P

elito. “Pelusa”. Que lindo es tener buen pelo o pelo para pelo largo. Dicen que la clave esta en cuidarlo. Cuanto más lo cuidas “mas lindo lo tenés”. Más de uno esconde toda una vida ese anhelo. “Tener buen pelo” o “pelo para pelo largo”. Y no es solo de las minas eso. Hasta el más rústico defensor de un brusco y aburrido fútbol Italiano hoy podría confesarlo en cualquier vestuario. Lo que pasa que no lo podemos escuchar. Pero solo basta con mirar un poco de tele y listo. Otros, como el hijo de Nogueira por ejemplo, más conocido para los allegados (osea para todos) como “mo-tita merelo” mueren por tener el pelo lacio o el pelo para pelo largo. Pero no lo tienen. “Les vino ese de fabrica”. Como de muñeco de góndola de juguetería de supermercado. Pero el secreto esta en que el lo cuida como si fuera lacio. Ama su pelo y lo cuida. Para “motita” el clásico “a ese te lo cortan con guadaña ¿no?” suena igual o mejor que “por Dios que lindo tenes el pelo hoy Oscar”. Aunque a la vista de todos este que siempre estuvo más cerca del “duro y seco como pelo de”. Pero el tipo lo cuida. Eso se nota. Se ve. Claro esta que la vida para el tipo de pelo lacio es distinta. Para el de buenos rulos también. Dicen que se viene eso ahora. “La moda de los rulos”. En la tele ya están dando lo indicios. Para mi nunca se fue esa moda. Para mi la gente con rulos existió toda la vida. Como mi primo Agustín. Entonces el tipo de buen pelo o de pelo para pelo largo puede hacer que las cosas mas crueles pasen a un segundo plano. Es decir, por citar un ejemplo, el más seco y/o soberbio (o en el peor de los casos las dos juntas) inspector de tránsito, vulgarmente llamado “zorro” o “zorrete” si tiene buen pelo o pelo para pelo largo puede que sea mirado distinto. Si se nota que el tipo se cuida el pelo mientras te clava la boleta ahí mismo uno destaca eso. Si a este trabajador comúnmente acalorado y de anteojos de sol le cae el pelo sobre la camisa como le caía a Gustavo Bermúdez en cualquiera de sus novelas y así lo luce, la boleta como que pasa a un otro plano. Te quedas con la caída. Con el brillo exagerado. Con esa especie de curvatura que toma el pelo lacio cuando sopla una brisa. El conocido, “como se cuida el pelo este, ¿viste?”. Cuando alguien cuida algo se nota. Uno cuida algo porque lo quiere, lo valora, lo necesita y todos sabemos que hasta en ese acto de amor existe algo de temor inconciente escondido a perderlo. A que no este más. Siguiendo con la tónica, bien cabria, “a quedar pelado”. Anoche volviendo de un cumpleaños de una amiga, choque el auto cero kilómetro de mi padre. Luego del brusco golpe donde afortunadamente no hubo más heridos que el poste de luz, el cordón, la rueda derecha, los ejes y el paragolpes, tuve que hacer el llamado pertinente para comicarle el infortunio. A las 5 de la mañana por supuesto. Pensé, repase y le esquive a esa llamada como quien esquiva a un tipo que le debe de hace tiempo unos mangos o un DVD. Pero la hice, como quien no paga a término y en cuotas o devuelve el DVD al año y “rallado”. A la media hora, mi padre junto a mi gran hermano Leo se hicieron presentes. Yo, y los tres que siempre paran para ver, estábamos esperando el clásico “&&%$$%&/ que te re mil parió” seguido del tan conocido remate “la última vez”. Sin embargo y contra el pronóstico del más optimista de los tres, mi padre bajó del auto y lo primero que hizo fue acercarse y preguntarme “si me sentía bien”. Hoy, cuando escucho tantas críticas despiadadas a un ídolo del futbol como lo es Maradona me preguntaba si yo cuidaba un poco las cosas que tanto quería. Las que tengo tan lejos como ese zurdo entrañable que tanto admiro, y las que tengo tan cerca como mi Papá. La respuesta lamentablemente llegó más rápido que la grúa. Entonces enganche con culpa las cadenas en el eje golpeado y debajo de mis sabanas me escondí. Como el pelo del tipo que la manejaba adentro de una gorra colorida. Una lástima. “A lo mejor tenía pelo para pelo largo”... Lisandro Riera DNI 30156139