E
l diputado electo Atilio Benedetti no cree haber protagonizado un mini escándalo en el almuerzo que organizó este domingo el comité radical de María Grande. No cree que haberse retirado al momento en el que el ex gobernador Sergio Montiel hiciera uso de la palabra, o no haberse acercado al menos a saludarlo cuando llegó al almuerzo, constituya una forma de desplante. Simplemente, el empresario de Larroque está convencido de que en su proyecto político no hay lugar para Montiel, o para lo que representa y que identifica con el “pasado”. Y en eso, está dispuesto a jugar a fondo.
Benedetti se muestra resuelto a pagar todo el costo interno que significa enfrentar al último líder viviente del radicalismo entrerriano con tal de asegurarse que, afuera del partido, la sociedad no lo asocie con el mal recuerdo del último paso por el gobierno de Montiel, entre 1999 y 2003.
En su parquedad, Benedetti utiliza otras palabras, pero es más o menos eso lo que quiere decir tras el curioso episodio de María Grande: cuanto más lejos de Montiel, mejor.
“Me había comprometido a ir y participar de los festejos como lo venimos haciendo en tantos lugares de la provincia, el sábado en Urdinarrain, el viernes en Concordia. Esta vez fue María Grande y ahí fui, porque mi intención es agradecer a todos los que hicieron posible el triunfo del 28 de junio”, narra. Y aclara: “No quiero hacer de esto un enfrentamiento, pero hace mucho tiempo que sostengo esta posición: creo que Montiel fue un protagonista de una parte muy importante de la historia del radicalismo y que ahora es el tiempo para otras personas, con nuevas ideas”.
¿Eso justifica no hablarlo, no escucharlo? “Montiel pertenece a otra época pasada, es el pasado. Lo que viene por delante es una discusión de nuevas ideas”, responde el ex intendente de Larroque.
Cuando se le pregunta si hubo intentos de su parte para evitar la presencia de Montiel en el acto, Benedetti evade: “No sé, lo que está claro es que he querido estar con la gente que trabajó por el triunfo”.
¿Le molestó que Montiel haya dicho esta semana a que el radicalismo ganaba en junio con cualquier candidato? “Antes de las elecciones había dicho que ningún candidato lo convencía y ahora esto. Creo que hay una nueva etapa dentro de la responsabilidad cívica, dentro de esta nueva opción de poder. Cada cual tiene derecho a decir lo que quiera, pero viene una nueva etapa con otros protagonistas, ideas nuevas, discusión para adelante”, responde, seguro.
Diez años
Como casi todos los radicales, Benedetti trabajó para que Montiel llegue en 1983 al gobierno. Pero hace una década marcó diferencias y protagonizó un episodio que jamás olvidará: se atrevió a pedirle que diera un paso al costado en su postulación para la segunda gobernación en 1999, como vocero de un grupo de una docena de intendentes que pretendían una renovación dirigencial impulsando al entonces jefe comunal de Nogoyá, Gustavo Cusinato.
Como se podrá imaginar el lector que maneje alguna mínima información sobre la fuerte personalidad de Montiel, aquella conversación no fue precisamente amable.
Ese fue el último contacto que mantuvo Benedetti con Montiel. Hace unos meses el ex gobernador lo llamó por teléfono para felicitarlo por las elecciones del 28 de junio pero, cara a cara, aquella fue la última vez que hablaron. Hace ya una década.
“Analizábamos que era necesario una renovación”, evoca, cuando se le trae a colación la anécdota. “Ya creía entonces que era conveniente un liderazgo más reflexivo, participativo y moderno”, acota.
¿Es lo que está intentando construir ahora, con todos estos actos? “Pretendo trabajar con el respeto por toda la institucionalidad partidaria, someterme a todas las instancias según tenga el debido acompañamiento. Yo sigo pensando lo mismo: que hace falta una visión moderna, reflexiva, participativa, nadie es tan iluminado como para definir en soledad y con claridad”. (Fuente: El Diario)
