Lunes 26 de octubre de 2009
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Carta de Lectores
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El desafío de ser prudente y tolerante en la política en tiempos de agresiones

Q

ue difícil se hace educar, sostener y sugerir que debemos los ciudadanos participar en la política para hacerla más creíble. Pero realmente ¿queremos progresar en nuestra Argentina para verla justa, soberana e independiente? A veces pienso que no miramos más allá de nuestras narices para después reiterar que las culpas y los males corresponden a los otros. Craso error ello por que nos ha costado generaciones de argentinos y de posibilidades de vivir mejor de lo que creemos en la actualidad. Uno observa en nuestro tiempo, el desencanto desatado por las expectativas y promesas depositadas en la Modernidad como también el surgimiento de varias verdades, totalmente desarraigadas y fuertemente parciales e individualistas. ¿Participar en la construcción colectiva de una Argentina de todos para todos? Que alegoría propia del mundo idealista de las épocas de Platón, Aristóteles, Anaximandro y otros tantos que, filosofaban un mundo ideal y perfecto. Pero por entonces el orden lo daba el cosmos y el hombre podía moverse libremente en su interior, estaba asistido por teorías o propuestas cosmológicas y cosmogónicas y ciertamente el mito se experimentaba como divino. Así era pero en la Grecia clásica, de los siglos V y I antes de Cristo. Nosotros vivimos en un mundo complejo, y enteramente distinto, excepto por la crudeza con que las palabras de los pensadores griegos clásicos y no tanto pero igualmente importantes de los romanos, que intentaban dar explicaciones y orientar caminos a los gobernantes y ciudadanos de entonces. Pero no tenemos una diferencia entre un tiempo y el otro tan tajante porque somos los mismos: somos hombres que ansiamos vivir gregariamente y cuya razón de ser nos anima a ser sociables para poder convivir con nuestros semejantes. El pensamiento actual es fragmentario, parcial y lleno de grietas que agigantan las veleidades de los facinerosos dispuestos a sugerir al pueblo a seguir caminos sin destino, pero claramente beneficiosos a quiénes perversamente articulan y tejen los hilos del poder. ¿ Pero porque el pueblo, los ciudadanos, no despiertan ?. Un viejo adagio sostiene que un pueblo inculto está destinado a gobiernos despóticos, crueles y sin sentido por el más mínimo respeto del ser humano. Cruda realidad que a través de la historia de los pueblos dejo crueles enseñanzas. ¿Pero los argentinos reparamos en ello?. Para nada, nos cuesta aceptar que caminamos por la cornisa, que no somos para nada autocríticos y para colmo, que nuestros problemas vienen de afuera y no de nosotros. Tal tesitura es así que no podemos avanzar más allá de nuestras narices. No tenemos referentes comunes, nos cuestas asumir compromisos sociales pero cuando lo hacemos no pensamos o no queremos pensar porqué lo hacemos y en sentido a qué. Nos gusta y atrae el conformismo en el pensamiento. Nos da pereza leer y reflexionar para asumir mayores compromisos. ¿Pero porqué nos cuesta aceptar que algunos estarán de acuerdo y otros no tanto?. Porque ello supone asumir el protagonismo de ser hombres maduros. Parece cierto sostener que no queremos madurar porque ello supone asumir el rol que debemos detentar en la actualidad. Es duro, pero se da una situación de complejidad donde necesitamos todos sumar esfuerzos para protagonizar una transformación que permitan a nuestros hijos, nietos y demás generaciones por venir, tener la posibilidad de vivir una vida mejor, llena de esperanzas, progresos y aspirar a ser alguien el día de mañana. A ser parte de una sociedad donde podamos aceptar las diferencias y no agredir ni verbal ni mucho menos físicamente a quién piensa distinto. Doloroso es para quienes asumen protagonismos y no son acompañados como debiera. Doloroso es saber que al actuar con convicción y decidido, en la búsqueda política de logros para el bien general, se encuentra nadando en un mar abierto ante la inmensidad de la soledad, de no sentir el esfuerzo de quienes deben asumir sus propias responsabilidades. Decir que han caído las certezas y con ello la pérdida de referentes por seguir no es reiterativa. Es la realidad que vivimos y amenaza cada vez más el orden socio político. Lo vemos, lo percibimos pero hacemos algo? Nos animamos a hacer algo?. Estamos perdiendo la legitimidad de vivir integradamente en y por la sociedad. ¿Deberíamos hablar de culpables? No, pero si de responsables que nos dicen un camino que ellos nos estarán dispuestos a caminar. La exigencia del hombre actual tiene que ser de transparencia y honestidad en su actuación personal y social pero también con madurez. No es difícil, hay que serlo no parecerlo. Tenemos que tener esperanzas y fe que las cosas tendrán que cambiar, por el bien de todos, el todo que somos nosotros y tenemos que sumar esfuerzos para transformar la realidad política y social actual. Es importante asumir protagonismos, a vivir de otra manera para bien y para mejorar. Alguna vez, un profesor y amigo me enseño que El Todo es superior a la parte, el Tiempo superior al espacio, la Realidad es superior a la idea y la Unidad es superior al conflicto”. Cuan importante es reflexionar sobre ello en estos días. Sebastián Aguilar (*) DNI 18.625.457 (*) Lic. en Relaciones Internacionales (UNR). Magister en Ciencias Políticas (UCSF). Doctor en Educación (UCSF). Coordinador Instituto de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales UCA. Actual Sub Secretario de Educación de la Municipalidad de Paraná.
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