L
a fecha escogida para la protesta no fue azarosa: fue el mismo día que se recordó la denominada Noche de los lápices, que refiere al secuestro y asesinato en 1976 de siete adolescentes de la ciudad de La Plata que reclamaban por el boleto estudiantil. Iván Wild, docente de la Escuela Nuestra Señora de Guadalupe, dijo que así se buscó “darle un giro pedagógico” a la protesta, y que tenga contenido relacionado con un hecho histórico ligado a los reclamos de los estudiantes secundarios. El malestar de los alumnos, y también de los docentes, deriva de la situación en la que hoy están: funcionan en tres dependencias distintas debido a que el edificio nuevo que se construyó no llega a albergar a los 300 estudiantes. “La cantidad de cursos y alumnos excede la capacidad del edificio. Para poder entrar todos, tuvimos que empezar a subdividir aulas con cartón. Así hicimios con el salón de usos múltiples y con la sala de computación”, contó el docente. Pero este año la población escolar siguió incrementándose –dan desde 7º año a 3º año del nivel superior—y por eso fue necesario ampliar el espacio físico. Y la solución fue alquilar otros dos lugares en las cercanías. En la Escuela Nuestra Señora de Guadalupe funcionan seis cursos en horario matutino, y otros seis cursos en horario vespertino. “Eso obligó a una convivencia distancia, y a algunos problemas. En los recreos, los alumnos tiene que venir hasta el edificio de la escuela desde los anexos, y eso los pone en peligro”, señaló. Por eso, los docentes presentaron una nota ante la aseguradora de riesgos del trabajo (ART) de modo de que les informe si hay cobertura de seguro en caso de un accidente de trabajo fuera del edificio escolar, cuando les toca dar clase en los anexos. “Lamentablemente, las autoridades no nos han dado ningún tipo de respuesta. Y trabajar así es bastante caótico. Docentes y preceptores tienen que ir de un lado a otro para desarrollar su trabajo. Lo mismo los alumnos”, señaló.