S
ucede que la joven actuó en cumplimiento del deber y persiguió a dos delincuentes que un rato antes habían robado un celular a un chico en la plaza Alvear.
El pintoresco panorama provocó innumerables comentarios, incluso jocosos, sobre el comportamiento de la mujer que hizo esperar por algunos minutos a su esposo con el fin de hacer valer su condición de policía.
Sabrina Balla es la brava mujer que protagoniza esta historia, pequeña para algunos, pero que demuestra las condiciones humanas y profesionales de esta oficial.
Actualmente, la hija de Carlos Ramón Balla –condenado por el crimen del funcionario del IAPV Rubén Calero–, se encuentra trabajando en la subjefatura de Policía de Entre Ríos.
Su cuerpo menudo no fue impedimento para poder ingresar a la Policía y hoy con 26 años, se destaca por sus condiciones en la fuerza.
El robo nuestro de cada día
Entre los delitos que más comunes por estos días en Paraná, están las sustracciones y los arrebatos. El jueves al mediodía un niño de 10 años que se encontraban en la Plaza Alvear, en las inmediaciones de la Iglesia San Miguel, sufrió el robo del celular.
El pequeño estaba hablando por teléfono en el espacio verde, mientras su madre se encontraba participando de una auditoría en la casa de altos estudios aledaña. Por motivos que no vienen al caso, el menor se cruzó y estuvo un tiempo solo, lo que fue aprovechado por dos personas para quitarle el celular de última generación.
Corridas
Los ladrones, un muchacho y un adolescente, escaparon en una bicicleta por avenida Rivadavia.
El nene, llorando, comenzó a correrlos por la vereda. Desesperado y con una pesada mochilla, el chico gritaba desconsolado por el episodio. Cruzó por la facultad de Ciencias de la Educación, siguió la loca carrera en dirección hacia la esquina de Santa Fe, pero al pasar por el Registro Civil se topó con varias personas de saco y corbata que estaban saliendo de un casamiento.
La novia, Sabrina Balla, vio que el pequeño lloraba y señalaba a dos personas que iban en bicicleta en dirección hacia la plaza Carbó, detrás de Casa de Gobierno.
Balbuceando, el chico contó que le habían robado el celular, por lo que la novia-policía, pese a estar vestida para la ocasión por su matrimonio, decidió sin miramientos salir corriendo para tratar de detener a las dos personas que se escapaban.
Pese a los tacos altos emprendió una veloz carrera y al llegar a la esquina redujo a los dos sospechosos, junto a personal del Comando Radioeléctrico y de la comisaría primera que también llegaban al lugar.
En el procedimiento se logró la detención de un muchacho de 19 años que vive en el barrio Libertad, con importantes antecedentes y de un menor de 14, que pese a su corta edad ya cuenta con ingresos a la División Minoridad por robos.
Luego de las corridas y las detenciones, finalmente el celular fue recuperado y devuelto a su acongojado dueño, al que se le pasó el tremendo susto.
Otra policía que se la aguanta
Otra mujer policía que participó de la detención fue la suboficial Carolina Larrazabal, esposa del cabo Diego Blanca quien en el año 2001 recibió nueve balazos.
El hecho obtuvo gran repercusión porque el policía estuvo cerca de perder la vida, luego de que delincuentes no le tuvieran piedad en un baldío de calle Emilio Caraffa y Tomás Guido en Paraná.
Blanca, milagrosamente se salvó
La mujer, en tanto, siguió trabajando en la División Minoridad y en el operativo de detención de los dos ladrones del celular, se encontraba en Casa de Gobierno, por lo que tampoco dudó en salir corriendo a la hora de ayudar a reducir a los malvivientes. (Fuente: Diario Uno)
