participaron del hecho pero que fueron sobreseídos en la etapa de la instrucción.
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Hubo versiones cruzadas en el juicio contra los policías acusados de balear a seis jóvenes.

E

l juicio que se sigue a siete policías imputados del delito de Homicidio en grado de Tentativa por balear el 6 de agosto de 2006, en la intersección de avenida Circunvalación y Churruarín en Paraná, a un Volkswagen Gol rojo, chapa DPA 491, en el que se trasladaban seis jóvenes de entre 19 y 21 años exhibió, respecto de los testimonios que se venían escuchando hasta este martes, una serie de elementos que le dieron un giro radical al debate. Entre ellos, el principal consistió en que Ismael Cristian Albornoz de 31 años, uniformado que participó de la balacera y llegó al lugar en el móvil 421 de Comando Radioeléctrico, y Néstor Leguizamón de 32 años, efectivo de civil que llegó en un Renault 18 de la División Investigaciones, dieron versiones diferentes acerca del rol que le cupo a cada bando en la balacera en la que por milagro no hubo víctimas fatales. Así, quedó en evidencia una interna entre los efectivos uniformados y los de civil que estuvieron en el hecho. La diferencia de versiones, motivó un careo entre los efectivos que se mantuvieron en sus dichos. La divergencia en los relatos que dieron Albornoz, que reconoció haber disparado dos veces pero contra las ruedas del auto, y Leguizamón, que sostuvo no haber disparado a pesar de que el examen de su arma dio positivo, opacó el testimonio de César Almada, el chapista que halló, tiempo después cuando llevaron el VW Gol rojo a su taller, dos proyectiles que quedaron incrustados en la carrocería del auto. El trabajador brindó un breve testimonio de las circunstancias en las que halló un proyectil y una esquirla de otro y de los lugares en el que los encontró. ¿Yo señor? No señor La divergencia en los testimonios no consistió en un dato menor. Albornoz sostuvo que los efectivos que llegaron al lugar en el móvil de Investigaciones –Leguizamón, junto a Juan Francisco Leiva, Jonathan Yair Payer y José Ernesto Torres– detuvieron su marcha detrás del Gol, descendieron los cuatro ocupantes “con las armas en la mano” y cuando el auto realiza una maniobra para retirarse del lugar, el conductor hizo marcha atrás y luego enfiló hacia adelante, escuchó los disparos. Por su parte, Leguizamón sostuvo que fueron los uniformados quienes descendieron primero de los dos patrulleros que obstruían el paso al Gol rojo; así, aseguró que él no alcanzó a bajar del auto –porque es de contextura grande y le costaba salir del Renault– cuando logró ver a cinco uniformados sobre la calle de tierra enfrentados al auto. Incluso dijo que el auto, cuando maniobró hacia adelante, pasó entre medio de los efectivos, quedando dos de un lado y tres del otro. Leguizamón dijo: “Apenas bajé escuché disparos, 10,15, 20, si me dice 30 le digo que sí y si me dice dos también”. Ante la diferencia de perspectiva, la fiscal Cecilia Goyeneche solicitó que se sometieran a un careo. En la confrontación, que fue breve pero intensa, los efectivos sostuvieron con firmeza sus dichos, aunque Albornoz quedó mejor parado. Éste explicó que el Gol los enfrentó con las luces bajas encendidas, por lo que durante un importante tiempo, desde los patrulleros no se percataron de que se trataba de un auto con las características del que había participado del asalto al comedor Rancho Grande en el Acceso Norte a Paraná. Recién, sostuvo, se dieron cuenta cuando en la maniobra que hizo el conductor para salir del lugar pudieron ver que “la trompa era de un Gol como el que se estaba buscando”. Por otro lado, la declaración de Albornoz, que estaba en el móvil 421 con Casco y Luis Ariel Sánchez, coincide más con lo que relataron Gonzalo Vittor, Matías Werner, María Salamone, Gabriela Moreyra, Pamela Sánchez y Gabriela Vitali, las seis víctimas de este caso, quienes desde distintas posiciones o por el relato de sus amigos sostuvieron que vieron descender a dos personas armadas de un auto que se estacionó detrás de ellos y posteriormente a los uniformados que estaban en dos patrulleros estacionados en su camino. Voz de alto En esta sexta jornada se pudo escuchar que por primera vez los testigos aseguran que hubo una clara voz de alto dirigida a los ocupantes del auto baleado. Esta versión, se contradice con los dichos de las víctimas que sostienen lo contrario, incluso con el de otros efectivos que declararon en la audiencia, que dijeron que no escucharon nada. Tanto Albornoz como Leguizamón coincidieron en señalar que “todo fue muy rápido”, incluso fueron insistentes en este detalle. También lo hicieron al sostener que en todo momento estuvieron convencidos de que estaban en presencia de los autores del robo cometido una hora antes en el comedor del Acceso Norte. “Cuando me di cuenta que no eran no supe cómo reaccionar”, dijo Albornoz, y agregó: “Uno está acostumbrado a tratar con delincuentes y no con chicos”. También recordó que trataron de ayudar a las víctimas pero “en cierta forma se negaban, no querían nuestra ayuda, estaban como shockeados, no querían que los tocáramos, pedían explicaciones y nosotros no sabíamos qué explicarles”, y a tres años del hecho evaluó que la actitud de las víctimas “era entendible”. (Fuente: Diario Uno) Albornoz recordó que dos o tres semanas antes del hecho tomó parte de un enfrentamiento junto con Matías Raúl Casco y dijo: “Esa vez tuvimos suerte que fue con los delincuentes”, y agregó: “Habíamos practicado (en la instrucción que recibió en la escuela de Policía) entrar a una casa, cómo detener un auto. Se hizo lo que mejor se pudo; lo que sabíamos trabajar”. Por último, a la pregunta de si los efectivos reciben ayuda psicológica después de atravesar una situación de tanta violencia, respondió: “Ninguna atención, la vida continúa, uno debe seguir normal, aunque sepa que un día puede no volver a casa”. Tranquilidad Tanto Albornoz como Lequizamón fueron sobreseídos en la etapa de Instrucción de la causa cuando prestaron declaración indagatoria haciendo uso de su derecho de defensa. Al prestar declaración testimonial, el Tribunal de la Sala II de la Cámara en lo Criminal de Paraná que integran Héctor Vilarrodona, Raúl Herzovich y Miguel Ángel Giorgio les recordó que ya habían sido desligados de la causa por lo que debían declarar con “tranquilidad”. Incluso se les aclaró que aún si realizasen expresiones en las que se autoincriminaran esto no sería motivo para abrir de nuevo la causa, por el principio que sostiene que una persona que ya fue sobreseída no puede ser juzgada dos veces por el mismo hecho.
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